Algunos –o muchos, vayan ustedes a saber– dábamos a ese enorme director que fue Riccardo Chailly por muerto –artísticamente hablando– desde su paso de Ámsterdam a Leipzig. Sin restarle enorme altura técnica al milanés, me parece que el descenso de la calidad media de sus discos resulta apreciable. Pero hete aquí que acabo de ver y escuchar una interpretación de las Danzas sinfónicas de Rachmaninov, una de mis obras preferidas de todo el repertorio del siglo XX, que es de tan solo hace unas semanas –20 de agosto– y que evidencian que Don Riccardo no nos había dejado del todo. El grandísimo maestro estaba por ahí de parranda, dejándose llevar por la borrachera del puro sonido vacío de contenido, pero por una vez su talento ha vuelto a brillar a enorme altura, no se sabe muy bien si estimulado por las enormes prestaciones de la Orquesta del Festival de Lucerna.
Por lo pronto, Chailly ofrece una descomunal lección de técnica de batuta en lo que se refiere no solo a la concertación, a la claridad de texturas y a la sensibilidad para el timbre, que en esta obra debe resultar ora acariciante, ora altamente incisivo; lección también, y sobre todo, en lo que respecta a la extrema flexibilidad agógica del fraseo, de manera particular en un segundo movimiento que nunca ha sonado tan imaginativo, por no hablar de la no menor creatividad a la hora de trabajar las dinámicas y de colocar acentos expresivos.
Bueno, ¿y cómo pueden ver ustedes esta interpretación y el resto del concierto, que por mi parte aún tengo pendiente? Pues de manera completamente gratuita y legal en este enlace al canal Arte:
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