jueves, 17 de octubre de 2024

La crítica musical tiene que ser subjetiva: Novena de Bruckner por Thielemann

Hay gente que se empeña en que la crítica musical puede y debe ser objetiva, esto es, atenerse a unos parámetros que de algún modo u otro sean mensurables, susceptibles de ser analizados estrictamente desde el punto de vista formal. Entre estas personas, hay algunas que van más allá y se empeñan en convertir sus críticas en una especie de examen de conservatorio: cogen la partitura y apuntan si el artista de turno resolvió bien los tresillos de tal compás, hizo con limpieza las notas picadas de aquel otro o recurrió a un portamento di sotto para resolver tal ascenso al agudo.

Pura pedantería. Miren ustedes, la crítica musical no es un examen de conservatorio, como tampoco es musicología. Es lo que su nombre indica: crítica musical. Se trata de escribir desde una cierta experiencia y desde el yo eminentemente subjetivo lo que se percibe que ha ocurrido ahí, intentando descubrir qué visión de la obra ha procurado ofrecer el intérprete de turno, si ofrece interés ese punto de vista y hasta qué punto el resultado ha sido estimulante. Cierto es que puede ser muy útil hacer referencia a la praxis interpretativa concreta, a las decisiones que se han tomado y a la mayor o menor destreza técnica a la hora de ejecutar la partitura según esos parámetros, pero nunca se deben confundir los árboles con el bosque. Porque a veces los árboles están todos en su sitio, pero el bosque no ofrece la menor sugestión poética. Y en el fondo, de esto último es de lo que se trata.

Perfecto ejemplo de esto es la Novena de Anton Bruckner que acabo de ver en la plataforma Stage +, en un intento de presentar una discografía comparada de esta sinfonía que tengo como mi favorita de todo el repertorio, Beethoven y Brahms incluidos: Christian Thielemann y la Staatskapelle de Dresde, en filmación del año 2015, también disponible en Blu-ray.

La orquesta, salvando algún levísimo roce puntual, está divina, aplastantemente mejor que en los tiempos en que el especialista Eugene Jochum grabó con ella su integral. Thielemann obtiene un empaste redondo, aterciopelado y con su punto de brillantez. Trabaja con plasticidad los planos sonoros para conseguir la sonoridad organística apropiada para el autor. Las líneas se escuchan con nitidez. El fraseo no conoce precipitación alguna, respirando las melodías con suficiente amplitud. Las líneas globales de tensión y distensión poseen lógica. Las transiciones están bien planificadas. Y sin embargo...

Sin embargo, la versión no convence. Comienza bien, pero a los diez minutos un servidor ya estaba deseando que acabara. ¡Y se trata de mi sinfonía favorita! Llegar al final me ha costado trabajo. ¿Razón objetiva? Insisto en que ninguna. ¿Acaso puedo objetivar de alguna manera la sensación de frialdad que me ha dejado esta recreación? Quizá pueda apuntar, como dato medianamente objetivo, que en el tercer movimiento un muermo monumental bajo la batuta del berlinés las tensiones no terminan de progresar, que los pasajes hermosos se yuxtaponen sin un sentido de clara progresión. Pero no se trata solo de eso. Se trata, sencillamente, de falta de sensualidad, de misticismo bien entendido, de agónico terror ante el más allá, de vuelo poético... De inspiración, en definitiva. Y eso no es objetivable.

4 comentarios:

Pablo dijo...

Lo subjetivo depende exclusivamente de la sensibilidad individual y de los gustos personales de cada uno. En el plano subjetivo, es tan válido afirmar que Barenboim es mejor artista que Onofri como lo contrario. Exactamente igual. En cambio, pretender hacer un análisis subjetivo, en base al cual sacar conclusiones objetivas, es pura incoherencia. Es decir, una crítica subjetiva nunca puede afirmar que una versión es mejor que otra, sino que le gusta más. Lo contrario sería hacer presunciones arrogantes sobre lo que debe ser el "buen gusto", sin base alguna.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No estoy de acuerdo, por las razones expuestas.

Pablo dijo...

Tiene todo el derecho a no estar de acuerdo, faltaría más, pero me temo que, en su texto, no hay rastro alguno de tales "razones expuestas".

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Mire usted cualquier crítica de cine en cualquier medio. ¿De qué hablan? Se podrá hacer referencia puntual a determinado recurso técnico, pero la inmensa mayoría se terminan centrando en explicar qué "sensación" le ha dejado al firmante la película. Un solo ejemplo, por poner algo recientísimo:

https://www.diariodesevilla.es/ocio/divertida-emocionante-espectacular-obra-maestra_0_2002552017.html

Como usted verá, se habla de emociones, no de técnica. En el arte esta es el medio, no el fin. Bueno, sí, a veces "el medio es el mensaje", pero esa es otra historia. No sé si ahora me explicado. Supongo que para usted no lo he hecho de manera en absoluto convincente. Pues vale.

La crítica musical tiene que ser subjetiva: Novena de Bruckner por Thielemann

Hay gente que se empeña en que la crítica musical puede y debe ser objetiva, esto es, atenerse a unos parámetros que de algún modo u otro se...