viernes, 13 de septiembre de 2024

La Solemnis por Savall: honesta e interesante, pero solo eso

Jordi Savall registró la Missa Solemnis de Beethoven al frente de sus conjuntos habituales –más un grupo de jóvenes músicos salidos de un proyecto de formación– entre los días 11 y 16 de mayo de 2023 en la Colegiata de Cardona. Pocos días después, concretamente el 20 del mismo mes, se realizó una filmación en la Frauenkirche de Dresde que se encuentra disponible en Mezzo TV. Esta es la versión sobre la que realizo el comentario, no sobre el disco. 

Vayan de entrada dos advertencias. Una, que me gusta el sonido de los instrumentos originales en Beethoven. Dos, que siendo el de Igualada uno de mis músicos preferidos –tengo la mayor parte de sus discos y admirándole profundamente desde hace ya décadas, entiendo que Savall no es ninguna maravilla como director de orquesta. Lo es empuñando la batuta en determinados repertorios del Barroco, fundamentalmente en el francés, pero cuando llega a Mozart la cosa cambia muchísimo. Dicho esto, vamos a ello.

Me ha interesado lo que se escucha. Savall no hace tonterías, no toma decisiones de esas que llaman la atención para demostrar lo listo que uno es: algún día de estos comentaré cierta novedad discográfica que es perfecto ejemplo de esa mezcla de prepotencia y cursilería que caracteriza a algunos directores HIP. No es el caso de Savall. Esto es la Solemnis tal cual, solo que dicha con prácticas "históricamente informadas" y no pocos resabios barrocos que no me parecen ningún disparate: el sordo de Bonn no partía de la nada, sino que creaba sobre una herencia que estaba muy cercana en el tiempo.

Ahora bien, no estoy de acuerdo con lo que dice el maestro en la carpetilla del disco sobre su "utilización de un canto despojado de los vibratos modernos, que impiden la claridad armónica y del contrapunto". Don Jordi, mire usted, hay por ahí un señor llamado Otto Klemperer que consiguió muchísima más transparencia que la que usted ofrece, y lo hizo con una orquesta y un coro de mucho mayor tamaño. En cuando a lo de que "La cuerda de tripa está hecha de un material vivo. Restituye la dimensión orgánica, frágil y, por lo tanto, esencialmente humana de la música de Beethoven", me parece una afirmación gratuita, salvo en lo que a la fragilidad se refiere; fragilidad en el mal sentido, claro está. Pero la humanidad de esta música se consigue de otra forma y viene por otro lado: Bernstein, Barenboim... y Klemperer, que es otra cosa.

Llegados hasta aquí, corresponde hacer mención de la gran baza de Savall: la intensidad dramática, en el sentido de teatral. Dirige con mucha fuerza, con enorme sinceridad, y todo ello se lo transmite a la perfección a una orquesta y un coro que, sin ser de primera fila, tocan y canta como si les fuera la vida en ello. Su lectura engancha al menos, me ha enganchado a mí la mayor parte del tiempo, y me ha hecho recordar cosas de la partitura en las que no me había fijado lo suficiente. En lo que se queda francamente corta es en sensualidad, elevación poética, misticismo... Hay que tener muchas, muchísimas horas de Beethoven a las espaldas para conseguir eso con la batuta, y aún así se puede patinar de lo lindo. Savall es un recién llegado a este mundo, y bien no quiere hacer esas cosas porque las considera "contaminaciones románticas", bien no sabe hacerlas.

Hay problemas en los cuatro solistas vocales y el primer violín. Me han gustado, aunque moderadamente, la soprano Lina Johnson y la mezzo Olivia Vermeulen. La voz blanquecina de Martin Platz me ha hecho poca gracia. Manuel Walser se limita a cumplir. ¿Por qué ya no graban esta obra cuartetos como los de las grandes producciones discográficas de antaño? Algunos hablarán de adecuación a las maneras de la época, otros de búsqueda de una supuesta sencillez humanística. A mí me parece que es porque sale carísimo. En cualquier caso, el borrón de esta lectura es Lina Tur Bonet, mucho menos horrorosa aquí que en su disco Sonata Lunática, pero aun así dispuesta a ofrecernos un buen ramillete de amaneramientos con los que, mucho me temo, Savall debió de estar completamente de acuerdo. Esto es lo que hay,

2 comentarios:

vicentin dijo...

Tengo mi entrada para oir la Cero de Bruckner por Savall en un mes...la cosa tiene su morbo.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Yo iría contigo si pudiera, desde luego. Morbo total. Otra cosa son los resultados. Bruckner necesita una batuta muy experta en el tratamiento de la orquesta sinfónica, y Savall no es precisamente eso.

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