Aun siendo amante -no particularmente entusiasta- del género de los musicales, no conocía casi nada de Los Miserables, página que tras varios lustros de éxito celebra su veinticinco cumpleaños con una nueva producción escénica que ha llegado al Teatro Lope de Vega de la Gran Vía madrileña. Fui a la función de ayer sábado 4 de diciembre con la mente en blanco, pues. Me lo pasé estupendamente, aunque debo poner un reparo importante: a mí la partitura de Claude-Michel Schönberg, con la excepción del bellísimo “Bring him home” y del divertido “Master of the House” -los dos únicos números que conocía previamente, y que supongo serán los más famosos- me parece de escasísima inspiración melódica. Muy brillante, variada y vistosa, dotada además de una orquestación exuberante realizada -creo que para el reestreno de 2010- por Chris Jahnke, pero poco emocionante por sí misma.
¿ Por sí misma? Pues sí, porque en conjunción con el libreto funciona perfectamente, y pienso que no solo por la fuerza de la historia original de Víctor Hugo sino también por el magnífico trabajo de Alain Boublil y Jean-Marc Natel, autores del texto en francés, por un lado, y de Herbert Kretzmer, responsable de las abundantes adiciones que se realizaron en el estreno en inglés, por otro. La integración entre partitura y drama es total, ofreciendo toda la variedad de ambientes y situaciones que exigen las convenciones del género sin que en ningún momento la música detenga la acción, de un pulso trepidante -pero en absoluto precipitado- que atrapa al espectador desde el primer momento.
Esta nueva producción a cargo de Lawrence Connor y James Powel -de la original, ni idea- me parece modélica: agilísima, espectacular, tópica en su punto justo, muy bien trabajada con cada uno de los actores e irreprochablemente planificada en las diversas escenas. Además la utilización de dibujos originales de Víctor Hugo aporta gran belleza visual y, en combinación con las técnicas digitales, resuelve de maravilla los numerosísimos cambios escenográficos, que se realizan con insólita agilidad. Mención especial a la escena del suicidio de Javert arrojándose al río, ingeniosa e impresionante. ¡De solo pensar que se pudiera hacer algo así con Floria Tosca!
Notable nivel musical en la Gran Vía. La orquesta, pequeña pero muy bien aprovechada para “dar el pego”, estuvo dirigida de manera irreprochable por Alfonso Casado. Gerónimo Rauch e Ignasi Vidal encarnaron con buena voz y gran fuerza expresiva a los dos antagonistas, Jean Valjean y Javert. La parejita de enamorados no llegó a tanto nivel, pues a Talia de Val le falta materia prima de mayor entidad -y pulir el sobreagudo- y Edgard Martínez -que era el cover- está aun un pelín verde; este último promete mucho, en cualquier caso. Virginia Carmona fue una notable Fantine y Lydia Fairen una estupenda Eponime. Muy correcto Daniel Diges como Enjolras, y de lujo los dos “malos cómicos”: tremenda Eva Diago y sensacional Enrique R. del Portal, lo que no ha de sorprender a los que conocemos su larga trayectoria en el mundo de la zarzuela como estupendo cantante y magnífico actor. Los niños estuvieron bien, y la compañía funcionó sin apenas fisuras en en lo canoro y en lo escénico. Sinceramente, no creo que esta misma producción se vea en Londres o en Nueva York mucho mejor servida que en Madrid.
Dicho esto, huelgan recomendaciones. Yo me lo pasé estupendamente y ustedes también lo harán. Bueno, sí, una cosilla: hagan el esfuerzo económico de sentarse en el patio de butacas. La diferencia de precio es escasa y se gana bastante en sintonía con el espectáculo. Y mucho ojo, que ya hay montones de entradas vendidas.
2 comentarios:
Vaya, coincidimos anoche en el Lope! Y en casi todas las apreciaciones... aunque a mi la Cosette me pareció aun peor, y es que me chirriaban los oidos cada vez que abría la boca, calaba un agudo o desafinaba.
Siempre que voy a un musical salgo con la impresión de que este género es la continuación de la ópera popular que en su día pudieron escribir Rossini o Verdi.
Schoenberg y Berg marcaron un camino para la ópera muy alejado del público, y son los musicales los que han sabido mantener al público y la tradición (las arias cerradas, los leif motivs, etc...) aunque cambiando el lucimiento vocal por el escenográfico
No, si en cuanto a la Cosette coincidimos plenamente. Lo que pasa es que la experiencia me ha enseñado a escribir un poco entre líneas cuando de cantantes de musicales se trata. Cuando escribí en este blog sobre el Sweeney Todd de los hermanos Gas sufrí el ciberacoso de uno de los cantantes -debió de ser el único al que puse mal, o un miembro del coro-, que se dedicaba a insultarme con mensajes escritos los fines de semana a altísimas horas de la madrugada. Estaría borracho/a y/o frustrado/a, digo yo.
Coincidimos también en lo de los musicales en general, aunque ¡a Berg no me lo toques! Un cordial saludo, y gracias por las apreciaciones.
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