Fin de semana en Madrid improvisado la misma mañana del viernes al pillar, tras repetidos intentos, una entrada decente para Parsifal. Miré a ver qué más había y me encontré con un precioso programa Mendelssohn, Schönberg y Dvorák por la Orquesta Sinfónica de la RTVE bajo la dirección de Leopold Hager. Y al Teatro Monumental, muy cerquita del hostal donde me quedaba esa noche, me dirigí sin dudarlo. El concierto fue de menos a más: discreta la primera parte, formidable la segunda.
Al veterano maestro salzburgués le había escuchado hace años en el Teatro Villamarta, nada menos que con la English Chamber, una obertura de Las Hébridas que me pareció bastante prosaica. La que hizo el otro día de El sueño de una noche de verano me dejó igual de frío: el sonido Mendelssohn fue el apropiado, todo estuvo en su sitio y el gusto del que hizo gala la batuta fue irreprochable, pero la chispa, la sensualidad, el encanto y el sentido del humor brillaron por su ausencia. Gris corrección, pues, lo que en una partitura tan genial como esta resulta insuficiente. Algo más interesante fue la interpretación de La noche transfigurada, sobre todo por algunas muy hermosas frases a cargo de los violonchelos y porque, en general, el fraseo tuvo la adecuada cantabilidad, pero faltaron tensión interna, contrastes tanto sonoros como expresivos y garra dramática.
Descubro mientras escribo estas líneas –quedan algunos viejos textos míos en la red– que hace años le escuché a Hager una Séptima de Dvorák que me gustó mucho. Pues bien, la Sexta del otro día me pareció extraordinaria. Por un lado, el maestro hizo gala de un excelente control de los medios y de un perfecto idioma, equilibrando rusticidad sonora con calidez y nobleza, pero sin que sonara en exceso a Brahms. Por otro, derrochó entusiasmo controlado, sabor popular, chispa y una gran vuelo melódico, sabiendo además atender a los momentos altamente dramáticos que alberga el segundo movimiento y al carácter jubiloso del final. Habrá sensibilidades que prefieran enfoques más líricos en una obra que, efectivamente, se puede prestar a ello –el otro día estuve escuchando la grabación luminosa, fresca y evocadora de Marin Alsop–, pero esta de Hager, viril y poderosa sin que faltara carga poética, fue sin duda espléndida.
La Sinfónica de la RTVE, por su parte, realizó una admirable labor a lo largo de toda la velada. ¿Por qué no acuden más melómanos a escucharla con regularidad? Las entradas son muy baratas y a veces se encuentra uno con joyas como este Dvorák.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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4 comentarios:
Fernando:
Si eres tan amable ¿me podrías explicar qué significa el "sentido del humor" en la música?
No, no soy capaz. ¿Algo parecido, quizá, a lo que despliega Haydn en la mayoría de sus sinfonías, por hablar de "humor blanco", o lo que posee Shostakovich en las suyas, por hablar del "humor negro"? Porque me parece tan difícil de explicar como fácil de reconocer.
Don Fernando, ¿sería posible una discografía comparada de esta sexta sinfonía de Dvorak? Es quizá menos conocida que las 7,8 y 9 pero a mí me gusta tanto como estas.
La versión de Andrew Davis en CBS (ahora Sony) recibió inmejorables críticas siempre.
AAL
Me temo que no estoy en condiciones de hacerla. Efectivamente, de la de Andrew Davis conservo excelente recuerdo. Lo mismo de la de Kertész. La de Alsop me ha gustado mucho (la Sexta, no tanto las tres siguientes). La de Chung es muy buena, pero no me termina de convencer. La de Kubelik no la he escuchado. Y ya no conozco más, aunque tengo pendiente la de Bělohlávek. Sorry. De la Novena sí que espero hacer pronto una discografía, porque la lista de anotaciones que guardo sí es ya larga. Un saludo.
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