sábado, 4 de abril de 2020

La mejor Séptima de Barenboim (¿y de todas?)

Esta Séptima de Beethoven a cargo de Daniel Barenboim y la West-Eastern Divan que acaba de editar Deutsche Grammophon completando el Triple que comenté el otro día fue registrada en el Buenos Aires el 31 de julio de 2019. Es solo cuatro semanas posterior, por tanto, a la que le escuché a los mismos intérpretes en Sevilla. Aquí ya dejé un largo comentario sobre aquélla. ¿Diferencias? Pocas. En esta otra no hay gazapo alguno por parte de la orquesta, que sin ser de primer nivel está formidable. Siguen echándose de menos los reguladores que el maestro ofrecía en sus dos anteriores grabaciones con la WEDO –Colonia y Londres–. Falta el genial "parón" que el maestro hizo en el movimiento conclusivo. Este, curiosamente, ahora arranca con un curioso subrayado de las trompetas, que a su vez se asoman de manera insólita en 1:19. Por otra parte, la asombrosa matización de las dinámicas del referido Finale que ofreció en el Maestranza no se nota aquí tanto por culpa de una toma que, realizada o "traducida" a la pista de audio que ahora circula –ya veremos el Blu-ray– con un volumen anormalmente alto, adolece de compresión dinámica.


Por lo demás, la de Sevilla y la de Buenos Aires pueden considerarse como la versión "definitiva" de Barenboim sobre la obra. La más globalmente lograda, la que alcanza mayor sentido orgánico en su desarrollo, la más flexible e imaginativa, la que mejor aúna reflexión con ardor (¡humanístico a más no poder el segundo movimiento, tremebundo el Finale!), la más visionaria... Y también la tocada con mayor entrega: sometidos a un verdadero tercer grado por parte de la batuta, los miembros de la WEDO dan una verdadera lección de compromiso expresivo. La Filarmónica de Berlín –en aquel concierto del muro de 1989– sonaba más suntuosa y perfecta, pero no más beethoveniana que esta, que por cierto ofrece una compactísima sonoridad en unos contrabajos que –en este sentido sí que no caben reproches– están perfectamente recogidos por la toma si se escucha en HD.

Nunca podremos olvidar la hondura trágica que Fürtwangler alcanzaba en el Poco allegretto. Ni el increíble ejercicio de disección de planos sonoros y la mezcla entre control y tensiones sonoras que conseguía Klemperer. Ni la electricidad que –con cierta rigidez y escorándose hacia la superficialidad– era capaz de desplegar Carlos Kleiber. Pero hoy por hoy, creo que esta quinta grabación de Barenboim se erige como una de las más admirables que ha recibido esta archigrabada sinfonía. Y quizá en la más recomendable para quien se acerque a escuchar la partitura por primera vez, me atrevo a decir. La tienen ustedes en las plataformas habituales.

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