Creo que hay unanimidad en que Antoni Ros Marbà es uno de los grandes directores españoles de la segunda mitad de siglo. Recuerdo haberle escuchado algunas cosas maravillosas. Pero de un tiempo a esta parte el maestro parece andar de capa caída. Su concierto con la ROSS de mayo del 2006 fue para una relativa decepción (enlace), y su más reciente Don Giovanni me resultó insoportable (enlace). Fuentes de solvencia me han asegurado que sus Bodas del Liceo estuvieron en la misma línea, y otras no menos fiables me confirman que algún concierto sinfónico reciente ha dejado muchísimo que desear.
Por fortuna en su reaparición madrileña el pasado fin de semana al frente de la ONE (¡cómo me gusta ir a los baratos conciertos de los domingos por la mañana en el Auditorio Nacional!) pudimos disfrutar del gran maestro que siempre ha sido. Altamente comprometido con la música de Montsalvatge, su Desintegración morfológica de la Chacona de Bach estuvo llena de fuerza, garra y tensión interna. La misma que tuvo esa obra maestra absoluta que en el Concierto para violín de Alban Berg, donde contó con la complicidad de un Christian Tetzlaff de asombroso virtuosismo y enorme sensibilidad, sabiendo entre ambos ofrecernos una interpretación inteligentemente equilibrada entre los aspectos más líricos de la pieza y los más desgarrados. Memorable.
“La Grande” de Schubert estuvo menos bien. Fue sin duda una interpretación correcta, con todo en su sitio, musical y muy ajena a los devaneos sonoros, pero semejante monumento necesita una labor muchísimo más minuciosa en lo que a la planificación se refiere: el primer movimiento fue perdiendo gas poco a poco y el segundo no alcanzó ni mucho menos el vuelo lírico que debería. Y necesita también, para hacer plena justicia al genio schubertiano, una orquesta que sepa ejecutar con mayor limpieza que la Nacional de España, en la que los violines dejaron un tanto que desear y el primer chelo no parecía empastar con sus compañeros. Sensacional, sin embargo, el conjunto de metales, que hizo mucho por elevar el nivel de la ejecución.
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