Sí, ya sé que la obra literaria original nada tiene que ver con el melodrama al que puso música Charles Gounod. Me leí en su momento las dos partes. Y por eso precisamente sé que es una obra al mismo tiempo profunda y poética. Como la partitura schumanniana, sin duda desigual, pero plagada de bellezas que un Barenboim extrae con mano maestra. Nada de ello hay en lo que se ve en el escenario: únicamente un mamarracho tras otro que nada tiene que ver ni con Goethe ni con Schumann. ¿Qué hay sentido del humor? Muchísimo, pero eso aquí no tiene sentido. ¿Qué hay críticas a las religiones y tal? Pues sí. Absolutamente nada aporta eso, salvo pasar por progre. Por descontado, la resolución escénica es técnicamente soberbia, pero el conjunto no puede calificarse sino de porquería. Ya saben: “una porcheria tedesca”. Pero de las de verdad.
Barenboim está sublime, siempre dentro de ese Schumann mucho antes sensual, denso y concentrado que tanto le gusta que del más bien nervioso y esquizofrénico que se ha puesto de moda. Impresionante la plasticidad con la que modela a su espléndida e idónea Staatskapelle de Berlín. Roman Trekel va de menos a más en el rol de Fausto; globalmente está muy bien, aunque no a la altura de un absolutamente sensacional René Pape que triunfa no solo en lo vocal, sino también en la actuación: aquí resulta que Mefistófeles es nada menos que el Bitelchús de Tim Burton. Estupenda la Gretchen de Elsa Dreisig. Alto nivel en el resto del elenco y en el coro.
Imagen soberbia. Sonido sensacional, sobre todo en modo surround. Hay subtítulos en inglés, no en castellano. No importa: este Blu-ray no merece la pena. Yo me arrepiento de habérmelo comprado. Ojalá Barenboim se hubiera limitado a llevar la obra al disco. En estas condiciones, el producto es infumable. No se disfruta de la música.
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