lunes, 7 de septiembre de 2009

Boulez y Pires, extraña pareja en Lisboa

¿Qué demonios hacen juntos, en este DVD filmado en 2003 en la espectacular iglesia del Monasterio de los Jerónimos de Lisboa, el objetivo, circunspecto y distanciado Pierre Boulez, tan atento a los aspectos arquitectónicos de la música como ajeno a los devaneos sonoros, y la comunicativa, coqueta, dulce y en ocasiones cursi Maria Joao Pires? Pues hacen el Concierto para piano nº 20 de Mozart. Y lo hacen muy bien.

Pires_Boulez_DVD

El extraordinario músico francés ofrece un Mozart bastante más interesante de lo que pudiera pensarse: escaso de calidez y de vuelo lírico, eso es cierto, pero portentosamente construido, lleno de tensión interna y en absoluto ajeno a la fuerza dramática; me ha gustado mucho, más que cuando vi en su día este concierto por televisión. La Pires, no especialmente ágil, se muestra quizá en exceso amable en el comienzo del segundo movimiento, y, en general, un tanto sosa. Por fortuna la pianista lisboeta no desdeña los claroscuros y hace gala de la belleza en la pulsación y la elegancia en el fraseo que la caracterizan.

El concierto en cuestión pertenece a la fabulosa serie del primero de mayo de la Filarmónica de Berlín, ofrecida en directo para toda Europa desde 1991. Abre el programa una clarísima, sobria y refinada recreación de Le Tombeau de Couperin en la que Boulez sabe ofrecer vivacidad, elegancia sin amaneramientos, claridad, poesía contenida y excelente arquitectura. Falta un punto de esa “magia” tan particular de Ravel, pero pese a todo el resultado es admirable, superando a la recreación de la misma orquesta -portentosa, muy especialmente sus maderas- otro uno de mayo, el de 1997, bajo la dirección, vitalista pero no muy poética y más bien parca en elegancia, de Daniel Barenboim.

En cualquier caso, lo mejor del programa de Lisboa es la interpretación del Concierto para orquesta de Bartók, una maravilla por su combinación entre la más rigurosa objetividad “a la Boulez” y la más sabiamente planificada tensión interna. A destacar la manera en que se analizan las fascinantes textura del tercer movimiento (aunque aquí es inevitable el recuerdo de la discutibilísima recreación de Celibidache), la acidez de las parodias del cuarto y, sobre todo, la arrolladora fuerza del quinto, que ni a Solti tiene que envidiar; quien no me crea, al Youtube. Ni que decir tiene que la claridad es portentosa y que se escuchan muchas cosas nuevas.

De propina, una recreación de Fêtes, de Debussy, como pocas veces se ha escuchado. Un DVD maravilloso, que además suena (pese a la reverberante acústica) de pelotas. Ups, perdón.

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