miércoles, 28 de agosto de 2013

Debut de Heras Casado en Chicago: Falla magnífico, impresionismo no tanto

He hablado varias veces de Pablo-Heras Casado en este blog, la última ocasión con motivo de Il Postino en el Teatro Real, y casi siempre de manera altamente positiva. Pues bien, ahora he tenido la oportunidad de escuchar la toma radiofónica de una de las sesiones del mes de mayo de este mismo año con las que se presentaba al frente de la que quizá siga siendo la mejor orquesta del mundo: la Sinfónica de Chicago. Ravel, Debussy y Falla en los atriles, con la complicidad de su paisana la cantaora Marina Heredia para hacer la versión ballet de El amor brujo. Irregulares los resultados.

Heras Casado CSO

La velada comienza con Le tombeau de Couperin. Curiosamente, el maestro granadino coincide en virtudes e insuficiencias a la hora de enfrentarse a esta obra con las realizaciones de los anteriores titulares de la formación norteamericana, Sir Georg Solti y Daniel Barenboim (Decca 1980 el primero, DVD de 1997 el segundo, este último con la Filarmónica de Berlín), ofreciendo una una aproximación vitalista y extrovertida, dicha con garra y no exenta de sentido del humor, pero un tanto corta en vuelo lírico, carácter efusivo y esa sensualidad típicamente raveliana tan difícil de conseguir sin caer en el mero hedonismo. En cualquier caso, el maestro granadino alcanza un grado de inspiración superior al de sus dos citados colegas, que en esta partitura anduvieron un tanto despistados. Ni que decir tiene que el virtuosismo y la musicalidad de las maderas de Chicago, bien conducidas por una batuta que sabe ser analítica sin parecerlo, son para quitarse el sombrero.

Sigue una de las obras menos felices de Debussy, el ballet La boîte à joujoux (La caja de juguetes): se nota que la orquestación es de André Caplet y no del genial compositor. El joven maestro acierta sobre todo en la vertiente más extrovertida, humorística y hasta gamberra de la partitura, a la que sabe dotar de inmediatez, teatralidad y buen pulso narrativo. Ahora bien, de nuevo se queda algo corto en sensualidad y en atmósfera propiamente impresionista. Tampoco vendría mal un poco más de encanto, de inocencia.

Que Heras-Casado no termina de sintonizar con Ravel lo demuestra la muy decepcionante recreación de la Pavana para una infanta difunta que abre la segunda parte: se encuentra dicha con encomiable musicalidad y sin el menor amaneramiento, pero no se destilan en ningún momento la sensualidad, la poesía y la magia sonora que albergan los sublimes pentagramas.

Mucho mejor El amor brujo. Ante todo, esta es una lectura insuperable desde el punto de vista técnico: es imposible tocar con más virtuosismo que el de la Sinfónica de Chicago, y muy difícil que se escuchen tantos detalles del entramado orquestal como los que consigue Heras-Casado sin renunciar al perfecto empaste y sin tener que recurrir a unos tempi excesivamente lentos.

En lo interpretativo, el joven maestro por fin da verdadera cuenta de su talento y ofrece, como no podía ser menos, una interpretación muy granadina: orientalizante a más no poder –sobre todo en el tratamiento de las maderas–, con mucho duende, sensual sin caer en el hedonismo, equilibrada entre el difuminado impresionista y la incisividad stravinskiana sin acercarse a ninguno de los dos terrenos, y por ende atenta a la concentración meditativa pero también a la garra teatral, aunque aquí la fuerte compresión dinámica de la retransmisión radiofónica “corta el punto” al oyente en algunos momentos decisivos.

Por lo demás es la suya una interpretación de irreprochable ortodoxia, con la excepción de una Pantomima menos ensoñada y más ardiente de lo que se suele escuchar. La cantaora Marina Heredia, a la sazón también granadina, contribuye con dignidad y tomándose excesivas libertades a poner un toque jondo que aparta a esta interpretación de otras escuchadas a la misma orquesta, como la de Reiner con la Verret o la de Barenboim con la Larmore. Si les interesa, pueden escuchar el concierto completo en Spotify.

Ah, por cierto, mañana sale a la venta el CD con el que Heras-Casado debuta en Harmonia Mundi: Sinfonías Tercera y Cuarta de Schubert. A tenor de lo escuchado en Granada con las mismas dos obras e idéntica formación, la Orquesta Barroca de Friburgo, los resultados se esperan tan desiguales como en esta velada de Chicago. Veremos.

2 comentarios:

bruckner13 dijo...

Fernando, tus archivos locales no se pueden compartir por Spotify. La propia CSO ha publicado en streaming este concierto en su web: http://cso.org/ListenAndWatch/Details.aspx?id=24496

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Tienes toda la razón. Los archivos no los subí yo a Spotify, sino que los conseguí en el grupo Concertarchive, pero alguien paralelamente los subió allí. Pensé que había alguna manera de insertar esos enlaces. Ya los he eliminado en el texto de la entrada.

En cualquier caso, los lectores tienen dos opciones: ir al enlace que tú recomiendas de la Sinfónica de Chicago, o buscar "Heras Casado" en Spotify. Gracias por advertir mi error.

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