Se lo ha llevado una enfermedad traicionera e implacable como se llevó hace no muchos años a una de las personas que más he admirado en el terreno profesional, el profesor Juan Miguel Serrera Contreras. Sólo recientemente me enteré de que Juan Carlos y Juan Miguel habían mantenido una estupenda amistad durante años.
Lamentaré mucho la desaparición de Juan Carlos: además de ser un admirable profesional, era una persona que me caía realmente bien. Su fino sentido del humor era impagable. Aparte de la mutua admiración por nuestro profesor de Arte Clásico, compartíamos muchos otros gustos y aficiones. Precisamente dejo aquí en su homenaje una foto de uno de sus -nuestros- sitios favoritos: el monasterio de San Juan de la Peña, donde presuntamente transcurren, por cierto, los actos primero y tercero de Parsifal, y donde estuvo durante siglos el cáliz que se conserva en Valencia. Espero que Juan Carlos encuentre ahora su particular Grial. Nosotros, mientras tanto, le echaremos mucho de menos.
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