Considero a Koompan un enorme bachiano. Puede que al clave se pase un poco con la ornamentación, pero su integral de la obra para órgano es una maravilla –a mí sí me gusta su libérrima manera de frasear en las páginas más visionarias– y su dirección frente a la Orquesta Barroca de Ámsterdam en páginas orquestales, conciertos y cantatas resulta admirable por su perfecta conjunción entre estilo, entusiasmo y musicalidad. En esta interpretación berlinesa ha hecho gala de semejantes virtudes pero, como dije antes, sin convencer en todos los números por igual.
A mi entender, el maestro da lo mejor de sí mismo en aquellos que son más extrovertidos (Cum Sancto Spiritu, Hosanna), a los que sabe llenar de fuerza, de brillantez, incluso de espectacularidad bien entendida, derrochando fuerza y entusiasmo tales que a veces se coloca al borde del desbordamiento. Pero en los más introvertidos, en aquellos que demandan recogimiento, atmósfera y una particular mezcla de súplica, fervor e inquietud ante lo sagrado (primera parte del Kyrie, Qui tollis, Crucifixus, Agnus Dei), Koopman resulta algo distante en la expresión, poco sensual y no del todo espiritual. Incluso un punto soso. O sea, nada que ver con la histriónica gestualidad con la que se comunica con la Filarmónica de Berlín. Esta suena bajo sus órdenes con una absoluta propiedad estilística, articulando sus integrantes con agilidad e incisividad sin necesidad de caer en excesos, ofreciendo una asombrosa depuración en el trazo polifónico y derrochando esa mezcla de virtuosismo y musicalidad que es propia de la que se encuentra justamente considerada como una de las mejores orquestas del mundo.
El Coro de Cámara de la RIAS también está formidable, en todos los sentidos: afinación, empaste, claridad y expresividad. En lo que al cuarteto vocal se refiere, me quedo con la soprano cubana Yetzabel Arias Fernández y, sobre todo, con la contralto alemana Wiebke Lehmkuh, de voz espléndida y apreciable compromiso expresivo. Su Agnus Dei, acompañada al órgano por el propio director, resulta muy emotivo. El tenor Tilman Lichdi se limita a cumplir con solvencia, mientras que el bueno de Klaus Mertens es el punto negro de la velada: se le escucha con la simpatía y el cariño que se merece quien lleva tanto tiempo cantando a Bach junto a Koopman, pero a estas alturas no está para muchos trotes. O para ninguno.
Repaso mis notas sobre las diversas grabaciones que tengo en mi discoteca. Solo la de Klemperer, discutibilísima en lo estilístico, me produce la conmoción emocional que supone esta partitura debe generar. Ni Richter, ni Jochum, ni Giulini ni Celibidache me acaban de convencer, por diferentes motivos. Ni Gardiner, ni Herreweghe, ni Suzuki ni Junghänel. A la postre, y dejando al lado al genio de Breslau, es Koopman quien a mi modo de ver alcanza un mejor equilibrio entre estilo y expresión. Así que con él me voy a quedar, sobre todo con esta filmación berlinesa que ahora comento. Y no solo por el maestro: ¿se habrán escuchado así alguna vez en esta obra todas y cada una de las intervenciones de los obbligati?
9 comentarios:
Como anécdota sobre esta Misa recuerdo que la interpretó Markevich con la ORTV dándole un inequívoco ritmo "jazzistico".
Pocas veces he visto al público, los jóvenes de entre 20 y 30 años, tan acalorados por la herejía acorralando a Odón Alonso y pidiéndole explicaciones.
Alonso susurraba , sorprendido por la reacción, que el maestro la interpretaba como la sentía.
Yo era la primera vez que escuchaba la obra y ya sentí que estaba como ante las grandes: en el linde con el otro lado.
Ya entonces se cuarteaba la forma monolítica de interpretar a Bach.
Muy interesantes los comentarios sobre Markevitch. La Misa en si menor por Brügguen no la conozco, pero sí el Oratorio de Navidad del holandés, que pude escuchar en directo. Me defraudó.
La Misa en Si Menor de Bach es una de mis obras favoritas. Se puede tratar desde muy distintos enfoques. Suzuki es por ejemplo camerístico. Klemperer es todo lo contrario.
Si hay una lectura menos barroca, según la moda actual, esa es la de Klemperer... y sin embargo...
... me pasa igual que a Fernando. Aún se me ponen los pelos de punta cuando le escucho desplegar esa inmensa muralla sonora del Kyrie.
Totalmente de acuerdo, escuchar esa versión de Klemperer que escapa a toda definición es una experiencia casi trascendente. En mi caso es que fue la primera que escuché. La de Suzuki me gustaría escucharla, de entre los historicistas yo recomiendo la lectura de Bruggen, no sé si la conocéis. Es adusta y tiene grandeza, aunque algunos solistas gusten más o menos... Saludos
No se como agradeceros que me descubriérais la versión de Klemplerer. Había escuchado varias versiones de esta misa (vaya comienzo maravilloso) que en su primer movimiento, quitando que estamos hablando de Bach y de su nivel inalcanzable siempre se me había hecho largo, esa fuga está muy alargada. Antes de ayer escuché la versión de Klemperer que no sé como definir, ¿serena y profunda?, que profundiza en todo lo que hay de misterioso y místico en la obra con paso lento y seguro, trasluciendo la infinidad de detalles de los juegos corales, de los vientos.. Es paradójico que se pueda degustar tanto y mantenga tan bien la tensión y la atención siendo así de serena. Como que me la escuché casi entera de una sentada, cuando no había pasado nunca de los primeros movimientos.
Un saludo!
A mi la versión de Klemperer no me acaba de enganchar, aunque la de Celibidache la suelo oir a menudo y me gusta bastante. Ademas tiene tempi animados y los solistas son de gran calidad. En cuanto a Koopman me pasa con este director y solista que se cree demasiado el Glenn Gould del clave y el órgano haciendo muchas veces versiones con muchas florituras y añadidos. El primer vinilo que tuve de el, un archiv de Bach de obras de órgano, me parecio siempre desatado y sin la sobriedad que podemos encontrar en Walcha o Alain.
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