Por azares de la vida, una de las primeras sinfonías de Haydn que tuve en CD fue la Nº 45, Los adioses, en versión de la Orpheus Chamber Orchestra. Me gustó mucho, pero no volví a escuchar nada del ciclo que a este compositor dedicó la formación neoyorquina editado por DG. He reparado parcialmente el descuido haciéndome con tres discos de segunda mano en mi último viaje a Alemania, de los cuales voy a comentar aquí uno de ellos: Sinfonías nº 48, Maria Theresia y nº 49, La Passione. Las dos son de hacia 1868-69, como nos recuerda Robbins Landon en sus notas de la carpetilla, de tal modo que la citada en primer lugar no fue escrita –como se pensaba– con motivo de la visita de la emperatriz a Esterhazy sino una década antes. Sturm und Drang, en cualquier caso.
Las interpretaciones, sin embargo, no resultan particularmente agitadas. Son más bien lecturas "para todos los públicos", en el mejor sentido de la expresión: tocado con increíble limpieza, hermoso en lo puramente sonoro sin dejar espacio al preciosismo y moderado en la expresión. ¿Y qué significa esto último? Pues que resulta más ágil, menos denso, de mayor impulso rítmico y más claroscuristas que el Haydn llamémosle "tradicional", al tiempo que decide evitar el carácter en exceso ingrávido, de la incisividad y de la precipitación de muchas recreaciones "históricamente informadas", que cuando se registró –soberbia la toma– este disco en 1986 ya las había. Y significa también que se busca un equilibrio entre los diferentes afectos de la música, que se busca una integración entre ellos más que los contrastes, que la emoción está presente –nada de trivializar las notas– sin que se note demasiado, que la elegancia clásica que pone por delante de otras consideraciones. ¿Un Haydn "a la Marriner"? Sí, algo así, incluyendo también su punto de sosería.
No puedo concretar más sobre cada una de las sinfonías, salvo decir que en la 48 echo de menos el clave que sí se utiliza en la 49, aunque este suene de manera excesivamente tradicional. ¿Alternativas? Las grabaciones de Trevor Pinnock de estas dos páginas me interesan muchísimo, con excepción del lánguido Adagio de la Maria Theresia; triunfan, en cualquier caso, la sana rusticidad sonora de su aproximación y la riqueza de su clave al continuo. Más me gustan aún las de Daniel Barenboim con la English Chamber, en una línea por completo diferente: el carácter dramático se pone en ellas en primer plano. Y sorpresa para quienes me conozcan, aunque me parece que esto ya lo dije en el blog: está muy bien la recreación que de La Passione hace Giovanni Antonini, porque los claroscuros que propone resultan adecuados en una obra escrita para Viernes Santo.
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