domingo, 15 de mayo de 2011

Regreso mahleriano de Abbado a Berlín

Anda estos días ofreciendo Claudio Abbado dos diferentes programas con su antigua Filarmónica de Berlín. El segundo de ellos es el más interesante, porque propone el primer acercamiento del milanés –que yo sepa- a La canción de la Tierra; tendrá lugar el próximo miércoles 18 y será retrasmitido por diferentes televisiones. El primero de ellos se ha ofrecido durante tres días, y yo precisamente acabo de terminar de seguir la tercera función a través de la Digital Concert Hall de la Berliner Philharmoniker (enlace), esa misma a la que tantas veces les he animado a abonarse.

Se abría la velada de manera poco feliz con el aria Vorrei spiegarvi, oh Dio - Ah conte, partite: Abbado ofreció su ingrávido, trivial y hasta relamido Mozart y la soprano Anna Prohaska destrozó la partitura con una voz de nula homogeneidad en la que los graves cambiaban de color de manera alarmante y los sobreagudos eran puro grito. Vino a continuación el aria de Pamina de La flauta mágica, pero por desgracia (¿o por fortuna?) hubo un problema con la alimentación de mi ordenador y apenas pude escucharla. Las cosas cambiaron con la suite de Lulu. Aquí la Prohaska -que ya había grabado la pieza con el maestro para DVD y Blu-Ray- estuvo estupenda, al tiempo que Abbado desplegó la más rica paleta de colores imaginable y una fuerza teatral de la mejor ley. ¿Un Berg demasiado “romántico”? Puede ser, como igualmente se puede echar de menos la claridad de un Boulez (¡increíble su filmación frente a la Sinfónica de Chicago!), pero la interpretación es en cualquier caso irresistible.

La segunda parte se abría con el Concierto nº 17 del genio de Salzburgo. Abbado estuvo en su línea habitual, pero Maurizio Pollini, un artista por el que nunca he sentido particular aprecio, supo ofrecer un Mozart apolíneo, equilibrado y elegante sin quedarse en la mera trivialidad, aunque sin ofrecer tampoco la efusividad y riqueza expresiva que la música demanda. Bien a secas. El morbo, no obstante, descansaba en el adagio de la Décima de Mahler, escalofriante música (¿lo mejor del compositor?) que no parece muy frecuentada por el milanés. Por descontado que se pueden ofrecer enfoques mucho más expresionistas (Chailly), o más tristanescos (Barenboim, que aún no ha grabado la obra) o mucho más allá del bien y del mal (Sinopoli), pero la de Abbado ha sido una magnifica recreación en la que hay que alabar un enfoque fresco, una emotividad a flor de piel y un fraseo que, pese a algunos portamenti marca de la casa, conjuga naturalidad y delectación. Portentosa la orquesta, eso por descontado. Los aplausos, algo más breves de la cuenta pero muy entusiastas, aún resuenan en los altavoces de mi ordenador.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena crítica del concierto que yo también pude disfrutar. No coincidimos en la valoración de Pollini que a mi particularmente no me convenció. Por curiosidad, ¿ha oído la interpretación de Bernstein al piano con la Filarmónica de Viena en DVD?

Por cierto, parece que el concierto del miércoles también será ofrecido por la Digital Concert Hall de la FIlarmónica de Berlín.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias. La versión de Bernstein tocando y dirigiendo me parece una auténtica maravilla. Puede que no fuera el mejor pianista del mundo, técnicamente hablando, pero qué manera de frasear, tan cantabile, qué efusividad, qué belleza...

Efectivamente, el concierto de Abbado lo ponen también en el DCH, aunque en principio no estaba previsto. Estaremos alerta.

Carmelo Galdeano Suarez dijo...

Hola.
Gracias por los comentarios al concierto y a las opiniones de Anónimo, de ellas siempre se aprende.
Ya estoy con las zapatillas puestas esperando La canción de la Tierra.
Hasta luego.

Anónimo dijo...

Efectivamente la soprano no me gustó en Mozart pero si en Lulu. Pollini siempre my correcto y Abbado un gran enamorado de Mahler como yo....

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