Los resultados sorprendieron, y mucho. Y es que este Primer concierto para piano de Brahms parece dirigido no por Rattle, sino por Barenboim: tales son su rebeldía, su tensión dramática, su negrura y su visceralidad, y no sólo en el primer movimiento -los compases iniciales ya anuncian un verdadero cataclismo emocional- sino también en un amargo y muy concentrado Adagio y en un final cuyo júbilo parece esconder más desesperación que triunfalismo.
¿Intervino Barenboim de manera sustancial, pues, en el concepto directorial de esta interpretación? En su momento pensé que sí, pero cuando más tarde escuché al propio Barenboim dirigir la obra en Granada (haciendo lo que pudo con un Lang Lang completamente fuera de órbita) me encontré con ese Brahms ortodoxo y un tanto “celibidachiano” que suele hacer el de Buenos Aires; no tan desgarrado, más noble y sereno, aunque no exento ni mucho menos de fuerza dramática.
La dirección de este concierto televisivo ofrecido en el Teatro Romano de Atenas, a los pies de la mismísima Acrópolis, debe de ser por tanto mayormente de Rattle, y sorprende que sea precisamente él (un artista que suele volcarse en los aspectos más digamos “lúdicos” de la música) quién destape la caja de los truenos para que sea Barenboim quien, sin dejar de hacer gala de un sonido denso, poderosísimo, de una tremenda tensión interna y de una apabullante fuerza expresiva, aporte precisamente el elemento reflexivo de esta (por qué no decirlo: genial e indispensable) interpretación.
La segunda parte del programa la ocupó el Cuarteto con piano nº 1 de Brahms en la espléndida orquestación de Arnold Schoenberg. Vuelto a escuchar el DVD (editado por Euroarts con excelente calidad de imagen y sonido), me ha gustado mucho el Allegro inicial, tenso y dramático, en la línea de la primera parte, pero me ha dejado frío el Andante con moto, llevado con prisas y sin ese peculiar fraseo tierno y emotivo que demanda el compositor. Brillantísimos, como no podía ser menos, los movimientos pares, aunque en el final Sir Simon se deja llevar por el efectismo, anunciando en cierto modo lo que hará en su integral sinfónica que comenté hace poco el blog (enlace). Al final resulta que la presencia de Barenboim sí resultó decisiva…
PS. Sé que Rattle tiene en CD otra interpretación del concierto, con Zimerman, grabada por las mismas fechas, pero como no la he escuchado, no puedo realizar comparaciones.
2 comentarios:
He vuelto a escuchar el DVD tras leer tu comentario. La versión del Concierto es una maravilla, pero más que desgarrada me resulta lírica y meditativa, con una introducción muy dramática y poderosa, pero dando después cabida también a los demás aspectos de la obra. Barenboim "piensa" la obra desde el teclado con una profundidad impresionante. La única pega que se me ocurre es que tanto Rattle como Barenboim parecen tocar cada uno "su" Concierto, que no es el mismo exactamente para cada uno de ellos. Evidentemente, han dialogado y han llegado a un "acuerdo", pero quizá no a una visión única, y se nota. Es una impresión.
La interpretación del Cuarteto me parece portentosa, sobre todo por el entusiasmo y la convicción total que muestra el director, en una versión para mi muy apasionada. No he notado esa frialdad de que hablas en el tiempo lento, y sí un gusto por resaltar los contrastes de la música y sobre todo los colores, colores no de Brahms, claro, sino de Schoenberg, o de Stravinsky o vaya usted a saber.
¿Qué versión o versiones recomendarías del Cuarteto en la orquestación de Schoenberg? La verdad es que, aparte de versiones escuchadas hace tiempo por la radio, no conozco ninguna otra...
Pues la única versión que conocía del Cuarteto orquestado era ésta (creo que hay una con Dohnanyi). Eso sí, cuando salga la grabación de Pedro Halffter -ver mi entrada del viernes 11- me la compraré y será esa la que escuche: en el tercer movimiento no hay color. A Rattle sólo le motiva ahí la sección marcial, toda la parte lírica la deja a un lado, aunque ciertamente su riqueza de colorido es admirable. Halffter es más monocromo, pero también más brahmsiano.
A mí la interpretación de, concierto para piano sí que me resulta mucho más dramática que meditativa, pero la primera vez que la escuché, cuando la pusieron en directo por la tele, tuve exactamente la misma impresión que tú: que cada uno tocaba "su" versión del concierto. Después de escucharla más veces, la última de ellas el otro día, me convence ya por completo, pues la disparidad de concepto me parece más enriquecedora que otra cosa. Saludos.
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