La primera es el Emperador grabado para Deutsche Grammophon tan solo unos meses después del disco referido, entre enero y febrero de 2014, esta vez junto a Yundi Li y nada menos que la Filarmónica de Berlín. No sé si en parte se vio estimulado por tener delante a semejante formación (no parece: con otros directores la Berliner Philamoniker se ha plegado a maneras muy historicistas), o si tal vez le motivaron los criterios del solista, pero lo cierto es que aquí Harding abandona su voluntad de fusionar tradición e historicismo y ofrece una interpretación "de las de toda la vida". Diríase incluso que en exceso: ya que tiene a su servicio a la orquesta más rotunda del orbe terrestre, el maestro decide "sacar músculo" y recrearse en las sonoridades graves otorgándoles gran protagonismo. Asimismo se decide a exagerar los claroscuros más o menos "germánicos" de la partitura con la clara intención de epatar, pero sin que el idioma verdaderamente beethoveniano termine de surgir. A la postre no termina de sintonizar con la página, que bajo su batuta –más tarde hablaré del solista– resulta tan vistosa como superficial.
Sobre los solistas no hay mucho que decir. Yundi Li recrea el Emperador con insuperable agilidad y asombrosa capacidad para regular la dinámica del sonido, pero se muestra considerablente aséptico, cuando no rutinario e incluso mecánico, por completo incapaz de destilar poesía de los pentagramas. Solo se salva el tercer movimiento; los otros dos, sencillamente mal. Mucho mejor Paul Lewis en el Tercero: aun no muy variado en los acentos y adoptando un enfoque antes luminoso que doliente, el pianista inglés ofrece una recreación sensata e inspirada, apolínea en el mejor sentido y a la postre muy plausible.
Y ahora, la gran pregunta: ¿confirmará Harding este gran giro en sus maneras de abordar la interpretación beethoveniana, o volverá en el futuro a mirar a las historically informed performances? Porque este señor es impredecible. De momento, espero disfrutarle mañana mismo a las tres y media la Primera de Bernstein y la Quinta de Mahler al frente de la Filarmónica de Viena en la mismísima Musikverein. Comprenderán que ando muy ilusionado con el viaje.
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