De la película apenas tenía memoria. La he vuelto a ver en una copia digna (por desgracia no el Blu-ray) que respeta el formato y conserva sonido estereofónico. Independientemente de que sea una completa falsificación histórica, me ha parecido bastante floja, tanto por la plana dirección de Michael Curtiz como por la tremenda sosería de los protagonistas masculinos, Edmun Purdon, Victor Mature y Michael Wilding, este último en el rol de Amenofis IV/Akenatón; solo Peter Ustinov logra insuflar humanidad a su personaje. Jean Simmons, Bella Darvi y Gene Tierney (Merit, Nefer y Baketamon respectivamente) son a cual más increíblemente bellas, pero desde el punto de vista dramático están desaprovechadas. Lo mejor, el guión de Philip Dunne y Casey Robinson sobre la novela de Mika Waltari.
La música. A ver, siempre se ha dicho que la colaboración entre los dos compositores no funcionó. Hasta ahora yo también lo he creído. Lo sigo manteniendo en parte, pero ahora debo matizar porque hasta cierto punto me he reconciliado con la obra. Flojo, realmente flojo, es el tema sinfónico-coral de los títulos de crédito, en el que Bernard Herrmann no solo incorporó una melodía entregada por su colega, sino que quiso imitar el estilo de este, concretamente su admirable creación para La túnica sagrada. Fracasó. También fracasó el propio Newmann, que abusó de panderetas y otras percusiones supuestamente exóticas y no alcanzó, ni de lejos, la inspiración del tema de amor de The robe cuando compuso su melodía para Merit, mostrándose además incapaz de reflejar la inocencia y la ilimitada capacidad de sacrificio del infortunado personaje. El Himno a Atón, sobre un texto del mismísimo Akenatón histórico, tampoco me parece la maravilla que dicen algunos. Sí que resulta muy atractivo el tema vocal asociado con el lujo que rodea a Nefer.
El que aporta las cosas más interesantes, al margen del ya citado fiasco del tema principal, es Herrmann, pues su tratamiento incisivo, oscuro e intensamente coloreado de las maderas impregna de una atractiva atmósfera gótica a la cinta, al tiempo que la agresividad de su escritura para metales aporta la dosis de virulencia necesaria en la historia. Claro que caso la excelencia de su trabajo la alcanza con el tema de Nefer, largo y complejo, muy bello melódicamente y de un romanticismo agónico marca de la casa, si bien puede resultar demasiado “sublime” para una pasión tan carnal como la que el protagonista siente por la despiadada prostituta de lujo. En cualquier caso, puro Herrmann.
La partitura ha conocido varias ediciones discográficas. Durante décadas lo único que circuló fue el disco oficial de la película, que no incluía lo que se escuchaba en la cinta sino una regrabación en la que Alfred Newmann dirigía con brillantez y energía a la Hollywood Symphony Orchestra and Chorus (sic) en una selección tanto de su propia música como de la de Herrmann, aunque tendiendo a llevar el agua a su molino y sin especificar qué pertenecía a cada uno. El sonido era monofónico y de aceptable calidad, al menos en la edición en compacto realizada hace años por Varèse que tengo en mi discoteca: por lo visto el vinilo sonaba mucho peor.
La banda sonora original auténtica, con sonido estéreo y con la parte de Herrmann dirigida por el propio autor, no llegó hasta la edición de Film Score Monthly realizada en 2001, setenta minutos en total ampliados en fechas más recientes por Varèse Sarabande en un doble compacto de tirada limitada. Ninguno de los dos los he tenido en mi poder, así que lo que he podido escuchar es lo que viene en la caja arriba reseñada: todas las pistas de Herrmann aisladas más un par de bonus tracks, sumando un total de 52 minutos. Suena francamente bien para ser de 1954 y está espléndidamente dirigida desde el podio.
Una alternativa es la grabación digital realizada por el sello Marco Polo en abril de 1998, contando con John Morgan en la reconstrucción de la partitura y con William Stromberg digiriendo a la Sinfónica de Moscú. La toma sonora podía haber sido aún mejor, pero se ofrece una buena selección de 71 minutos, centrada sobre todo en Herrmann, en la que solo se echa de menos el tema vocal para Nefer escrito por Newman. La dirección me ha vuelto a parecer -he escuchado de nuevo el disco- francamente meritoria. Además, Stromberg tiene el cuidado de respetar los estilos de batuta de cada uno de los compositores: de vibrato intenso y marcados portamenti el de Newman, mucho más moderno el de su colega. Naxos reeditó este disco conservando -solo en inglés- las extensas notas del original, pero con el buen precio que todos conocemos, así que huelgan recomendaciones.
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