lunes, 26 de enero de 2015

La metamorfosis de Chailly: Novena de Mahler

MAHLER: Sinfonía nº 9.Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig/Riccardo Chailly.
Accentus ACC 20299
DVD 85’59 (+29’13’’)
16:9 PCM – DD 5.1 – DTS 5.1
Ferysa
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Desde que se movió de Ámsterdam a Leipzig, Riccardo Chailly empezó un proceso de metamorfosis en el que parece arrepentirse (mejor dicho: quiere dejar bien claro que se arrepiente) de sus posturas interpretativas anteriores, léase “tradición”, para lanzarse en una “búsqueda de las fuentes” (creo que esa es la expresión que utiliza en los extras de este lanzamiento) que termina traduciéndose en la búsqueda de la ligereza en tres sentidos: de velocidad, de densidad sonora y de expresión. Esto en Mahler significa alejarse de languideces contemplativas, de tempi dilatadísimos, de trances pseudomísticos, de pretenciosidad y de autoindulgencia (estas dos últimas expresiones también las utiliza el maestro); dejarse de divagaciones psicoanalíticas y de narcisismos sonoros para lanzarse en búsqueda de la esencia de la música, en definitiva, lo que está muy bien.


El problema es que eso ya lo había conseguido Chailly en su espléndida integral para Decca, muy especialmente en una Novena (junio de 2004) de verdadera referencia. En esta nueva grabación, realizada entre el 6 y el 8 de septiembre de 2013, se le va la mano. Conserva de aquélla su portentosa planificación, su riquísimo sentido del color, su plena asunción de los elementos vulgares consustanciales a esta música y su atención a los aspectos precursores de la II Escuela de Viena (atrevimientos tímbricos y armónicos puestos en primer plano), pero el empeño del milanés por “limpiar adherencias” le conduce no solo a ir mucho más rápido que antes, sino también a desdeñar la emotividad trascendente, a buscar sonoridades livianas en la cuerda y a frasear los pasajes líricos de manera más bien frívola. ¿Les suena? Sí, lo de Abbado, aunque sin la sosería expresiva que afectaba a su paisano.

Todo ello, en cualquier caso, se debe aplicar solo a los dos primeros movimientos de esta Novena, un Andante comodo que arranca con blandura y continúa alternando momentos muy logrados con otros que pueden irritar, y un Scherzo vistosísimo pero en exceso lúdico. El Rondo es sensacional: visceral, arrollador pero siempre controlado, además de una verdadera lección de virtuosismo por parte de la batuta y de la orquesta. Otra cosa es que en la carpetilla Julia Spinola se empeñe en que el milanés descubre en él “un sentido del humor negro drástico y expresionista”, cuando hubo un señor llamado Otto Klemperer que hizo eso mucho antes y lo llevó hasta sus últimas consecuencias. ¿Y el Finale? Pues miren por dónde, aunque Chailly declara que esto no es una “despedida de la vida”, aquí no se empeña apenas en aligerar las cosas y sabe ser intenso, emotivo y dramático. ¡Menos mal! Dos estrellitas para el primer movimiento, tres para el segundo y cuatro para el resto. Imagen y sonido, formidables.
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Artículo publicado en el número de enero de 2015 de la revista Ritmo.

1 comentario:

Bruno dijo...

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