martes, 28 de agosto de 2012

La Iberia impresionista de Josep Pons y la Nacional

Anda muy comprometida la división ibérica de Deutsche Grammphon: colección de compactos y DVDs con la Nacional de España más un primer lanzamiento -ignoro si llegarán más- con la Filarmónica de Gran Canaria. Quienes no andan muy comprometidos, salvo honrosas excepciones, son los señores críticos. Repaso lo que se ha escrito por ahí sobre los dos discos más recientes, uno dedicado a Debussy y Ravel y el otro a Ginastera, y poco se concreta sobre la labor de sus respectivos directores, Josep Pons y Pedro Halffter, ni para bien ni para mal. Tampoco se mojan mucho sobre las orquestas. ¿Temor a cabrear al personal, que ya se sabe cómo se ponen algunos cuando no les dicen que todo, absolutamente todo es maravilloso?

Lo que a mí me parece es que si se graba en el sello amarillo es para competir en primera división, y por ende la comparación con las grandes estrellas del firmamento interpretativo -batutas y formaciones sinfónicas- no solo es pertinente, sino necesaria para saber por dónde nos estamos moviendo. En fin, intentaremos opinar por aquí. El disco canario lo dejaremos para un poco más adelante; vamos ahora al dedicado a las más célebres páginas orquestales españolizantes del movimiento impresionista, la Iberia de Debussy por un lado y la Rapsodia española, la Alborada del gracioso y el inevitable Bolero de Ravel por otro.


Josep Pons aborda este repertorio desde la más absoluta ortodoxia impresionista. Misterio, sensualidad, colorido rico y difuminado, texturas sugerentes, un gran peso de los silencios, insinuación antes que explicitud y evidente delectación en la seducción sonora son sus señas de identidad. Para entendernos, parecida línea a la de Celibidache -insuperable recreador de este universo sonoro- y en el extremo opuesto a un Boulez, pongamos por caso. El maestro catalán, además, frasea con elegancia y trabaja con pinceles finos, atendiendo al detalle y permitiéndose incluso iluminar algunos detalles que generalmente pasan desapercibidos, todo ello con la colaboración de una orquesta que parece aquí muy dispuesta a hacer las cosas lo mejor posible.

¿Reparos? La tensión es irregular, alternándose momentos buenos con momentos más bien flácidos, sin nervio, en parte por la relativa lentitud de los tempi utilizados. Pons tiene a veces salidas de tono considerables, en algunos casos en busca del preciosismo o la excesiva ensoñación, en otros -todos los finales- optando directamente por lo verbenero. Y la orquesta, dicho sea con todos los respetos, no puede hacer la competencia a las grandes que han grabado estas mismas obras para el sello amarillo; los metales, sobre todo, dejan que desear.

Concretando un poco, es la Iberia de Debussy lo que más me ha gustado, particularmente su magnífico primer movimiento, que posee además un muy adecuado salero español. El segundo resulta muy sugerente pero quizá algo ensimismado: no estaría mal un mayor sentido de lo inquietante. Más bien deshinchado el tercero, circunstancia que también afecta a su deslavazada Rapsodia española; en el segundo movimiento de la misma hay alguna frase en exceso amanerada, al tiempo que en la sección central del cuarto se cae abiertamente en la blandura. Hay que destacar, no obstante, el espléndido trabajo de las maderas de la Nacional en un “preludio a la noche” muy bien paladeado y modelado con insinuante plasticidad. Mejor la Alborada del gracioso, interpretación de irreprochable idioma que ofrece muchas sugerencias en la sección central; falta un grado más de tensión interna, quizá también de chispa, mientras que en el final se echan de menos una orquesta de mayor fuste.

Para terminar, una obra difícil donde las haya: el Bolero. La página exige un virtuosismo extremo, porque cualquier minúscula corrección que se realice sobre la marcha o una subida de la dinámica solo un pelín más amplia de la cuenta se va a notar. Semejante circunstancia también se da en este lectura, como era de temer, pero no podemos negar a Pons pulso firme y buen control de la arquitectura. El problema es más bien de concepto, pues el maestro obliga a los solistas a sonar con cierta timidez, como si quisiera seducir con la coquetería, e incluso hace que la cuerda suene un tanto velada, contrastando todo ello con la excesiva presencia de las cajas y con un final más bien de cara a la galería. La toma sonora, espléndida en todo el disco, ayuda ofreciendo una buena gama dinámica.

¿Aporta algo este compacto a la discografía de estas obras? Obviamente no, ni parece que fuera esa la intención. Pero resulta muy digno y sirve de tarjeta de visita de la orquesta y su ya ex-titular, con todas sus virtudes y también con sus limitaciones.

6 comentarios:

Andante moderato dijo...

Abbado y la London Symphony (DG): un ciclo Ravel irregular (brillante y lánguido por tramos) al que salva la fabulosa prestación orquestal. Un inmejorable ejemplo que demuestra que un gran director no es siempre un gran intérprete.
Muy equilibrado es el de Dutoit (Decca).
Saludos.

Anónimo dijo...

Fernando, es Vd. muy generoso. Yo piqué como un pardillo y me lo compré, y me parece un auténtico bodrio. Impresentable.

Carlos

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Andante: completamente de acuerdo, el Ravel de Abbado me parece muy irregular y el de Dutoit de una magnífica ortodoxia. Añadiría que las tomas sonoras de DG dejan un tanto que desear y las de Decca son sensacionales.

Carlos: gracias por compartir su opinión. Le aseguro que no tenía ninguna intención de "ser generoso" con este disco, ni menos aún de lo contrario, "hacer sangre". Simplemente he intentado decir lo que me parece: esto último es algo que le cuesta entender a muchos artistas, que se piensan que detrás de cada palabra que uno escribe por ahi hay alguna segunda intención oscura y malévola, dicho sea de paso.

El disco me ha parecido digno, por momentos magnífico, pero en conjunto lejos de lo ideal. Nada más, nada menos. Lo mismo otro día vuelvo a él y cambio de opinión. Saludos.

Anónimo dijo...

Gracias Fernando. Pero que conste que lo de "generoso" no iba con segundas, lo decía porque en mi opinión, dejando aparte lo que vd. ha escrito acerca de la pobre "ejecución" orquestal (esto sí va con segundas), la dirección me ha parecido un mera lectura, alternando el solfeo más grosero con la absoluta falta de sensualidad. Menudo cóctel. Y repito: habla un "bobo" que se compró el disco. La próxima vez...

Carlos

Anónimo dijo...

Por cierto, Fernando, y ya que estamos con Ravel... ¿ha pensado hacer una de sus magníficas comparativas discográficas sobre "Daphnis & Chloé" (el ballet completo)? Ahí le dejo el guante...

Un saludo
Carlos

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Carlos, sinceramente pienso que el disco de Pons va más allá del mero solfeo; en muchos momentos se ve la intención de hacer las cosas con esmero, con detalle, con cierta imaginación incluso.. Otra cosa es que la ONE y su titular no den para más, que es quizá lo que pasa aquí.

Mis comparativas distan de ser fantásticas, pero de todas formas se agradece el elogio, porque -eso sí- están curradas y gusta ver que la gente aprecia el tiempo invertido. Daphnis es una obra que adoro, pero creo que no tengo más de seis o siete versiones: demasiado poco para una comparativa, de momento. Sim embargo, sí que espero sacar una de la Rapsodia Española, aunque no sea con más de veinte o veinticinco grabaciones. Saludos.

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