Ya de camino para mi tierra, y después de ver anoche la Lucia de Lammermoor del Maestranza, acudí esta misma mañana a la clausura de Festival de Música Antigua de Sevilla. Lo protagonizaba la Orquesta Barroca de la localidad, por suerte en un recinto mucho más adecuado para sus dimensiones y características que las habituales iglesias medievales o barrocas. El gran Christophe Coin se encargaba de la dirección y del violonchelo en un programa con obras de Haydn, Boccherini y un tal Cayetano Brunetti (1744-1798), compositor italiano que reside en Madrid desde su adolescencia y trabaja en la corte de Carlos III para finalmente convertirse en director de la Real Cámara en tiempos de Carlos IV.
Tras algún ligerísimo desajuste en el arranque, la OBS deslumbró con un sonido poderoso, firme en el grave, ácido sin pasarse en el agudo y dotado de una rusticidad bien entendida que no dejó de recordar, en su conjunto, al del Ensemble Baroque de Limoges del que es titular el músico francés, lo que vino a confirmar la flexibilidad de la admirable orquesta sevillana. Coin dirigió con impresionante brío y sentido dramático la obertura de L’isola disabitata de Haydn; al menos en sus secciones extremas, porque la central se me antojó un punto pimpante. Al final se impuso la más intensa sobriedad neoclásica.
Vino a continuación el Aria Accademica nº 2 “Se non ti moro allato”, para soprano y cuerda, de Luigi Boccherini. La música no me pareció estimulante, la verdad, pese a que Raquel Andueza lució una voz de calidad, especialmente hermosa en el centro. Suprimida del programa –por su extensión- la Sinfonía nº 23 del citado Brunetti, vino a continuación el Concierto nº 1 para violonchelo de Haydn. ¡Esto sí que es música! Rostropovich –esta obra estuvo siempre vinculada a él desde su descubrimiento en 1961- estuvo muy mal de dedos cuando la ofreció hace años en el Maestranza. Lo de Coin, enorme chelista, ha estado mucho mejor: su intensidad y sinceridad, siempre dentro del enfoque sobrio que le caracteriza, fueron admirables. Además, no puedo dejar de aplaudir la manera en la que, alejándose de esos apriorismos que tanto le gustan a los barrokeros radikales, hizo gala de un vibrato (¡y de unos portamenti!) propios del intérprete más descaradamente romántico. Debo añadir, en cuanto a su faceta de director, que le salen mucho mejor los pasajes enérgicos que aquellos en los que tiene que hacer gala de cantabilidad, sensualidad y humanismo. El adagio, en este sentido, me parece que no estuvo del todo bien aprovechado. Tampoco se lo debió de parecer a la delegada de Cultura del Ayuntamiento, Sánchez Estrella (enlace), que se pasó todo ese movimiento navegando con su móvil.
En la segunda parte vino por fin Brunetti. Me esperaba un ladrillo. Ya saben: descubrimiento histórico de un compositor de primera categoría injustamente olvidado, rescatado por unos músicos intrépidos, con merecidas ediciones de la partitura (a cargo del erario público, cómo no) por parte de los investigadores de turno… y perfectamente olvidable pese a los elogios varios más que predecibles en la prensa amiga. Pues no. Es música de segunda, eso desde luego, pero de buena calidad, bien escrita y con gancho. Me gustó mucho el aria Involarmi il mio tesoro, fresca, vitalista y llena de encanto, y que me recordó mucho (¿demasiado?) al “Guarda un po', mio caro Figaro” que canta Susanna en el arranque de Le Nozze. Estupenda también la escena Non so piu dov’io sia, si bien a la Andueza se le vieron aquí las limitaciones.
Muy interesante, cerrando el programa oficial, la Sinfonía nº 22 con violonchelo solo El maniático, cuyo contenido programático nos explicó el propio Coin en muy estimable castellano. Sin ser ni mucho menos Haydn, hay en la partitura del compositor italiano –o madrileño- un desparpajo, una imaginación y un sano espíritu iconoclasta que, contando una interpretación tan comprometida como la de Coin –espléndido su sentido de los claroscuros- y la OBS, la escucha se convierte en una delicia. El cuarto movimiento de la Sinfonía n 23 anteriormente eliminada, interpretado con enorme vitalidad, cerró un concierto de gran nivel. Se aplaudió bastante.
Lo mejor, que Sánchez Estrella –algo bueno tenía que decir alguna vez de esta señora- se ha comprometido –me consta de fuentes oficiales- a incrementar de manera sustancial su aportación al Festival. Lástima que no le pegue un tirón de orejas a Fami Alquai (director del encuentro, músico excepcional y gestor caracterizado en ser muy generoso con los amiguetes y consigo mismo) por ciertas prácticas de las que les hablaré próximamente. ¿O se han creído que me voy a callar lo de las autoprogramaciones y la “doble vida”, como músico y como “voz de su amo”, del señor Juan Ramón Lara?
37 comentarios:
Por alusiones "profesionales". No sé a qué os referís tú y tu amigo del Correo con las alusiones a Juan Ramón Lara. Lara lleva tiempo colaborando con Diario de Sevilla como apoyo en la crítica musical en los momentos en que Pablo Vayón y yo no podemos cubrir todos los eventos. Porque, a diferencia de otros medios, el Diario de Sevilla ofrece críticas individualizadas y al día siguiente de todos los conciertos del Femàs. Como Vayón firma todos y cada uno de los programas de mano del Festival, ha optado por reducir al mínimo sus críticas por ética profesional. Lara, como es bien sabido, es músico profesional y colabora con algunos grupos, como la Accademia del Piacere, pero las críticas que ha realizado de este Festival NUNCA han sido de los grupos con los que colabora en tiempos recientes. ¿Que es amigo de algunos de los músicos criticados? Al igual que lo somos Vayón, Tarín, Cabral o yo mismo, y ello no nos impide ser objetivos a la hora de valorar un concierto. Mira por donde que las críticas de Lara más negativas han sido precisamente a grupos locales. Y si no, no tienes más que entrar en la web del Diario de Sevilla y consultar las críticas, a ver si encuentras doble vida.La misma que cuando Cabral escribe sobre grupos de música contemporánea de los que es amigo o la que tú exhibes cuando criticas un concierto u ópera cuyos comentarios firmas (cobrando, claro).
Así que vamos a dejarnos de hipocresías, de tirar la piedra y esconder la mano y vamos a valorar cuál de los críticos locales entiende más de música y mete menos la pata con cosas como "pizzicatti perfectamente frotados", "tempis", Coro Barroco demasiado barroco, y demás lindezas que archivadas están en la web, tenga o no "doble vida". Un abrizo montuno
Lo que tenga que decir ya lo diré. Pero después de comprobar que Mr. Lara es músico de la Accademia y de sumar dos y dos (Vayón, notas al programa, colocación de Lara en el Diario, todo bajo la atenta mirada del jefe supremo de la música antigua sevillana), creo que los señores que escribís en el Diario no tenéis el menor derecho a dar lecciones de honestidad noi profesionalidad a vuestros colegas. Para mí, estáis por completo desacreditados. Para mí, claro. Los demás lectores, que juzguen cuando tengan todos los datos en su mano.
Y que conste que me callo lo que montó cierto señor cuando su penúltimo disco no se llevó el mayor número de estrellitas posibles. Lo dejo para que lo cuente el afectado, si él quiere. Eso sí, desde que me enteré del asunto, tengo muy clara cuál es la moralidad de ese sujeto. Lo que anda haciendo ahora que tiene poder no me extraña lo más mínimo.
Mira que intento comprenderte desde hace tiempo, pero me resulta imposible a la vista de cómo vives en un mundo irreal de conspiraciones, de buenos muy buenos y malos muy malos, con la sombra del Liberalismo pisándote los talones. Y es una pena, porque se anulan así tus muchas capacidades para el análisis musical. Una sola apreciación: Lara no está "colocado" en el Diario. Ha escrito 4/5 críticas (a la exorbitante cantidad de 50 euros cada una menos el 15%) y adiós, hasta el año que viene si se le necesita (es la política del Diario en estos casos). El que tú no puedas desvincular tu capacidad de juicio crítico de tus amistades, tus fobias (Villamarta) e idolatrías (caso Barenboim) no significa que otros no podamos hacerlo. Sólo te falta decirme qué es lo que me llevo yo en todo este negocio, a ver si puedo ya prejubilarme gracias al jefe supremo de la música antigua sevillana.
Je, no creo que se trate de una cuestión económica. Dudo mucho que saques un duro de esto, y lo que saca tu colega Vayón, que sí debe de ser bastante, lo saca porque se lo merece, dicho sea sin segundas: es el que más sabe -con diferencia- y mejor escribe sobre música antigua en Andalucía. Insisto en que va sin segundas.
El asunto es muy otro. Sé coherente, Andres: si a ti y a mí nos parece asqueroso que quien tú y yo sabemos haya colocado a "Judas" en tal sitio y haya seguido intentando colocarle en tales otros, siempre con la intención de conseguir el mayor número de críticas positivas posible, nos debe parecer igualmente reprobable que otra persona, por muy genial y extraordinario músico que sea (¡que lo es!) haga lo propio con los mismos fines. O sea, todos nos escanzalizamos con Vela del Campo y Mortier pero no con estos casos más de andar por casa. ¿Será porque no tenemos valor para decírselo? Pues yo tiro la piedra pero no escondo la mano. Aquí va, con mi nombre y apellidos. Como siempre. Abrazos.
Una última anotación, que ya es vacación y me canso de estrellarme contra un muro de prejuicios: quien tú, yo y muchos otros sabemos "colocó", así, con todas las letras, es decir, "impuso" a Judas Iscariote Iscariote a cierto medio y en ciertas instancias culturales bajo amenazas de retirar publicidad institucional. Es decir, hubo un acto de fuerza arbitraria rayana con la prevaricación. Pero al Sr. Lara nadie lo ha "impuesto" ni "colocado", ni ha presionado con nada, ni dinero, ni favores, ni nada. Es más, desde nuestro medio se desestimó una posibilidad de publicidad digamos que "prioritaria" por parte del ICAS (con lo el dinero de la publicidad pesa hoy día en los medios) para salvar la imparcialidad y la objetividad informativa. Así que no nos metas en el mismo saco que al del pelo aleonado y al de las 30 monedas. Que pases buenas vacaciones viendo pasos, que me imagino que deben gustarte, por aquello de la coherencia ideológica.
Pues sí, me encantan los pasos, me encantan las cofradías... y no sé qué coherencia ideológica hay que tener para disfrutar de la Semana Santa, manifestación religiosa que va mucho más allá de cualquier consigna politica y hasta de la propia religión católica. No hace falta leer a Núñez de Herrera para saberlo...
P.D. para no andaluces: hace ahora mismo un tiempo de mierda, si no, no estaríamos una mañana de Domingo de Ramos perdiendo el tiempo frente al ordenador.
Ante todo, Sr. Vargas, muchas gracias por aclararme indirectamente los de "desacreditado" que me endosa el Sr. Roldán, supongo que amigo suyo. Le aseguro que no comprendía por qué usaba exactamente esa palabra. Ahora lo entiendo todo.
Mi vida laboral, desde que tomé excedencia de la enseñanza, no es doble, sino cuádruple o quíntuple. Puede usted difundirla a los cuatro vientos (ardo en deseos) si es su voluntad, aunque es pública y notoria para quien quiera enterarse (yo, sinceramente, creía que a nadie le importaba): un día doy una conferencia para la OBS o su asociación de amigos, otro toco en un grupo de teatro (muy bueno y reconocido, por cierto, y tras pasar un cásting ante dos personas a las que no había visto en mi vida, mire por dónde), muy de vez en cuando hago alguna crítica con los resultados anuales que ha explicado D. Andrés (250 euros, aprox.) y, sobre todo, me gano mi magro sueldo (ni falta más) haciendo producción y tocando para Accademia del Piacere y los Alqhai.
Manifestado esto: me gusta que las críticas sean ácidas cuando la ocasión lo merece, y me parece que el tráfico de influencias, cuando lo hay, es denunciable y detestable; pero creo que rozar la falta de respeto (¿"voz de su amo"?) y confundir el blanco de los tiros no es el camino. Como bien dice D. Andrés, testigo de mis remilgos a la hora de hacer crítica profesional a gente cercana a mí, sólo hay que leer lo que he escrito en este festival para darse cuenta de que cuando trabajo para Alqhai trabajo para Alqhai, y cuando lo hago para el Diario lo hago para el Diario. Como mera muestra: con dolor de mi corazón hube de valorar bien bajo el concierto de Peñalver et alter, amigos míos todos ellos, y puse por las nubes a Seiler, a la que de nada conozco ni probablemente conoceré. Es más, una lectura inteligente de alguna de esas críticas apreciará que ni siquiera la dirección del festival, como tal, se libra de ser censurada.
Evidentemente la cercanía al objeto de la crítica requiere un esfuerzo extra, pero, como también dice Andrés, aquí todos nos conocemos y tal esfuerzo es casi inevitable; por su regla ningún periodista podría escribir jamás sobre casi nadie; y habrá que prohibir a los exentrenadores y exjugadores de fútbol aparecer en la televisión hablando de los partidos, e introducir a gente que no conozca a nadie en el oficio. Lo malo es que los que no conocen a nadie son los que no están en ese mundo y suelen ser, por desgracia, quienes no saben de lo que hablan. Los ejemplos ya están descritos más arriba. Tengo muchos más; dan vergüenza ajena y no creo necesario poner la cara colorada a más gente, pero si hay que dar lecciones de profesionalidad y honestidad, las doy, sí.
Y por contestar abiertamente al dos más dos o al infundio insinuado en el comentario de las 13:26: mis esporádicas colaboraciones con el Diario vienen de muchísimo antes de trabajar con Alqhai, casi del origen del periódico, al igual que conozco a Pablo J. vayón bastante antes que a Fahmi. Mire Vd. por dónde.
A todo esto, gracias, Andrés, por aclarar algunas cosas.
Atentamente,
Juan Ramón Lara
PS: Sobre lo dicho en torno a autoprogramación, subvenciones, ideas políticas, presupuestos y músicos locales tengo, obviamente, mucho que opinar, pero me temo que cualquier cosa que diga, en un sentido u otro, será usada en mi contra, así que ¿para qué?
He intentado quedarme al margen de toda esta polémica, pero finalmente me veo en la obligación de aclarar algunas cosas. Eso sí, advierto que éste será mi único comentario, independientemente de las réplicas y acusaciones que pueda suscitar. En primer lugar Juan Ramón, tu colega Andrés no te ha aclarado nada, todo al contrario, lo ha liado más, porque cuando digo "desacreditado" sólo me refiero a que eres el único que no aparece acreditado en el programa de mano. Eso no implica que no esté de acuerdo con lo que denuncia Fernando. No es de recibo que quien critica, escribe notas al programa e interviene en el festival estén todos en el mismo saco. Se quiera o no perjudica a la objetividad, llegándose a aseverar que lo mejor del certamen han sido los grupos locales, pasando por alto el éxtasis experimentado con Collegium 1704 o con Bernardine Meyer. Soy el primero en vanagloriar y resaltar el orgullo que suscita la eclosión de grupos musicales que se ha producido en nuestra ciudad en los últimos años, impensable hace un par de décadas, y al que se acaba de añadir la excelente orquesta universitaria; pero eso no quita que haya que mirar las cosas con relatividad y objetividad. Andrés lía e insulta, porque me parece mentira que retenga rencorosamente los errores que me endosa, de los que identifico dos y sólo asumo uno. Parece mentira que con cuatro desgraciados que escribimos, y disfrutamos, sobre la música en esta ciudad de provincias, nos llevamos mal, siendo víctimas incluso de insultos homófobos, ¡a estas alturas!. Yo no pretendo ofender a nadie, y Lara me parece que escribe muy bien y razona mejor, pero insisto en que deberían contar con él para opinar sobre otros eventos y no aquellos en los que interviene activamente, sencillamente porque no es ético.
¿Quién es Bernardine Meyer? ¿No será Amandine Beyer? Y sin homofobia. Y yo no me siento desgraciado, allá tú.
Faltando a mi promesa de no volver a escribir, el éxtasis que me provocó la Beyer fue tal que hasta confundí su nombre, pero me alegro porque así ejercito mi generosidad y te regalo otra perla para tu listado del error ajeno que tan bien manejas. Sabía que no lo pasarías por alto. ¡Enhorabuena! Pero déjame en paz, por favor.
Viendo el entusiasmo que produce la musica antigua en la parroquia musical sevillana, me pregunto si los 12 millones de euros que se come en sr Baremboim en su fundacion para hacer las 9 sinfonias de Beethoven en Colonia no irían mejor destinados a promover la musica antigua en toda la comunidad Andaluza, revitalizar los conciertos en las Iglesias y de paso darle de comer a tantos y buenos artistas que tenemos en la región, y dejar los experimientos judeo palestinos para que pagen otros, empezando por Herr Merkel o el Canton de la Suiza Italiana, que buenos flujos de dineros tuvieron en la 2º guerra mundial. Digo yo...
Viendo el entusiasmo que produce la musica antigua en la parroquia musical sevillana, me pregunto si los 12 millones de euros que se come en sr Baremboim en su fundacion para hacer las 9 sinfonias de Beethoven en Colonia no irían mejor destinados a promover la musica antigua en toda la comunidad Andaluza, revitalizar los conciertos en las Iglesias y de paso darle de comer a tantos y buenos artistas que tenemos en la región, y dejar los experimientos judeo palestinos para que pagen otros, empezando por Herr Merkel o el Canton de la Suiza Italiana, que buenos flujos de dineros tuvieron en la 2º guerra mundial. Digo yo...
Señor Lara, gracias por su tiempo y su educación. Comprendo que lo de "La voz de su amo" le parezca que roza la falta de respeto. Supongo que podrá comprender, que no compartir, que a otras personas le parezca que roza la falta de respeto -de respeto al lector- escribir una gran cantidad de críticas del festival dirigido por una persona que es su propio jefe (o uno de sus jefes) y de la cual depende, en parte, para ganarse el sustento. Por muy bien que se hagan los dos trabajos, y por mucho que en ello sea mejor que otros, hay cosas que son incompatibles si se quiere aspirar a la plena credibilidad. Gracias, en cualquier caso, por aclarar su postura.
Al anónimo gracioso que sale con Barenboim: ¿no le parece mejor que entreguemos todo el dinero de la Fundación, como también el del Maestranza, el FEMAS y el Teatro Central, a arreglar esas iglesias medievales, renacentistas y barrocas que son patrimonio de todos los sevillanos, están que se caen y no sobrevivirán mucho tiempo si alguien no realiza reparaciones de urgencia? Sea por el bien del arte.
Bien, Fernando, ya lo conseguiste. Aquí nos tienes otra vez a unos pocos masajeándote el ego. Hace tiempo que dejé de entrar al trapo ante tus periódicas y alucinadas alusiones infladas de paranoia. Tú que tanto te vanaglorias de no esconder la mano, ocultas muy a menudo la identidad de los aludidos en un juego que (ya te lo comenté alguna vez) roza la infamia. Con respecto a mí, puedes opinar por supuesto lo que te venga en gana, siempre que, claro está, sea eso (es decir, opinión), pues hay límites que no estoy dispuesto a dejar pasar, y has cruzado muchos con todos estos comentarios llenos de falsedades, verdades a medias e insidias de diversa naturaleza. Así que probaré a aclarar algo las cosas.
Empiezo por el asunto de Juan Ramón Lara, al que directamente insultas con ese “la voz de su amo” y con esa insinuación, que de rebote es también una ofensa para mí, de que yo lo “he colocado” en Diario de Sevilla “bajo la atenta mirada del jefe supremo de la música antigua sevillana”. Es que lo leo y me entra la risa, de verdad. El jefe supremo interpreto que es Fahmi Alqhai (que si leyera esto se descojonaría sin remedio), cuyo poder imagino que tú imaginas que le viene por el hecho de haber sido nombrado hace 3 años director artístico del Femás, desde donde supuestamente repartiría prebendas a diestro y siniestro, comprando voluntades y ganando adeptos para algún proyecto avieso en el que seguramente habrá algún liberal entrometido (sí, ya sabes, un liberal de esos que sube los impuestos a la primera ocasión que le das). Qué ignorancia más supina sobre la realidad cotidiana del profesional de la música y sobre el ambiente concreto de la música sevillana. El problema es que a partir de esa ignorancia te montas una película cuya relación con la verdad es puramente casual.
Verás. Conozco a Juan Ramón desde hace por lo menos 20 años, cuando Fahmi no había visto todavía una viola ni en pintura. Como responsable de la sección de música del suplemento Culturas, lo invité a colaborar esporádicamente con algún texto (poca cosa, error mío) en un tiempo en que Accademia del Piacere no existía y Fahmi ni siquiera vivía en Sevilla. Después, cuando hizo falta alguien en la sección para cubrir algunos conciertos, propuse su nombre a la jefa de cultura, que consultó con la dirección del periódico y con el departamento de recursos humanos, quienes finalmente aceptaron mi sugerencia. Es decir, que Juan Ramón escribe para el diario porque los responsables del periódico así lo decidieron a propuesta mía, y que yo lo propuse por la simple razón de que JR sabe muchísimo de aquello para lo que iba a ser contratado (música), y porque es capaz de transmitir lo que sabe con claridad, precisión y estilo. Visto el resultado extraordinario de su trabajo, de pocas cosas me siento más orgulloso, profesionalmente hablando, que de haberlo propuesto. Pero claro, es mucho más sencillo atribuirlo todo a una maniobra del Gran Hermano, que vela por sus intereses colocando críticos afines en los medios (a tanto llega el poder de Fahmi Alqhai que ni el Grupo Joly se le resiste).
[...]
[...]
No voy a insistir en las dedicaciones profesionales de Juan Ramón, que él mismo se ha tomado la molestia en desgranarte. Su ética profesional está indemne. Ha sido también él quien te ha explicado a la perfección que la cercanía al objeto de la crítica es siempre un problema con el que nos enfrentamos cotidianamente quienes nos dedicamos a este oficio. En su caso, solo puedo decir que no hay el menor atisbo de que el resultado de su trabajo se haya visto afectado por esta circunstancia, y los ejemplos particulares ya te los han ofrecido. Como profesional de la música, Juan Ramón toca a menudo con Accademia del Piacere y hace a veces labores de producción para Alqhai & Alqhai, por lo que obviamente no ha hecho crítica ni de Fahmi ni de su grupo, lo que sí habría resultado profundamente deshonesto, pero ¿existe de verdad alguna razón que lo inhabilite para ejercer la crítica en el resto de conciertos del Festival? ¿Porque Fahmi Alqhai es su director artístico? ¿Conoces realmente la tarea del director artístico de un festival como este? Hacer la programación. Simple y llanamente. ¿Y eso inhabilita a Juan Ramón para hacer crítica del concierto de Nordic Voices o de Amandine Beyer? ¿De verdad hay un conflicto de intereses? ¿Es el Festival una plataforma profesional de Alqhai & Alqhai o es un certamen que organiza el Ayuntamiento de Sevilla y en el que colabora, como otros muchos, con una labor muy concreta, Fahmi Alqhai? ¿Conoces de verdad las bases sobre las que se monta este festival y las relaciones contractuales entre quienes intervienen en uno u otro momento de su realización? Según tu particular criterio, la crítica sería un oficio prácticamente imposible de ejercer en el ámbito local, ya que requeriría poco menos que un expediente diario de limpieza de sangre, por el que tuvieras que demostrar estar limpio del menor roce con cualquier que hubiera pasado cerca del teatro el día del concierto. Lejos de eso, los conflictos existen (¡por supuesto!), y buena parte de la tarea del crítico consiste precisamente en saber reconocerlos y sortearlos. En Diario de Sevilla no tenemos la menor duda de que Juan Ramón Lara los ha superado todos, cumpliendo siempre con la ética periodística que se le exige. Su credibilidad y su honestidad están fuera de toda duda, y tu insinuación de que escribe al dictado de “su jefe” en Alqhai & Alqhai es una ofensa en toda regla, que bien harías en repensar. Ya me he alargado más de la cuenta. Luego (o mañana) seguiré con lo mío.
Estoy muy cansado (en Jerez sí ha habido procesiones). Contesto rápido y seguramente sin mucho tino.
A ver, Pablo, para masajearme el ego me basto yo solo. Si me empeño en meter el dedo en el ojo, es porque soy de los que creen que cuando algo no está bien hay que decirlo. Callar es la postura cómoda. Actuando es como se logra que, hablo de la vida en general, las cosas se enderecen. También en el campo de la crítica musical, una labor en la que creo y que defiendo hasta el punto de salir rebotado de ese campo. Fíjate que ahora ni siquiera ejerzo. ¿Sabes por que dejé Ritmo? Porque había cosas con las que no estaba en absoluto conforme, y las únicas dos opciones que tenía era aguantarme y seguir en la plantilla o protestar con mi marcha. ¿Pierde algo la revista? No lo sé. ¿Pierdo algo yo? Hombre, unos cuantos discos al mes y poder presumir (?) de ser crítico musical, además de la satisfación de escribri en la revista de la que aprendí. Pero he querido ser consecuente conmigo mismo. Demostrar que no todos estamos dispuestos a aguantarnos. Si no protestamos, las cosas seguirán igual.
Pues eso mismo con esto. Vale, de acuerdo con que Alqhai no haya impuesto a Lara como crítico. Y vale que siempre "alguien conoce a alguien" cuando se hace crítica local. Pero de ahí a que gran parte de las críticas de un festival la haga un artista que participa en el mismo, y que encima lo haga en el grupo liderado precisamente por el director de dicho festival, me parece que media un abismo. Muy, muy fuerte. Creo que no es en absoluto ético. Dudo mucho que haya por ahí casos parecidos.
Por cierto, agradezco que en tu crítica al concierto de Alqhai sí incluyeras a Lara en la ficha técnica. En el programa de mano no lo estaba. ¿Error del maquetador? Alguien podría pensar que se trata de instrucciones desde arriba para que el público que sigue las críticas del Diario no sepa que su crítico anda tocando con quien, como director artístico del festival, decide quiénes figuran en el cartel. Lo dicho, muy fuerte. Se mire por donde se mire.
Pero qué auténtica obsesión con las conspiraciones... ¿Realmente crees que alguien (quién, dónde) dio la instrucción de que Juan Ramón Lara no apareciera en el programa de mano porque iba a hacer crítica de conciertos en el Festival? ¿Realmente piensas que a la gente le importa eso? ¿Hasta tal punto ves distorsionada la realidad?
Los programas los edité yo, y cuando los recibí, que fue mucho antes de que habláramos con Juan Ramón para que nos echara una mano en el periódico, su nombre no aparecía en la nómina de Accademia. Cuando hablé con él, me pareció detectar que no tocaría en ese concierto, porque me dijo que el de Accademia él no lo haría por razones obvias (y esas razones, por el tono que empleó, no me pareció que apuntaran a su participación en el concierto). Así que lo más seguro es que en principio no estuviera prevista su presencia, y solo a última hora el grupo lo incluyera. Pero, en fin, eso es algo que mejor debería aclarar el propio JR, pues pudo ser un error en el origen de la información. También hubo cambios en las obras del programa, ¿otra conspiración de alguien?
Con respecto a lo otro, qué quieres que te diga. Diario de Sevilla ha ofrecido crítica de 17 de los 23 conciertos del Festival, y Juan Ramón se ha encargado de 6, pero el número es indiferente, así que no sé para qué lo sacas a colación. Si faltaba a la ética profesional haciendo crítica daba igual que hiciera 1 como los 23. Tú opinas que no es ético que las hiciera; yo, lo contrario. Verás, las cosas no son siempre blancas y negras: hay muchos matices de grises. Entre lo que resulta verdaderamente incompatible por razones éticas (y supongo que en esto habría un acuerdo bastante general) y lo que está perfectamente permitido hay una extensa gama de situaciones que exigen posicionamientos diversos en función de cada circunstancia. Hay que conocer la realidad de la profesión musical, de cómo funcionan los conjuntos (mediante la asociación de freelances) y las empresas culturales en nuestra tierra y de cómo se organizan determinados certámenes (entre ellos el Femás) para posicionarse con rigor, y me parece que mucha de esa información te falta.
Por otro lado, me alegro de que después de tantos años hayas empezado a cuestionarte algunas cosas de tus colaboraciones con Ritmo. Después de tantos años de, por ejemplo, hacer crítica de discos que en España distribuye Ferysa, empresa que, para información general del melómano, es la editora de..., sí, de la revista Ritmo.
(Luego voy con lo mío; queda tela por cortar todavía.)
Gracias, Pablo, por aclarar la ausencia de Lara en el programa de mano del concierto. ¡Todo eran manías conspiratorias mías! Yo es que pensaba que, como en la mayoría de los teatros y festivales, la hojilla que se entrega en mano -no el libro de la temporada o similar- se manda a imprenta dos o tres días antes de la función, para poder incorporar los inevitables cambios de última hora. Vaya. Lo que era solo una falta de previsión ha sido confundido con otra cosa. Lo siento. Claro que yo he sido yo precisamente el único que ha malinterpretado la omisión.
Con respecto a Ritmo... lo que me hace gracia es el modo en el que alguno de los colaboradores de Scherzo alternáis, con pseudónimo o sin él, en el boletín de publirreportajes de la distribuidora Diverdi. Sí, esa misma que, casualidades de la vida, lleva años mandando muchos más discos a la redacción de Scherzo que a la de Ritmo. ¿Por qué será? Por cierto, ¿conoces la "maldad" que dejó "Beckmesser" en su blog acerca del modo en que, tras abandonar Jordi Savall a dicha distribuidora, Diverdi se ha lanzado a promocionar a Alquai y sus discos? Claro, cómo no vas a saber de qué va el rollo, ¡si fuiste tú el encargado de las páginas de promoción y entrevista al músico sevillano cuando este salió en la portada del boletín!
En cuanto a Lara, perfecto que tú consideres idónea su participación en las críticas. ¿Imaginas que en el Festival de Salzburgo de tiempos de Karajan hubieran aparecido críticas firmadas por Gundula Janowitz o Herrmann Prey? Hubiera sido la rechifla.
Fernando, sigues delirando desde el desconocimiento más absoluto. Se hizo un esfuerzo por tener todos los programas antes del inicio del festival (9 de marzo, el concierto de Accademia fue el día 30), pues, descartado finalmente y por razones económicas el catálogo de otros años, en el ICAS habían alumbrado la idea de agrupar todos los programas de mano en una cajita como regalo para la prensa y gente VIP antes del concierto inaugural, un proyecto que al final no se realizó no sé por qué razón (pregunta en el ICAS, si tan interesado estás en conocer la verdad conspirativa).
En lo de Scherzo y Diverdi no hay ni trampa ni cartón. Todo es de dominio público. Diverdi publica una revista promocional en la que escribimos algunos críticos de Scherzo, sí. ¿Y? Yo solo puedo responder de mí, claro: los discos que hago para Diverdi no los hago en ningún otro sitio, ni revistas ni el Diario (aunque una vez cometí un error e hice una reseña de un disco que había publicado previamente en Diverdi; repito, fue un error provocado por la distancia entre una y otra reseña y mi memoria decreciente).
No entiendo qué quieres decir con lo de Beckmesser y Alqhai. Para empezar el conocimiento que Beckmesser tiene de Alqhai es tan profundo que no sabe ni escribir su apellido (o al menos no sabía, cuando aquello). Si Diverdi ha decidido apostar por hacer un mayor énfasis en la promoción de los discos de Alqhai & Alqhai (lo que es más que dudoso) será porque es algo que considera interesante desde el punto de vista de su empresa, ¿y? Yo hice aquella entrevista para Diverdi, sí, pues como es público y notorio me dedico a escribir y hablar de música allá donde me llaman. ¿Y? ¿A dónde quieres llegar, Fernando?
Finalmente, lo de la comparación entre el Festival de Pascua (o el de verano, da igual) de Karajan y el Femás es de mucha risa. De verdad, que esto está tomando un tono de lo más valleinclanesco...
Perdón si me meto donde no me llaman, pero desde la distancia parece cuando menos sorprendente que alguien que se dedica a la crítica musical reconozca abiertamente su ignorancia sobre un compositor que lleva sonando desde hace no pocos lustros. Porque el "descubrimiento" de Brunetti no es de ayer precisamente, ni tampoco se debe a músicos intrépidos, aunque, eso sí, sean extranjeros, para ludibrio nacional (pero para relajo de nuestro sufrido erario público, cosa que tanto preocupa al blogger), pues el susodicho reúne todos los requisitos para ser considerado músico español (como su amigo Boccherini).
Si fuera por connotaciones de amistad o de colaboración profesional, nadie que se dedique en España, de una u otra forma, a la música antigua estaría legitimado para hacer crítica, ya que, al ser ésta una sociedad endogámica, todo el mundo conoce a todo el mundo (cuatro gatos mal contados). Salvo, claro, que uno sea la excepción y no lo conozca ni El Tato, que tal podría ser el caso que nos ocupa.
Mi ignorancia es grande, querido Eduardo, nunca lo he ocultado. Si quisiera hacerlo así, hubiera escrito sobre Brunetti en otros términos, ¿no le parece? Y por descontado que a mí no me conoce ni el Tato. Pero le aseguro que prefiero mil veces ser desconocido e ignorante que moverme en ciertos círculos donde todos se conocen y donde, por ende, hay que andarse con pies de plomo. Los que me conocen saben que siempre he rehuído del contacto con los artistas (quiero decir, los que van más allá de pedir autógrafos, cosa que me encanta); cuando por un motivo u otro ese contacto ha ido un poco más allá de la firma de discos, las cosas han ido mal, porque me han terminado pidiendo explicaciones por esta crítica o por la otra. Podría dar nombres, pero ya he tenido bastante con ellos. Sé de críticos que siguen este mismo sendero, el de mantenerse al margen de los artistas: en ellos confío más que en otros que serán mucho más sabios y eruditos, pero no saben (o quieren, o pueden) guardar las distancias.
Pablo, por mi parte no tengo más que decir. La gente sabe sumar dos y dos: nos quitarán la razón o nos la darán según cada uno lo vea. Si quieres seguir, no te cerraré la puerta. Replicaré como buenamente pueda en el poco tiempo que a partir de ahora voy a tener libre en esta Semana Santa, porque la lluvia amaina y me gustan (¡oh, sí, a un progre como yo!) las procesiones.
Pues yo, dentro de mi modestia, me he de tener por una excepción, pues jamás la amistad ha sido una cortapisa para escribir lo que pensaba ni nunca nadie con quien mantengo amistad me ha pedido explicaciones por haber escrito algo que no ha sido de su agrado. En cambio, si ha sucedido lo contrario, es decir, que alguien con quien no mantenga amistad haya pedido explicaciones porque lo escrito no le ha gustado. Toco madera y espero que la cosa siga así durante mucho tiempo, aunque ya sé que en esta vida nada es eterno.
No, no he terminado. Me quedan cosas como para tres comentarios más. A ver ya si esta tarde.
Como quieras, Pablo, mi inmenso ego te lo agradecerá.
Eduardo, ha tenido usted suerte. Yo conozco casos (alguno sufrido por mí mismo, otros vividos por críticos diversos) de presiones más o menos sonadas. Ya se sabe, llamar a la redacción para decir que hay que ver lo que ha escrito el tío este sobre mí, o la manía que me tiene... O ir poniendo verde al crítico de turno ante otros críticos y/o artistas. El caso más divertido es el de un músico al que le hicieron llegar de la redacción la crítica de un disco suyo ¡antes de ser publicada!; este, a su vez, no tuvo reparos en presionar al crítico para que le pusiera más estrellitas, porque las necesitaba para que le dieran no sé qué premio al disco de marras. Tal y como me contó el afectado, el rebote del músico en cuestión fue grande cuando le dieron nones.
Prácticas como estas me temo que son habituales, pero la mayoría de los críticos se las callan. ¿Por qué? A mí me parece que por miedo. Porque quien las denuncia sabe que no va a "salir en la foto", ni le van a hacer invitaciones, ni les van a encargar notas, etc. Mantener la independencia tiene un precio que no todos están dispuestos a pagar.
Eduardo, ando muy desencantado del mundo de la crítica musical. Sobre todo después de comprobar hasta qué punto se presiona a los periódicos y revistas, que al fin y al cabo viven no de sus lectores, sino de la publicidad. Por eso mismo en la actualidad, cuando quiero saber cómo ha estado un espectáculo, me voy a blogs y foros. Por descontado que allí hay de todo (también amiguetes de artistas, a veces bajo pseudónimo), pero asimismo se encuentra a mucha gente que va a concierto o la ópera y que dice lo que piensa sin cortarse lo más mínimo, porque no tienen necesidad de quedar bien ante fulanito y menganito.
Alguien a quien admiré me dijo una vez "¡cómo se nota que no eres crítico musical!", esto es, cómo se nota que tengo mi trabajo aparte y no vives de esto. "Si te dedicases a ello, lo verías todo con otros ojos y no nos criticarías tanto". Seguramente tenía razón. Por eso me alegro mucho de no vivir de esto. Saludos.
Sólo tengo constancia de un personaje, excesivamente conocido, que se dedica a presionar y que amenaza con retirar la publicidad de su sello discográfico en cuanto algo no le gusta. Pero no es mi amigo y espero que no lo sea nunca. Como todo el mundo sabe a quién me refiero, evitaré detalles. Pero, al margen de esta excepción, no tengo noticias de nadie que se dedique a extorsionar o a protestar. Al menos, dentro del ámbito de la música antigua, al cual me precio de conocer bastante.
Pues de ese personaje (siendo "excesivamente conocido" me imagino por donde van los tiros) no sabía yo nada, aunque no me extraña. Pero sé de otros en la música clásica en general, no me refiero necesariamente a la antigua, ni muchísimo menos. En todas partes cuecen habas cuando hay dinero de por medio. Muy, muy triste. Por eso mismo digo que, o el personal comienza a protestar, o el mundillo de la crítica habrá perdido su credibilidad.
De todas formas, conociendo como conozco bien a ambos, me parece tan injusto como desmedido que tache a Juan Ramón Lara de "la voz de su amo" de Fahmi Alqhai. No creo que Lara se preste a ese papel ni creo que Alqhai aspire a tener lacayos. Supongo que su deducción sólo puede ser imputable al desconocimiento que tiene de los dos.
Por alusiones no tengo más remedio que volver al tema, no sin antes agradecer a Pablo los piropos que me dedica y las puntualizaciones que hace, exactas todas ellas.
Empecemos por separar hechos de opiniones. En cuanto a los primeros: la conspiración del libreto es una de las cosas más ridículas que he leído ultimamente. La realidad, Sr. López, suele ser mucho más cutre que tan retorcidas historietas: sencillamente, yo no iba a tocar en ese concierto; yo mismo me enteré un par de semanas antes de que iba a hacerlo. Si lo desea le busco algún email sobre el particular entre los Alqhai y yo y se lo enseño: nada tengo que ocultar, ni en esto ni en mi presunta "colocación" en el Diario, que afortunadamente parece que ya reconoce desmentida (gracias).
Sobre credibilidad, honestidad y dobles vidas: usted mismo reconoce un post más arriba que acaba de hacer una crítica de un concierto en cuya elaboración del libreto también había participado (dinero mediante, como debe ser). Como no le quiero suponer partidario de la ley del embudo (y qué embudo), infiero que cierto contacto con el objeto de crítica es para usted permisible; no ideal, claro –ni para usted ni para mí–, pero admisible y reparable si se es
honesto, incluso con lucro de por medio. Así pues hablamos de cantidades y matices, no de absolutos. Yo le explico los míos, ya que tanto parecen interesarle.
Si quien esto escribe fuese un afamado solista que acude a un ciclo de afamados solistas (pongamos por caso el de Nima ben David, Ghielmi, Rico y Quintana el año pasado), evidentemente sería delicadísimo asunto –seguramente deshonesto– que me dedicase a juzgar a mis colegas. Ocurre que mi participación activa en este festival fue, primero, imprevista, pues como le demuestra su libreto conspirador ni siquiera yo sabía que iba a tocar; en segundo, marginal. Cuando me plantearon escribir eso no me importaba en absoluto; mi única preocupación fue alejarme todo lo posible de cualquier proyecto en el que tocaran amigos, exprofesores o jefes: escribir sobre ellos es un trago que a nadie le deseo. Por suerte los pocos conciertos que he
hecho fueron casi todos de gente bien lejana a mi; por demás la dirección de este festival se limita a decir quién toca, y una vez frente al público y al crítico, nada pinta. Sobre la honradez de mis opiniones en unos u otros conciertos sólo le pido que las valore por sí mismo leyendo las críticas, y luego
juzgue. Me da la impresión de que aún no lo ha hecho, y habla de oídas. En cualquier caso supongo que a usted le parecerá fatal que Andrew Manze tuviera un programa de radio, que Harnoncourt escriba en prensa o que Hogwood, Haynes y tantos otros escriban libros (y el inexistente me libre de compararme con ninguno de ellos); es sin duda mejor que nadie que sepa lo que es una corchea opine jamás sobre música y músicos.
En cuanto a las cuestiones puramente opinables (si el Femás tiene o no tiene muchos conciertos de grupos "locales", si estos son buenos o malos, y si la recepción de la crítica hacia ellos es buena, mala, justa o injusta) es eso: asunto de opiniones, no de juicios morales. Tengo las mías, y también sobre las causas profundas de que cierto entorno se porte como lo hace, pero los responsables de estas cosas se defienden bien ellos solitos. Sólo le recomiendo que eche un ojito por los festivales de ese mundo exterior que tanto parece admirar.
Atentamente
Juan Ramón Lara
Y para terminar por mi parte, sobre lo que a mí me corresponde directamente, ese sibilino “sumar dos y dos” y todas las referencias torticeras a mi trabajo como crítico, mi relación con Fahmi Alqhai y mi colaboración con el Femás. Aprovecho también para contestar a la vez a Juan José Roldán, aunque no sé si a satisfacción, pues muchas de sus frases me cuesta entenderlas (y su explicación al uso de “desacreditado” por “no acreditado” o “no figurar en los créditos”, me hace dudar aún más). Por ejemplo, ese intrigante “No es de recibo que quien critica, escribe notas al programa e interviene en el festival estén todos en el mismo saco”. A lo mejor tiene a bien aclarármelo, no sé a quien/quiénes se refiere exactamente, de verdad, ni lo que es el saco ni el recibo.
Como he dicho ya en un comentario anterior, y bien sabes, Fernando, me dedico a escribir y hablar de música allá donde me llaman y me pagan. Es casi mi única ocupación (hago también trabajos de edición y corrección de textos de cualquier tipo, aunque de forma bastante marginal; gracias, en todo caso, por la cuña publicitaria que me dejas meter: soy muy bueno en eso). No me da para grandes dispendios, pero, al menos de momento, me permite pagar la seguridad social y sobrevivir. Y en relación a tu último comentario, solo decirte que quien me conoce sabe bien que mi independencia está perfectamente preservada, que si no hubiera sido así y me hubiera dejado querer, haría tiempo que no andaría por el mundo (con y sin crisis) a pecho descubierto, sino bien a resguardo, con un carguito o un puestecito no muy llamativo, pero suficientemente lucrativo. A lo mejor es más un defecto que otra cosa.
Verás. Empecé a colaborar con Diario de Sevilla justo con su fundación en 1999. Entré, siempre como colaborador externo (no estoy en nómina), a finales del año anterior como coordinador de música para poner en marcha el Suplemento Culturas y como futuro crítico musical de clásica, actividad ésta que en principio compartí con dos queridísimos colegas: Manuel Guerrero, que lo dejó en su día, y Andrés Moreno Mengíbar, que sigue en la brecha a mi lado. Como es normal (perdón, ERA normal) el encargo de notas para programas a la gente que hace crítica musical, yo planteé y ellos dos aceptaron que cada cual evitara en lo posible hacer reseñas de los conciertos para los que hubiéramos escrito notas, de forma que ese criterio lo teníamos en cuenta a la hora de repartirnos el trabajo. Básicamente por no hacer crítica de un concierto organizado por una entidad que nos había pagado por una actividad relacionada con ese mismo concierto. Sobre la ética profesional vinculada a esta práctica, no hay, en cualquier caso, una respuesta generalizada y común. Por ejemplo, una de las parejas de referencia de la crítica sevillana de siempre, la que formaban Francisco Melguizo y Carlos Tarín en El Correo de Andalucía, pensaban lo contrario. Ellos creían que la práctica cotidiana demostraba que no había razones para las sospechas de trato especial y que la persona que había escrito las notas era la más capacitada para hacer la crítica del concierto, ya que conocía mucho mejor las obras a interpretar. Es una forma de verlo. Me parece que tú, Fernando, vienes a hacer más o menos lo mismo, pues no te cortas a la hora de publicar críticas de espectáculos para los que has escrito notas (la reciente Lucia del Maestranza, como ejemplo).
[...]
Este blog es un blog. Lo que escribo ex-profeso para él no son críticas propiamente dichas. Lo que usted hace en el Diario, sí: en un medio de comunicación reconocido, se dirige a un público muy amplio y además está remunerado. Yo no escribo en mi blog para obtener dinero, ni reconocimiento, ni nada de nada. Tampoco para codearme con nadie. Lo hago porque me apetece. En Sevilla, en Madrid y donde haga falta. Porque es bueno que los aficionados intercambiemos información. Porque me encanta leer y aprender con ello, y porque creo que yo también puedo aportar algo a los que buscan lo mismo que yo.
Por otra parte, el dinero que recibo del Maestranza por escribir dos o tres biografías al año no tiene nada que ver con lo que a usted le paga el FEMAS: usted depende de llevarse bien con los Alqhai y con quien haga falta para obtener su sustento diario. Yo no. Añado que me he llevado bastantes años en el Maestranza escribiendo críticas en revista de internet (esta sí críticas de verdad: en medios oficiales, aunque fueran digitales, y sin recibir jamás un duro a cambio, pero críticas). Lo único que recibí del Maestranza durante ese tiempo fueron un par de entradas por espectáculo criticado (como los demás críticos, vamos). Solo en fechas recientes han empezado a encargarme cosas, por cierto que poquitas. Me encanta hacerlas, añado, porque le tengo cariño al Maestranza, ya que fue allí donde aprendí. La ROSS dejó de encargármelas tras solo dos ocasiones, dicho sea de paso, como también lo hizo con algunos otros críticos que a veces pusieron muy mal a Pedro Halffter. Ignoro si ése fue el motivo o no.
Tampoco creo que Manze & co escriban críticas de discos de sus compañeros. ¿O sí? Si quiere avergonzarme, señor Lara, inténtelo. Que opine el lector si tiene usted autoridad para hablar del tema o no.
[...]
Bien. Nosotros asumimos el criterio contrario, y así hemos ido funcionando todos estos años, aunque sin aplicarlo de forma absoluta, ya que la disponibilidad de cada uno varía por muchas razones y la casuística es amplísima. Esto significa que en ocasiones hemos roto con esa norma que, ya digo, no es un universal ético reconocido entre los críticos (al menos, en nuestro ambiente). La primera vez que a mí me llamaron del Femás para asumir la edición de los programas de mano fue en el primer año de la dirección artística de Manuel Ferrand, y le expuse nuestra forma de funcionar. Él tampoco lo veía como nosotros, pero no vio obstáculo, así que quedamos en que en la medida en que fuera posible yo reduciría el nivel de mis críticas, asumiendo preferentemente aquellas para las que los propios grupos trajeran sus notas.
Desde aquel primer año, me han seguido llamando todos los años para realizar este trabajo, que consiste en la edición del texto de los programas (de diseño y maqueta se encarga otra persona) y la escritura de notas cuando los intérpretes no las presentan. Esa es toda mi vinculación con el Femás. No tengo nada que ver con la estructura del Festival ni con su programación, su dirección artística y no artística, su diseño o su producción. Todo eso me es por completo ajeno. Por razones obvias, tengo contacto directo con el departamento de comunicación (que ha cambiado varias veces en este tiempo), porque es al que tengo que ir entregando mi trabajo, pero nada más. Este año, he escrito, como casi todos, la mayor parte de las notas de los programas y he asumido la crítica de cuatro de ellos, en los que aparecen breves notas mías: en el caso de Forma Antiqva porque hicieron pequeños cambios en el repertorio y hubo que modificar mínimamente las notas que mandaban (les pedí permiso para hacer yo mismo los cambios y los hice); en los otros tres, porque eran notas típicas de intérprete que están presentando su trabajo, y me pareció útil para el público añadir algunos breves comentarios sobre otros aspectos. Dio la casualidad de que los cuatro conciertos fueron, desde mi punto de vista, estupendos, y así lo recogí en mis reseñas. No siempre ha sido así, y también lo he dicho. Por ahí está la hemeroteca (y aquí la mía personal: Köchel 627), para quien quiera entretenerse.
Dicho esto, después de trece años de ejercicio profesional de la crítica en esta ciudad, que se me venga con milongas como las tuyas y las del señor Roldán, con insinuaciones de que mis juicios están algo más que mediatizados por mi relación con los intérpretes y con el Festival, es algo que me produce una de esas grandes arcadas que anuncian vómito. Esta joya de Roldán (“Se quiera o no perjudica a la objetividad, llegándose a aseverar que lo mejor del certamen han sido los grupos locales, pasando por alto el éxtasis experimentado con Collegium 1704 o con Bernardine Meyer”), y eludiendo el lapsus con el nombre de Amandine Beyer, el uso horrendo del gerundio y la cursilada extática, entra dentro de la historia local de la ciencia ficción y de la infamia, una mezcla que igual podría proporcionarle réditos editoriales, que pruebe. Todo sale de esta afirmación mía en la reseña del concierto de Accademia. La reseña completa está aquí (Es el espíritu, no la letra de la música) y la frase que me interesa es esta: “Es un placer comprobar que, a pesar de las meritorias actuaciones de conjuntos extranjeros, han sido los jóvenes grupos españoles los que han aportado el toque de distinción y singularidad a la muestra”. Primero, ‘locales’ (según Roldán) es en realidad ‘españoles’; segundo, en ningún sitio digo que hayan sido los mejores; tercero, en ningún sitio paso por alto nada.
[...]
Una cosa más. Solo una vez en mi vida he escrito una crítica (en un medio de verdad, concretamente en Ritmo) de un espectáculo en el que yo firmaba las notas al programa. Se trató de un recital de Perianes en el Villamarta, y lo hice a insistencia del habitual colaborador de la revista en Jerez, José Luis de la Rosa, que me pidió el favor porque en esa ocasión no tenía tiempo. No se puede imaginar, señor Lara, lo que me he arrepentido desde entoncs de haberlo hecho.
[...]
Podría haberlo hecho. Porque en eso consiste precisamente la labor del crítico. Podría haber pensado en efecto que los grupos locales habían sido los mejores del Festival y que lo de los checos fue una nadería. Podría haberlo pensado y escrito así, y me molestaría igualmente que se dijera que actuaba movido por extrañas corruptelas y apaños personales. Pero es que ni siquiera fue así. No es la primera vez que en mis reseñas y mis críticas de conciertos y de discos destaco el estilo interpretativo de conjuntos como Forma Antiqva, More Hispano o Accademia del Piacere (dos son sevillanos y comparten habitualmente plantillas, sí), a los que después de este festival debo sumar a La Caravaggia. Llevo años diciendo no que son los mejores, sino que están a la vanguardia europea (no son los únicos en el continente, desde luego) de la búsqueda de un nuevo tipo de autenticidad en determinada música de los siglos XVI y XVII, aquella autenticidad que tiene que ver no con la letra de las ediciones o los manuscritos que han sobrevivido, sino con las prácticas cotidianas de los músicos de entonces. Ni siquiera he dicho nunca en ninguna parte que esa sea la única forma de hacer esa música, ni la mejor; digo que es un estilo que transmite al público un tipo de vitalidad y frescura especial y que sirve para entender cómo eran las prácticas históricas, solo eso. Se podrá estar de acuerdo o no con mi criterio, pero es el mío: de ahí, lo de “distinción y singularidad”; en parte alguna, “los mejores”. Por otro lado, cualquiera que hablase conmigo después de la actuación de Collegium 1704 en la Catedral sabe lo que opino de aquel concierto, uno de los más impresionantes que se han ofrecido en la ciudad en este año. Pero para qué pararse un segundo a reflexionar y cotejar. Es mucho mejor apuntar las baterías al muñeco al que antes se ha vestido de corrupto (y casi de macarra), aunque sea manipulando o malinterpretando de forma palmaria lo escrito; ahorra neuronas.
[...]
[...]
Y lo mismo, Fernando, con tu desafortunado símil del lunes (Autoprogramarse), en el que incurres en la misma simplificación insidiosa: “Imaginen también que la mayor parte de los comentarios realizados por tales firmas son altamente positivos, hasta el punto de que se llega a decir que nunca han estado las jornadas mejor que bajo mi dirección, y que la última de las ediciones ha sido la más satisfactorias de todas las habidas.” A raíz de este comentario mío: “Hoy, en inusual horario matinal, se cierra el Festival de Música Antigua más redondo de los que haya memoria”. Sí, porque habiéndome perdido muchos conciertos (todas las matinales y algunos de noche), me ha parecido justo así, en el terreno artístico y en el organizativo, y además porque, pulsada la opinión de los colegas que me merecen más crédito, coinciden conmigo y porque algo de eso he captado en el ambiente del festival (el mejor y más fervoroso que recuerdo desde finales de los 80; son muchos festivales ya en lo alto, Fernando, en concreto desde la actuación de Les Arts Florissants del año 1987).
Pero eso, lejos de lo que torticeramente sugerís, no significa autocomplacencia ni palmaditas en la espaldas de los amigos. También lo he escrito este mismo año (Tres décadas de hallazgos con el Festival de Música Antigua): me faltan la ópera y los conciertos corales de gran formato y más equilibrio entre las distintas edades de la música antigua... Y también critico el excesivo peso de los grupos locales (“Un festival que quiere ganar el futuro debe servir para ofrecer la capacidad de producción de los mejores artistas locales, pero también para presentar lo mejor o más novedoso que se hace fuera de la ciudad.”) y hasta la pretensión de trasladar la muestra a mayo, lo que me parece un funesto error… Todo eso lo he escrito y publicado yo hace un mes, Fernando, Juan José, solo hay que preocuparse de leer un poco, de ajustar la mira telescópica y asegurarse antes de que el dibujo al que se apunta es real y no un monigote hecho con vuestras fantasías.
La gente sabe leer, sí. Saber leer es muy importante. Cada cual que juzgue.
Gracias por vuestras aclaraciones. Puntualizo por mi parte que si he tardado en publicar algunos comentarios es porque, como siempre en gmail, los correos me juegan malas pasadas y he de entrar en blogger para comprobar que todos se han publicado. Saludos.
Sr. López: yo no tengo la menor intención de avergonzarle, y además no me gustan los ad hominem. Sólo establecía términos de comparacion, con usted o con Manze.
Yo no necesito a nadie para subsistir porque por suerte tengo trabajo de sobra. Si quisiera ahora mismo estaría en el Teatro Pavón (CNTC) de Madrid con Nao d'Amores, o dando clase en un instituto, que para eso soy funcionario. Si usted cree que ser un profesional libre es "depender de llevarse bien con quien haga falta" allá usted con su amateurismo. A mí me parece tan lícito ser amateur como profesional, si se sabe y se hace bien, y tan público a la hora de difamar un blog como un periódico. Que cada cual lea y juzgue. Pero, por favor, lea antes de hablar y no presuponga.
Ah, gracias, Eduardo (nos cruzamos antes al escribir), y un saludo a todos.
Juan Ramón Lara
Qué estupenda es aquí la gente y cuánto se quiere, ¿no?.
A mi esto de andar justificándose y dando tanta explicación me recuerda mucho a esa gente que va a misa con toda la familia pensando "tenemos que parecer los mejores, los más cristianos y más píos"
Publicar un comentario