Volvía anoche al Teatro Villamarta el clarinetista Pablo Barragán (n. 1987), quien aun nacido en la hermosa localidad de Marchena (Sevilla), se declaraba en las notas al programa “berlinés por elección”. Lo hacía en compañía de dos jóvenes que solo se puede calificar como estupendas, no porque fueran hermosas –que lo eran de manera considerable–, sino por su nivel artístico. Elisabeth Brauss (Hannover, 1995) es una pianista de importante currículo como solista en tierras británicas, y no debe extrañar dado su toque seductor, de carácter eminentemente lírico pero también muy flexible. Más aún me impresionó la holandesa Noa Wildschut (Hilversum, 2001), una de las más impresionantes actuaciones violinísticas que he presenciado en directo en los últimos años. A sus veintitrés años, esta chica toca el violín con seguridad, sentido del ritmo y fuerza expresiva descomunales.
Entre los tres ofrecieron un programa bajo la etiqueta, no del todo convincente a tenor de lo escuchado, de Homenaje a la música folclórica judía. Daba igual que el hilo conductor fuera este u otro, porque lo interesante es que se trataba de un repertorio tan marginal como delicioso. El Trío Op. 157b de Darius Milhaud es una obra muy propia del autor que se escucha con sumo placer. Mucho más exigente el breve Diálogo para clarinete y violín de Claude Vivier, página de 1975 que, como explicó el propio Barragán a la audiencia, desarrolla un fascinante juego de texturas. Mayor luminosidad, como también poesía, en la Sonatina para clarinete y piano de Joseph Horowitz. Aires populares y cabareteros en los atractivos Cuatro “Souvenirs” para violín y piano de Paul Schoenfield, muy aplaudidos por el respetable. Para terminar, una obra muy superior a las restantes, no por ello menos disfrutable. Ya lo están imaginando algunos, dada la formación congregada: el Trío “Contrastes” de Béla Bartók. Aunque personalmente hubiera preferido un toque más incisivo, percutivo incluso, por parte de Brauss, se trató de una fenomenal interpretación de una obra maestra que se suele escuchar poco.
¿Y Barragán? Sin novedad con respecto a lo que ya sabíamos: se trata un clarinetista de primerísima fila. Punto. En todo caso, apuntar la suerte que tuvimos de que Daniel Barenboim se fijara en él para su West-Eastern Divan Orchestra, y de que ahora forme parte del equipo de flamantes profesores convocado por la Fundación Barenboim-Said para dar clases a jóvenes instrumentistas andaluces. En unos días se va de gira por Brasil junto a Elena Bashkirova y su hijo Michael Barenboim. Efectivamente, allí también hará el Trío Contrastes.
En fin, los pocos que nos animamos a comprar entradas disfrutamos de uno de los mejores recitales que ha conocido el Villamarta en sus últimos años. A ver si el nuevo director arregla el problema de la promoción, porque no puede ser que algo tan bueno pase inadvertido. De esta temporada solo quedan una actuación del Coro del Teatro Villamarta, de la que prefiero abstenerme, y el enésimo pase de… ¿Adivinan qué? Sí, la Traviata de Paco López. Qué hartazgo.
1 comentario:
Como la viola tiene la misma técnica manual que el violín, podrían haber redondeado la velada con el trío Kegelstatt de Mozart. Pero bueno, debió ser un concierto estupendo
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