miércoles, 7 de octubre de 2015

Al cine con John Mauceri y la LPO

Hacía tiempo que John Mauceri (Nueva York, 1945) no grababa nada de música de cine, y de pronto ha vuelto al género en el que tanto se prodigó allá por los años noventa por partida doble. Primero, con un disco dedicado a Hitchcock que de momento no ha llegado a mis manos, aunque mientras escribo estas líneas lo estoy escuchando a través de Spotify. Segundo, con un doble compacto del sello de la London Philharmonic Orchestra que recoge un concierto ofrecido por la formación británica el día 8 de noviembre de 2013 dentro del festival The Rest is Noise, inspirado en el libro homónimo de Alex Ross. Este sí que lo he pillado, así que voy a decir algunas cosillas.

Mauceri Genius Film Music

El programa en principio carece de lógica alguna, no encuentra coherencia ni hilo argumental más allá de que todas las partituras fueron escritas para la pantalla grande, pero las notas escritas por el propio Maureci, modélicas y en muchos aspectos reveladoras, nos pone sobre la pista: ofrecer un panorama lo suficientemente variado de la composición para el cine desde los años sesenta hasta los ochenta, revelando una serie de lenguajes tan eclécticos como atractivos que logran el milagro de ser al mismo tiempo populares y cultos, accesibles para todos –el requisito de la comunicación es imprescindible– y rigurosos en la escritura, planteando unas vías musicales alternativas y llenas de posibilidades frente al “compromiso con la modernidad” que se ha exigido –y se sigue exigiendo, pues los oscuros inquisidores de la vanguardia siguen en activo– a quienes componen para las salas de concierto.

Programa, ya digo, tan variado como lleno de interés. Tras la celebérrima fanfarria de Alfred Newman para la 20th Century Fox viene lo más valioso del disco: Cleopatra Symphony, arreglo del propio maestro neoyorquino enlazando los momentos más importantes de la partitura de Alex North para el filme protagonizado por Elizabeth Taylor. El doble CD de Varèse Sarabande con la banda sonora completa, además de sufrir una toma sonora mediocre, resulta interminable en su audición, pero estos veinticinco minutos recogen música de excepcional calidad en la que los atrevimientos tímbricos y armónicos de North enganchan de inmediato, al tiempo que emocionan sin remedio los dos bellísimos temas de amor.

A continuación, una suite de la música escrita por Nino Rota para las dos primeras entregas de El Padrino, arregladas con enorme acierto por Mauceri siempre siguiendo las partituras originales– para componer, mucho antes que una suite de temas más o menos convencional, un fascinante mosaico de estilos –de la ópera al jazz pasando por la música popular–, atmósferas y connotaciones expresivas. Además, se escuchan temas que no aparecían por ninguna parte en los discos de las respectivas bandas sonoras, mal grabadas y pobremente editadas. He hecho la prueba, y estos quince minutos se disfrutan más que los referidos compactos.

La primera parte se cierra con la pegadiza y espectacular cabalgada de los cosacos de Taras Bulba, que no aporta nada en especial porque ya la había grabado fabulosamente –y con toma sonora sensacional– en los años setenta Charles Gerhardt en su fabuloso registro dedicado a Franz Waxman.

No descubro nada nuevo diciendo que la música de Bernard Herrmann para Psicosis es una de las partituras más descomunales escritas nunca para el cine, no solo por su calidad musical intrínseca, sino también por su inteligencia a la hora de dialogar con la imagen, además de una lección magistral sobre como sacar provecho tímbrico de una orquesta de cuerda. Curiosamente, fue John Mauceri la primera persona que ofreció en concierto esta suite preparada para el disco por el propio Herrmann. Hace poco lo han hecho nada menos que Rattle y la Berliner Philharmoniker, y de manera espléndida. No menos bien están aquí la London Philharmonic y un Mauceri plenamente entregado a ofrecer acentos expresivos.

Se escucha con agrado la suite de Mutiny on the Bounty, aunque a mí la música de Bronislaw Kaper me parece un tanto impersonal. Estupendo el fragmento “The New Enterprise” de la primera de las películas de Star Trek, demostración de que Jerry Goldsmith no solo dominaba rítmicas straviskianas y tímbricas novedosas, sino también las melodías épicas de alto vuelos; no vamos a ocultar, todo hay que decirlo, que tanto el compositor como la batuta terminan sucumbiendo a la tentación del decibelio. El contraste con el “Deborah’s Theme” de Once Upon a Time in America, puro Ennio Morricone en modo melancólico –Mauceri detecta ecos de Mahler– aunque pasado por el filtro del arreglo de Henry Mancini, no puede ser más grande.

La propina la pidió la orquesta, porque fue ella la que grabó la banda sonora original: temas principales de Lawrence de Arabia, muy abreviados para la ocasión por Mauceri. Como curiosidad, en los títulos de crédito de la cinta de David Lean se aseguraba que la batuta la empuñaba Adrian Boult, pero lo cierto es que el maestro británico, como afirmó en una entrevista el propio Maurice Jarre, no dirigió una sola nota de la partitura.

La toma de sonido no termina de convencer debido a la problemática acústica del Royal Festival Hall, pero posee presencia y relieve. Ojo: una vez que me compré el doble compacto, descubrí que venden on-line una descarga en alta definición que debe de sonar bastante mejor. ¡Lástima no haberlo sabido antes! Por lo demás, un disco que recomiendo a todo el mundo, desde los que ya tienen mucha música de cine en su casa hasta los que apenas conocen nada. Eso sí, los que opinan que esto no es “música de verdad”, abstenerse.

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