Otro reprocesado milagroso: el Concierto para violín de Beethoven por Yehudi Menuhin, Otto Klemperer y la New Philharmonia Orchestra registrado por EMI en el Kingsway Hall de Londre en enero de 1966. Aún hay cierta distorsión en los tutti, pero ahora suena con un cuerpo y una pegada impresionantes.
Por lo demás, lo interesante de esta singular y extraordinaria interpretación es el fuerte contraste entre el violín lírico y cantable de Menuhin con el antirromanticismo granítico, dramático y severo de Klemperer, de una concentración imponente –pese a la lentitud extrema– y como siempre genial a la hora de construir bloques sonoros.
A la postre, se produce un diálogo de lo más enriquecedor: en el primero se impone la batuta, en el segundo el violín –no en su mejor momento técnico, eso ya lo sabemos– se explaya con esa especial poesía, plena de naturalidad y de humanismo, que habitualmente asociamos con el mítico violinista, mientras que en el tercero las dos partes llegan a un punto de encuentro que otorga espacio para la luminosidad que la música demanda, pero sin bajar nunca la guardia.
5 comentarios:
Más que lentitud, yo diría que es un énfasis sutil que se apoya en el pulso. Como voluntad convertida en tiempo. A mí se me hace difícil escuchar esta versión porque resulta enormemente prosaica. La tengo que poner en mi agenda y asegurarme de que no me van a dar la tabarra... como cuando uno quiere ponerse una sinfonía de Mahler. De ahí que a veces piense que a lo mejor el truco está en concebirlo todo como una sinfonía para violín y orquesta, como retomando el enfoque que sugiere el primer concierto para piano de Brahms y extendiéndolo a nuevos terrenos. Tengo que echarle una oreja al concierto que se tocó días después de esa grabación, que lo sacó Testament, del que sí caté la Sinfonía Fantástica de Berlioz y eso es COCA DE LA BUENA PARA EL ALMA Y LA MENTE. De locos.
Y ya entrando en algo un poco más superfluo: me llama la atención que aquí retratasen a director y solista juntos, como con Barenboim, pero en cambio con Fischer ninguna (aunque de Budapest tenemos dos muy entrañables) y con Oistraj hicieron un montaje raro de cartel de película de Marvel Comics, yo pensé que no había fotos pero sí, circula una:
https://cdsvinyljapan.com/cdn/shop/products/4909346311909.jpg?v=1687148935
El Brahms lo hicieron en un verano caluroso, con un Oistraj empeñado en retocar cosas frente a un Klemperer desganado. Con Oistraj por cierto, hay otra foto todavía más rara:
https://i.imgur.com/86vSNKy.jpg
Esto podría ser de 1970, de cuando Klemperer dio un concierto para violín de Beethoven con Ígor Oistraj como solista. En el programa se tocó la Novena de Bruckner y en cuyos ensayos habría estado presente Gennady Rozhdestvensky. Todo esto según D. Bruggeman y W. Unger de Archiphon, de quienes me fío. ¿Se refería a estos ensayos Rozhdestvensky cuando en el documental de Monsaingeon decía haber visto a Klemperer en acción?
Muchísimas gracias, en mi nombre y el de todos los que se pasan por aquí, por compartir sus enormes conocimientos. ¡Son de extraordinaria utilidad! Saludos cordiales.
Nada, hombre, ¡un placer! Yo siempre que puedo aprovecho cuando se habla de Klemperer porque es un director que me interesa mucho y yo creo que puede seguir dando pie a discusiones muy enriquecedoras, más allá de esa fachada "gran director del rollo antiguo" y poco más. Estamos hablando de un señor que hace cien años montaba óperas de una rabiosa actualidad (y que son una lección en toda la jeta de muchos estropeadores profesionales de óperas que pululan hoy en día por todas partes). Y además, con una puesta en coordenadas que se convirtió en objeto de interés por parte de sus colegas. Por ejemplo: ¿por qué esa afinidad entre el Das Lied von der Erde de Kleiber y el de Klemperer? Pues porque el primero visitó al segundo en su casa de Zúrich para pedirle consejo. Ojo, son dos versiones con nombre y apellidos, no digo que una sea una mera rama de la otra, pero a la vista está que Kleiber explota las estrategias que fue desarrollando Klemperer cuando dirigió esa obra. Esa voluntad de transmisión, de extender la mano para recoger el testigo, fue clave en el siglo pasado. Es una posible respuesta al "de dónde venimos" (si bien no tanto para el "adónde vamos", pero eso es harina de otro costal).
PD Ayer cayó el concierto de Beethoven en vivo de ese mismo año y... (gestos de cocinero italiano). Ya solo por la cadenza de Menuhin vale la pena, pero la parte de Klemperer tiene su miga. Más no diré para no contaminar la escucha, pero hay diferencias respecto a la versión de estudio, eh.
Perdón, aquí había un comentario y ya no lo veo, no sé si ha quedado oculto o se ha borrado. Tenía enlaces a fotos y era bastante extenso. ¿Qué ha pasado?
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