miércoles, 14 de junio de 2017

Petrushka y Pulcinella por Abbado

He conseguido "vía Rusia" –el navegante bien informado ya sabe a qué me refiero– el SACD editado en Japón que incluye las interpretaciones de Petrushka y Pulcinella registradas por Claudio Abbado para Deutsche Grammophon al frente de la Sinfónica de Londres en la etapa en la que el maestro milanés era titular de la referida formación. No las conocía. Me han gustado mucho, aunque más la lectura de la primera de las obras, que me parece fenomenal, que la de la segunda.


Petrushka recibe una interpretación marcada por la vivacidad, la chispa y el carácter bullicioso de una batuta a veces algo más apresurada de la cuenta, pero depuradísima y precisa en la tímbrica –incisiva en su grado justo–, clara en las texturas, llena de ritmo y muy certera a la hora de diferenciar en lo expresivo a cada uno de los personajes y las situaciones que ofrece la genial partitura stravinskiana, si bien en una línea más caricaturesca que otra cosa; al contrario que Bernstein, Dohnányi o Chailly, Abbado decide no humanizar a los protagonistas de la acción y dejarlos en lo que son, unos muñecos. Un incisivo y nervioso –en el mejor de los sentidos– piano de Leslie Howard redondea una realización de enorme altura.

En Pulcinella también priman una luminosidad, una chispa, un sentido del humor y unas ganas de vivir irresistibles. Ahora bien, aquí a Abbado se le va un poco la mano y resulta, en más de una ocasión, en exceso nervioso en el fraseo, por momentos pimpante. Esto no significa que descuide la sensualidad y el sentido cantable que asimismo anidan en esta música, pero lo cierto es que tales aspectos los ha sabido poner de relieve bastante mejor Pierre Boulez (¡quién lo diría!) en la interpretación, muy diferente a ésta, aquí hace poco comentada. La Sinfónica de Londres, tratada con incisividad adecuada, responde con encomiable virtuosismo a los requerimientos del maestro italiano, mientras que el equipo de cantantes ofrece un digno nivel: correcto Neal Davis, solvente John Shirley-Quirk y más interesante en lo vocal que en lo expresivo –aun elegantísima– nuestra Teresa Berganza.

En el SACD el sonido de Petrushka, registro realizado en septiembre de 1980, es asombroso: limpio, natural y de admirable brillantez en el agudo. No sé cómo se las han apañado los chicos de Esoteric, pero parece claro que muchas de las últimas grabaciones analógicas eran en origen mejores que las primeras digitales. La toma de Pulcinella, de 1978, es menos buena. Si saben dónde encontrar este disco, no hace falta decir más.

1 comentario:

Unknown dijo...
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¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...