viernes, 14 de agosto de 2020

John Williams en Viena: el CD

Hoy viernes se ha puesto a la venta John Williams in Vienna, un encuentro que hasta hace algunos años los cientos de miles de admiradores de John Williams hubiéramos considerado imposible: la Filarmónica de Viena se pone al servicio del maestro norteamericano y, con la colaboración de nada menos que Anne-Sophie Mutter, actúan juntos en la Musikverein y graban el resultado para Deutsche Grammophon, sello que le pone al producto una portada que se asemeja a la de uno de sus discos más justamente famosos, el del Concierto de Año Nuevo de Karajan. Ya les digo, un verdadero sueño húmedo materializado en CD y Blu-Ray.

Amazon aún tardará unos días en hacernos llegar la edición “de lujo”, pero las plataformas habituales nos permiten ya mismo escuchar el contenido del CD, que es lo que ahora voy a comentar. Y aquí, atención, viene la sorpresa: lo que se incluye no es un registro en vivo del programa que, en dos sesiones diferentes, se ofreció el pasado enero, sino una grabación “en estudio”, sin público y sin aplausos –probablemente se trata de una mezcla de los ensayos con los conciertos–, de una selección del mismo. Y aquí viene la segunda sorpresa: por mucho que se anuncie a Mutter en la carátula, la violinista alemana solo es protagonista de un corte, The Witches of Eastwick, justamente el arreglo que faltaba en su anterior disco de Williams, Across the Stars. Sabia decisión: si ya tenían un disco juntos, es lo más sensato dejar esta oportunidad para escuchar otras composiciones del maestro. Al fin y al cabo, quien quiera saber qué hizo la solista en esta ocasión no tiene más que aguardar a que llegue esa edición especial, que obviamente es la compra más recomendable. Pero bueno, vamos ahora a por el contenido del CD.

Este se abre con esa maravilla que es “The Flight to Neverland” de Hook, un arreglo de dos de las emotivas canciones compuestas para el filme de Spielberg sobre Peter Pan y que nunca fueron escuchadas como tales: el cineasta cambió de opinión y la cinta dejó de ser el musical previsto, por lo que algunas de las melodías ya compuestas pasaron a convertirse en temas. La audición nos permite confirmar la inspiración extraordinaria de Williams, como también el excelente estado de la Filarmónica de Viena y la enorme calidad de la toma sonora, brillante y de graves redondísimos. He escuchado la gran mayoría de las grabaciones de todas estas músicas, y puedo asegurar que, con la única excepción de su disco en torno a Spielberg grabado en Los Ángeles en 2017 para Sony, nunca habían sonado tan bien sus creaciones.

Close Encounters of the Third Kind sigue siendo hoy lo mejor de Spielberg, y también de lo más inspirado salido de la pluma de su compositor predilecto, quien supo tomar prestado los hallazgos de Ligeti para fusionarlos con su propio idioma y renovar por completo el lenguaje musical de la ciencia-ficción. La formación vienesa aporta mejor que ninguna otra las texturas que esta página necesita.

El formidable tema de The Witches of Eastwick se presenta en el extremadamente virtuosístico arreglo, pensado con la mirada puesta en Tartini y su Trino del Diablo, para Anne-Sophie Mutter, quien se lo pasa en grande demostrando las diabluras, nunca mejor dicho, que es capaz de hacer con su instrumento, y también que su arte violinístico puede sonar todo lo mefistofélico que haga falta.

“Adventure on Earth” es uno de los arreglos de concierto –no confundir con “Flying”– realizados por Williams sobre su partitura para E.T. A la batuta de Williams le falta fuelle en la secuencia inicial de las bicicletas, pero es todo un placer escuchar esta música con la sonoridad suntuosa de la Filarmónica de Viena, justo como ocurre con Jurassic Park: por muy buena que sea la “orquesta del estudio” de turno, los mimbres de la que sigue siendo una de las grandes del mundo se dejan notar de manera muy evidente.

War Horse no es una de las composiciones más celebradas de Williams, pero sí que es una de sus creaciones para el cine más personales y sinceras, por su manifiesta relación con sus partituras escritas fuera de la pantalla grande: puro clasicismo norteamericano de amplios horizontes, melodías sencillas y delicado equilibrio entre optimismo y melancolía.

Jaws se hizo célebre por el ostinato que representaba la amenaza del tiburón, pero aquí lo que escuchamos es la gran fuga que dejaba claro que, ya antes de Star Wars y en plena ebullición pop, jazzística y funky de los setenta, el maestro estaba dispuesto a defender un lenguaje clásico que dominaba perfectamente.

El “Marion’s Theme” de Raiders of the Lost Ark fue uno, uno más, de los bellísimos temas de amor que Williams escribió para el cine de aventuras entre finales de los setenta y principios de los ochenta. Aquí lo escuchamos en un arreglo reciente, muy elaborado y bastante más “clásico” que cinematográfico.

El bloque final se consagra a la saga galáctica, a la que el maestro le había dedicado unas grabaciones con la Boston Pops para Phillips que fueron sensacionales. Justo es reconocer que en su faceta de director, nuestro artista se muestra un tanto apagado en el tema de A new Hope: a Dudamel, por ejemplo, se le ha escuchado bastante mejor. La presencia de “The Rebellion is Reborn” solo se explica por el deseo de incluir el penúltimo capítulo de la serie, The Last Jedi, porque el tema es francamente flojo. Enseguida vuelve el Williams más inspirado con “Luke and Leia” de The Return of the Jedi, que se ofrece en una actualización de su arreglo “de concierto” original y no en el realizado para la Mutter; si la trompa está maravillosa en su solo, escuchar la sublime melodía en los violonchelos vieneses es para que se salten las lágrimas.

De la “Imperial March” de The Empire Strikes Back ha dicho el maestro que nunca la escuchado mejor que con la Wiener Philharmoniker: no seré yo quien se atreva a negarlo. Como propina, la marcha de Indiana Jones con la Mutter incorporada a los primeros violines, poniendo así punto y final a un disco que es mucho más que una gozada para los fans de Williams y una máquina de hacer dinero. Es, sobre todo, la consagración definitiva de la música sinfónica escrita para el cine como parte del repertorio clásico, por la puerta grande vienesa, en la sala de conciertos más célebre del mundo y con el sello más prestigioso.

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