La gracia de esta ópera es que está completamente fuera de su tiempo. Está escrita por un mexicano en el siglo XXI, pero podría pertenecer perfectamente a algún italiano cien años anterior, con su marcado melodismo, sus texturas orquestales de ribetes impresionistas y su interés pleno por el “bien sonar”. Música “para todos los públicos”, en definitiva, sin apenas pliegues inquietantes, marcadamente conservadora, que se escucha con tanta facilidad como se olvida, pero que produce innegable placer durante las dos horas y media que dura, siempre y cuando no ande uno con prejuicios trasnochados sobre la necesidad de “compromiso estético”: tan nefasto resulta el desprecio a esta línea retro por parte de algunos, como el rechazo a los lenguajes bastante más avanzados por parte de los melómanos que no han sabido pasar de Puccini.
Siendo la música de Catán muy agradable, flojea un tanto el libreto, probablemente porque la película El cartero (y Pablo Neruda) en que al parecer está inspirada, que desconozco, no ofrece la suficientes posibilidades dramáticas para desarrollar una trama operística. En cualquier caso la emotividad que desprende sabe ser agridulce sin caer en lo lacrimógeno. El final, con la muerte en flashback del joven cartero durante un mitin obrero, está muy bien resuelto, aunque no conceda protagonismo a un Plácido/Neruda convertido, lógicamente, en rey de la función. Por cierto, que no deja de resultar sorprendente que una persona de ideología tan conservadora como el tenor madrileño sienta semejante apego por una obra de muy obvias simpatías por la izquierda y por un personaje en su momento por completo vinculado al comunismo.
La batuta de Grant Gershon parece francamente notable, aunque es posible que en Madrid Pablo Heras-Casado, si arriesga mucho en lo expresivo, puede extraer un punto más de tensión dramática a una partitura que, la verdad, tampoco da especial juego dentro de su agradable simplicidad. La puesta en escena de Ron Daniels, sensata y bien realizada. Lo dicho: para todos los públicos.
2 comentarios:
Tengo curiosidad por este Cartero, y tu crónica me parece que se adapta bastante a lo que podía esperar a priori, por lo que he podido ver en Youtube.
Dos datos que me permito añadir: el primero es que Daniel Catán escribió la obra, como dices, por encargo de Domingo, pensando en él como Neruda y en Rolando Villazón como cartero, pero la operación de este en 2009 impidió que la estrenara.
La segunda es que no es nada extraño que la obra sea en español (y no en italiano). Aunque la mayoria de la gente tiene su referente en la película italiana, con Philippe Noiret y Massimo Troisi como protagonistas, en realidad el film está basado en la novela "Ardiente paciencia", del escritor chileno Antonio Skármeta. Saludos!
Gracias por las puntualizaciones, Teresa.
Lo de la novela lo sabía, pero quise dejar al margen el dato para no hacer la entrada en exceso pesada. De lo de Villlazón la verdad es que no tenía idea: hubiera sido muy morboso ver a Plácido y Rolando cantando juntos en una misma ópera, aunque no sé si hubiera funcionado.
Al final, ay, una embolia pulmonar nos deja sin Plácido en las funciones madrileñas. ¡Qué lástima! Espero que se recupere pronto.
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