Pocas emociones hay para un melómano comparables a la de escuchar por primera vez una obra maestra no en un disco, como es habitual descubrir las partituras, sino en vivo y en una gran interpretación. Me ocurrió en Sevilla en el 92 con el War Requiem de Britten dirigido por Rostropovich: aquello fue para mí un verdadero trauma. Me volvió a pasar el año siguiente con la Turangalila que ofreció Chailly en el Maestranza. Y me ha vuelto a ocurrir hace unos días, el domingo 15 de noviembre, con el Concierto para violonchelo nº 2, “No queda más que el silencio”, de Cristóbal Halffter, en interpretación del propio compositor y el solista Asier Polo en el marco de la “carta blanca” que ha ofrecido la Orquesta Nacional de España al músico madrileño.
La emoción del descubrimiento en tan óptimas condiciones me ha compensado la vergüenza de no haber escuchado hasta ahora una partitura con ya algunos años a sus espaldas, pues la escribió Halffter allá por 1986 para Mstislav Rostropovich. Obra tensa, virulenta y de corte marcadamente expresionista, quizá no del todo redonda por la existencia de algún punto muerto, hace gala de una escritura tan cerebral en su construcción como comunicativa y sincera en su contenido expresivo, demandando del oyente una atención tan grande como el virtuosismo exigidos a orquesta y solista.
En este sentido la interpretación escuchada en el Auditorio Nacional se benefició de una dirección sensacional del propio Halffter (¡hay que ver, con lo mal que dirige este señor algunas otras cosas!) y de la impresionante lección de equilibrio entre belleza sonora y expresividad ofrecida por Asier Polo, que comulgó con la partitura desde la primera nota hasta la última. Yo, que para concentrarme lo más posible me había comprado una butaca en primera fila, me conmoví -de dolor, aunque resulte pedante decirlo- como pocas veces lo he hecho en un concierto.
En cualquier caso se supone que el “acontecimiento” del programa no era la revisitación de esta página, sino el estreno de un encargo de la propia OCNE: De ecos y sombras. A mí me gustó, sobre todo por su impresionante escritura orquestal, más densa que la del concierto pero no por ello menos clara en las texturas; éstas se ven enriquecidas además por sonoridades distintas, no necesariamente ásperas e incisivas, entre las que destaca la de la celesta. Ahora bien, tengo la sensación que en esta nueva obra Halffter no tiene en lo expresivo tantas cosas que decir y que "el continente", en definitiva, ofrece más interés que "el contenido". El tiempo dirá.
El concierto se había abierto con una correcta interpretación de la simpática Circus Polka de Stravinsky, y vino a cerrarse con el Preludio para Madrid 92 del propio Halffter en una interpretación muy enérgica, pero también un tanto masiva y decibélica, que desmereció del resto del concierto: aun tratándose de una página de circunstancias, la breve partitura sinfónico-coral podía haber estado interpretada usando pinceles más finos. Eso sí, hay que reconocer que con Cristóbal Halffter (insisto: muy desigual director en otros repertorios) la Orquesta Nacional de España sonó mejor de lo que suele. ¡Qué cosas!
2 comentarios:
Oye, si no conoces esta obra maestra que es el concierto para cello nº 2 llegas tarde para hacer esa apasionada crítica. La nueva obra es mucho más rica y potente, pero claro, la falta de vibratos, melodías, pathos y cosas conocidas te hace afirmar que es más bueno el continente que el contenido. Curioso que desde el mundo aficionado de la clásica siempre se opere con palabras aplicables al repertorio clasico-romantico, desconociendo de forma alarmante lo que es la expresividad en una obra actual, sea en música, en pintura... o en arquitectura. Es decir: no podrás juzgar una obra así desde el único conocimiento de esos miles de discos y conciertos que un crítico se empeña en oir y comparar una y mil veces. El Arte actual no se puede describir ni juzgar desde la distancia, desde esa barrera cómoda que muchos críticos ofrecéis. Ya es hora de que se juzgue y se escriba sobre el Arte actual con conocimeinto sobre el Arte actual, no desde el siglo XIX. Ay qué pena me da. Por cierto que ya habrías tenido tiempo para conocer las versones que hay de ese concierto de Cello en CD, por lo menos.
Yo no tengo ningún reparo en mostrar mis enormes insuficiencias como melómano. Lo que he escrito, por otra parte, no es "una apasionada crítica", sino un muy apasionado comentario personal en mi bloc de notas. Cuando tengo que hacer una crítica procuro ponerme al día.
Si a usted la obra nueva le parece mejor que la otra, estupendo. Pero yo no he querido realizar sobre estas partituras, como usted, afirmaciones categóricas. Tampoco necesito apelar a la ignorancia de los demás para defender mis argumentos, ni menos aún hacerlo desde el anonimato de la red.
Permítame felicitarle por sus (presuntos) amplios conocimientos sobre música contemporánea, y recomendarle un poquito de... pues eso. Un saludo.
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