jueves, 1 de noviembre de 2012

Plácido, otra vez

He estado esta noche en la tercera y última función de la Thaïs que ha ofrecido el Teatro de la Maestranza. No tengo ni tiempo ni fuerzas para escribir ahora. Espero hacerlo más adelante, quizá después del puente. Pero sí quiero dejar constancia de dos cosas. La primera, que siendo la misma producción que ya presencié en Valencia, en Sevilla las cosas han funcionado aún mejor por obra y gracia de la batuta de un Pedro Halffter que ha demostrado sintonizar plenamente con la peculiar mezcla de sensualidad y espiritualidad del título irregular de Massenet; estupenda por otro lado Nino Machaizde a pesar de sus problemas con los sobreagudos.

La segunda, que Plácido Domingo me ha vuelto a emocionar profundamente. Ha tenido -como ocurrió en Valencia- momentos malos y momentos buenos, pero sin duda el saldo ha sido muy positivo. Además, para quienes somos admiradores del artista madrileño esta actuación ha sido ese “una vez más” por el que siempre suspiramos cada vez que le vemos en escena, temiendo que la presente ocasión pueda ser la última. Pero no, el milagro se prolonga, y esta vez ha sido en Sevilla y en un teatro al que quienes nos hemos criado musicalmente en él estábamos deseando que volviera. La próxima, I due Foscari en Valencia. Hasta pronto, maestro.

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