sábado, 7 de junio de 2025

Respighi por Tilson Thomas: doble sorpresa

Este disco con Fuentes de Roma y Fiestas de Roma de Ottorino Respighi por Michael Tilson Thomas me ha supuesto una agradabilísima sorpresa, por partida doble. Una, porque a pesar de la distorsión tímbrica la toma, realizada en 1978, es de una enorme calidad: redonda, con cuerpo, graves espectaculares, amplia gama dinámica y apreciable sentido espacial. Dos, porque las interpretaciones son estupendas.

El amanecer en Valle Giulia lo plantea el maestro norteamericano con trazo fino y mucha sensibilidad, pero procurando no caer en lo excesivamente impresionista y que no se le caiga el pulso. Regula con cuidado las dinámicas y adopta el fraseo curvilíneo aquí imprescindible sin merma de la naturalidad. Impecable el tratamiento tímbrico y la clarificación de líneas, justo como ocurre en una Fuente del Tritón particularmente ágil y aérea, plena de elegancia y sin el espíritu digamos que "gamberro" de otras batutas, como si buscara el mayor contraste posible con una Fuente de Trevi que arranca con excesiva pesadez, incluso hinchada. Luego mejora y plantea de manera irreprochable el largo diminuendo hasta una Fontana di villa Medici en la que vuelve a imponerse un refinamiento extremo sacando asombroso partido de una orquesta que nunca fue particularmente buena.

Los resultados son más redondos en Feste Romane. Estamos al lado de Hollywood, y MTT se lo pasa en grande describiendo la brillantez del circo, la oración quejumbrosa de los cristianos, el avance de los leones y la fiesta final de carne y sangre. Pero no basta con ponerle carácter narrativo al asunto, claro está: Tilson Thomas trabaja con pinceles finos, procura no caer en el exhibicionismo gratuito la música suena con veracidad, teatral en el mejor de los sentidos y alcanza los clímax a base de un portentoso sentido del ritmo y de las sutilezas en la planificación. Concentración y belleza sin hedonismos en El jubileo, aunque tampoco la música termine de desprender toda la poesía posible. Gran acierto: L'Ottobrata arranca de manera maravillosamente bulliciosa de nuevo el trazo es finísimo, el canto italiano posee fuerza melódica y toda la sección íntima, se supone que una serenata amorosa, evita el grave peligro de esta música: caer en la excesiva ensoñación y perder el pulso. La Befana es lo que tiene que ser: ruido, muchísimo ruido, pero ruido férreamente controlado para que se escuche todo, la expresión de cada una de las líneas que se van superponiendo a mí esta música me trae a la mente a Charles Ives sea la correcta y tanto dinámicas como tensiones no se atasquen en el principio, sino que se acumulen de manera lógica hasta un final verdaderamente explosivo. Pocas versiones conozco tan buenas como esta.

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