He tardado en comentar este disco. Tanto, que está a punto de aparecer la secuela: John Williams y Anne-Sophie Mutter con la Filarmónica de Viena. Este que ahora tengo entre manos se llama Across the Stars y en él, como seguramente ya saben, la violinista alemana interpreta la música del autor de Star Wars y muchos otros éxitos de Hollywood. Lo he escuchado varias veces en mi equipo de música, y muchas en mi coche de camino al trabajo. Ya pueden imaginar que me gusta una barbaridad. Fue registrado en marzo de 2019 en los antiguos estudios de la MGM, hoy Sony Pictures Studios, por el ingeniero Shawn Murphy, que hizo una labor sensacional: la audición en HD, disponible en plataformas como Qobuz o Tidal, es de la que dejan con la boca abierta. La edición la realizó Deutsche Grammophon con muy poca vergüenza: primero un CD "normal" y más tarde una edición “de lujo” con quince minutos más de música y un DVD que incluye casi cuarenta minutos de entrevistas de la solista al maestro –no muy interesantes, con subtítulos solo en alemán– a un precio superior.
No es novedad que Williams grabe, fuera de la pantalla grande y para un sello de música clásica, con un solista de primerísima magnitud: ya tenía dos discos con Itzhak Perlman, uno con Yo-Yo Ma y otro con Gil Shaham. Pero sí es la primera en la que el contenido se dedica exclusivamente –o casi: hay una breve pieza “de concierto” escrita para Mutter– a su propia música cinematográfica. Algunas de ellas se pensaron con Perlman en mente: es el caso de Schindler’s List y del “Chairmans Waltz” de Memoir of a Gheisha. El tema principal de esta película pasa del violonchelo de Yo-Yo Ma al violín de la alemana. El de Sabrina ya lo había arreglado para Perlman. Y el resto, si no me fallan los datos, son arreglos realizados exprofeso para Mutter, de los cuales “Across the Stars” ya había sido estrenado junto con Honeck y la Staatskapelle de Berlín: aquí les dejo el vídeo de aquella ocasión en la que, venturosamente, Barenboim no vigilaba para que su orquesta no tocara “música degenerada”.
Es fácil explicar cómo son los arreglos de Williams: justo a la medida de Mutter. Al servicio de ella, pero sin perder personalidad. Hay larguísimas cadenzas pensadas para lucir el más supremo virtuosismo, y hay también oportunidades para que la artista se deje llevar por la delectación melódica, por el decadentismo y por la autocomplacencia. Es decir, por todas esas cosas que a quien esto suscribe le ponen enfermo cuando esta señora ha hecho Mozart, Beethoven y Tchaikovsky en los tiempos más recientes –cuando joven era muchísimo mejor–, pero que en este repertorio resultan por completo pertinentes. No nos engañemos: por mucho que adoremos la música del maestro, y yo la adoro de manera incondicional, esta es exactamente lo que es. Mutter encaja en ella a la perfección, por descontado que bajo la supervisión de un Williams que al igual que sabe ponerse a su servicio, logra que no se pase de la raya.
Es interesante comparar cómo aborda la protagonista de este disco las obras pensadas para Perlman con respecto a lo que en su momento hizo el violinista judío, porque en el fondo lo que sale a la luz es la diferencia artística entre los dos inmensos violinistas. El sonido de ella es infinitamente más bello: frente a la afilada acidez de su colega, sin duda ideal para determinadas obras del gran repertorio, Mutter ofrece el que probablemente sea el registro agudo más bello que se haya conocido, tan resplandeciente como firme y lleno de carne, mientras que en el resto de la tesitura ofrece una homogeneidad fuera de lo común. El canto de Mutter, su capacidad para ligar las notas, para vibrar ampliamente el sonido sin llegar al exceso, para modelar las dinámicas, es asimismo digno de asombro. Pero Itzhak, no precisamente corto en virtuosismo, la aventaja en tensión interna, en fuerza dramática y en sinceridad expresiva, como también a la hora de no dejarse llevar por el hedonismo sonoro: el resultado es que suele ser más intenso y conmovedor en sus recreaciones. Los dos temas de Schindler’s List aquí incluidos, el definitivo y el rechazado por Spielberg (“Remembrances”), dejan clara la manera que cada uno de los dos artistas tiene de acercarse a la música.
Mutter confiesa en la entrevista que su página preferida es Cinderella Liberty, escrita en 1973 para la armónica maravillosa de Toots Thielemans. Era todavía el Williams jazzístico, muy anterior a la recuperación de gran sinfonismo clásico con Star Wars. Puede sorprender que la violinista se sienta ahí tan a gusto, pero debe recordarse que su ex André Previn, enorme amigo de Williams, se movió en Hollywood por los mismos derroteros. Mutter tampoco oculta su entusiasmo ante el arreglo del tema de Dracula, puro romanticismo “old-fashioned” para la más que interesante película de John Badham: la voluntad de mirar al pasado incorporando todos los tópicos habidos y por haber, pero haciendo gala del más exquisito gusto, obtiene extraordinarios resultados.
Mis preferencias personales, siempre a lo que al disco se refiere –no a las bandas sonoras originales– van hacia el tema de Rey de Star Wars: The Force Awakens, una hermosísima y muy elaborada melodía que Mutter canta maravillosamente, hasta el punto de que casi es preferible su recreación a la de la película –en la que fue dirigido por Dudamel, dicho sea de paso–. Por el contrario, me parece que “Across the Stars” de Star Wars: Attack of the Clones pierde en este arreglo con respecto al original, que a mi juicio es uno de los más bellos y emotivos temas de amor de toda la historia del cine. El tema de Leila de la primera de las películas de la saga galáctica tampoco se beneficia de la larga introducción que Williams ahora le ha endosado.
Las dos páginas de Memoir of a Gheisha son espléndidas, y en la segunda de ellas hay una curiosidad: si en el original del “Chairmans Waltz” escuchábamos a Perlman con Yo-Yo Ma, aquí tenemos a la Mutter con nada menos que Lynn Harrell, cuya presencia en el disco pasa casi inadvertida en la carátula trasera. También me gusta muchísimo el tema de Sabrina, tanto que a veces llega casi a saltarme las lágrimas. Y una auténtica delicia “The Duel” de The Adventures of Tintin, en un arreglo que con toda justicia Mutter califica de paganiniano.
El tema de Yoda suena bien al violín, pero mejor aún lo hace el hermosísimo de Luke y Leia de Return of the Jedi. En Harry Potter chirría alguna extravagancia propia de nuestra artista en los últimos años: ahí sí llega a sacar ligeramente los pies del plato. El virtuosismo de Far and Away le viene de perlas a la violinista, como también la religiosidad recogida de Munich. En cuanto a Markings, se trata de una página de ocho minutos y medio de duración para violín, cuerda y arpa escrita en 2017 especialmente para Mutter; se desarrolla de un trazo siguiendo la fórmula lento-rápido-lento en un lenguaje “clásico ma non troppo” que no se basa en la melodía, sino más bien en la atmósfera y en las texturas; se escucha con agrado.
Falta una cosa en el disco: el “tartiniano” arreglo del tema de The Witches of Eastwick. Venturosamente se encuentra en Williams in Vienna, y ese track en concreto ya lo tiene ustedes en las plataformas habituales, y aquí arriba en YouTube, como aperitivo de lo que se prevé el disco más vendido –excepción hecha de los conciertos del 1 de enero– de la Wiener Philharmoniker de los últimos lustros.
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