viernes, 4 de mayo de 2018

¿Abandona Harding las HIP?

Hace un par de días les hablaba en este blog del Beethoven que en octubre de 2013 –atención a la fecha– grabó Daniel Harding junto a la Sinfónica de la Radio Sueca y Maria João Pires, una aproximación decididamente partidaria de lo históricamente informado que, a mi entender, no funcionó en absoluto. Pero ya les comenté que ahí no iba a quedar la cosa, porque el de Oxford está cambiando mucho en los últimos años y no para de ofrecer sorpresas. Aquí van dos de ellas en el mismo repertorio.


La primera es el Emperador grabado para Deutsche Grammophon tan solo unos meses después del disco referido, entre enero y febrero de 2014, esta vez junto a Yundi Li y nada menos que la Filarmónica de Berlín. No sé si en parte se vio estimulado por tener delante a semejante formación (no parece: con otros directores la Berliner Philamoniker se ha plegado a maneras muy historicistas), o si tal vez le motivaron los criterios del solista, pero lo cierto es que aquí Harding abandona su voluntad de fusionar tradición e historicismo y ofrece una interpretación "de las de toda la vida". Diríase incluso que en exceso: ya que tiene a su servicio a la orquesta más rotunda del orbe terrestre, el maestro decide "sacar músculo" y recrearse en las sonoridades graves otorgándoles gran protagonismo. Asimismo se decide a exagerar los claroscuros más o menos "germánicos" de la partitura con la clara intención de epatar, pero sin que el idioma verdaderamente beethoveniano termine de surgir. A la postre no termina de sintonizar con la página, que bajo su batuta –más tarde hablaré del solista– resulta tan vistosa como superficial.


La segunda sorpresa es mucho más reciente: toma radiofónica que circula por internet del Concierto para piano nº 3 interpretado el 13 de abril pasado –es decir, hace tan solo tres semanas– frente a la Sinfónica de San Francisco, con Paul Lewis como solista. La diferencia con el registro con la Pires cinco años anterior es enorme, pero también se nota el avance con respecto al Emperador. Ahora no solo no hay ni rastro –ni el más mínimo– del movimiento “históricamente informado”, sino tampoco de ese exceso de músculo o de esa cierta impostura que lastraban el disco de DG. Este es un Concierto nº 3 cien por cien tradicional, cien por cien sensato, cien por cien Beethoven (¡no Mozart, como le ocurriera en su citada grabación con la lisboeta!) y de extraordinaria musicalidad. Cierto es que en el primer movimiento se echa de menos el pathos genial de Klemperer, y en el segundo el intenso amargor tanto de este último como de Barenboim –sobre todo en su grabación con la Staatskapelle–; pero la lectura de Harding sabe ser intensa y comunicativa, ofrecer sentido de lo apolíneo sin caer en una equivocada “sosería clásica”, frasear con ligereza sin resultar aéreo, cantar maravillosamente las melodías y ofrecer su punto de chispa y jovialidad, incluso de coquetería, sin necesidad de mirar a la galantería dieciochesca. Todo ello obteniendo de la orquesta californiana un sonido ideal para el autor que posee esa pátina de calidez, de terciopelo, de densidad bien entendida y de claroscuros no violentos que entroncan con la mejor tradición interpretativa europea. ¡Menudo cambio el de Harding!

Sobre los solistas no hay mucho que decir. Yundi Li recrea el Emperador con insuperable agilidad y asombrosa capacidad para regular la dinámica del sonido, pero se muestra considerablente aséptico, cuando no rutinario e incluso mecánico, por completo incapaz de destilar poesía de los pentagramas. Solo se salva el tercer movimiento; los otros dos, sencillamente mal. Mucho mejor Paul Lewis en el Tercero: aun no muy variado en los acentos y adoptando un enfoque antes luminoso que doliente, el pianista inglés ofrece una recreación sensata e inspirada, apolínea en el mejor sentido y a la postre muy plausible.

Y ahora, la gran pregunta: ¿confirmará Harding este gran giro en sus maneras de abordar la interpretación beethoveniana, o volverá en el futuro a mirar a las historically informed performances? Porque este señor es impredecible. De momento, espero disfrutarle mañana mismo a las tres y media la Primera de Bernstein y la Quinta de Mahler al frente de la Filarmónica de Viena en la mismísima Musikverein. Comprenderán que ando muy ilusionado con el viaje.

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