Hoy me voy a permitir utilizar este blog exclusivamente para desahogarme. Y es que estoy harto.
Harto de muchas cosas, como cualquier persona, pero hoy de una especialmente: de esos gestores que se creen que son lo mejor del mundo. De esos que opinan que todo lo que se hace en su casa es fantástico y lo demás una mierda. De esos que están acostumbrados a recibir elogios por todas partes y a recompensarlos con prebendas. De esos que miran por encima del hombro a quienes se atreven a poner en entredicho algunas de sus actuaciones. De esos que van de honrados pero en el fondo están ahí más para hacer caja que por vocación. De esos que se mueven en un círculo de relaciones clientelares –con determinadas agencias, con otros gestores, con la administración pública- para sacar la mejor tajada posible no solo cuando ocupan el cargo en cuestión, sino también cuando han pasado a otro lugar habiéndolo dejado todo atado y bien atado para que sigan requiriendo sus servicios. De esos que hablan mal de los colegas cuando estos no están en su círculo. De esos –y esto es lo peor- que permiten que la mediocridad artística se mueva a sus anchas si así lo requieren sus intereses personales. Es decir, de esos que escogen elencos, batutas y producciones demenciales porque hay que darle de comer a sus amiguetes, con los que en otro momento se hará –por descontado- algún tipo de toma y daca. “Quid pro quo”, que diría Ochs.
Lo dicho: completamente harto. O indignado, como los de la Puerta del Sol. ¿Hasta cuánto tendremos que aguantar de que quienes tienen como principal misión servirnos a nosotros se aprovechen del dinero público para sacar tajada? Ejerzamos, al menos, el derecho al pataleo.
6 comentarios:
Amigo: has descrito el gran mal de España, el amiguismo-enchufismo. No están los mejores sino los suyos. Siempre igual en todas las administraciones públicas u organismos públicos.
Para aliviar un poco tu indignación date una vuelta por donde ya sabes y mira el último dvd publicado con música de Strauss (Metamorfosis - Suite Burgués Gentilhombre) y Ravel (Concierto Piano) interpretados por Grimaud y Jurowski. La calidad de imagen es soberbia. ;)
No me refiero tanto al enchufismo como a un problema mayor del que éste no es sino una de sus facetas: la creencia de que cuando uno accede a un cargo público de cierta importancia, tiene carta blanca para utilizar el mismo para obtener el mayor provecho personal posible, incluso a costa precisamente de los objetivos para los que ha sido contratado. Ese es el gran problema de nuestra clase política, como bien ha puesto de manifiesto el 15-M, y yo añadiría que lo es también de la gestión cultural en general y musical en particular.
No puedo estar más de acuerdo contigo en tu pataleo. Pero más que pataleo, creo que deberíamos ir más allá. Es hora de replantear cosas, de indignarse y alzar la voz. Necesitamos sentir que la democracia es más nuestra, articular mecanismos reales de control de los políticos y sus actuaciones, así como de la actividad financiera. Necesitamos incrementar los mecanismos de participación que tiendan a una democracia directa; la tecnología a coste marginal ya existe. Sólo nos falta reclamarlo con energía, sintiendo que es posible, y transmitirlo así a la gente de nuestro entorno.
Tienes toda la razón, Rubén, pero el sistema está totalmente controlado.
¿Por qué no se hace una reforma de la ley electoral, si el pueblo lo pide a gritos? Porque a los dos partidos que se alternan en el poder (esto se parece cada vez más al sistema canovista) no les interesa.
¿Por qué no se pone freno a la corrupción en las listas electorales? Por lo mismo: porque muchos líderes de los principales partidos de nuestra nación están enfangados hasta el cuello.
¿Por qué no se realiza una gestión transparente de los centros artísticos y musicales, en lugar de optar por el dedazo o por operaciones de maquillaje tipo "ley de buenas prácticas" de Marset? Porque mucha gente del mundillo aspira a entrar un día en el círculo del poder y a beneficiarse de éste de la misma manera que ahora lo están haciendo otros. Si ellos lo hacen, pensarán, ¿por qué no lo voy a hacer yo cuando me toque?
No olvides que, al final, son millones los que votan siempre a los mismos y que carecen de sentido crítico ya que se acomodan en un sillón de ignorancia. ¿Para cuándo un partido político real y honesto?
Claro, claro, los ignorantes, los deshonestos y los borregos son siempre los otros.
Y eso de sentirse "pueblo" queda la mar de chic.
Algunos no se van a enterar de lo que es la democracia ni aunque les muerda en el culo.
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