viernes, 17 de febrero de 2023

Jaeden Izik-Dzurko en Jerez: control absoluto

Vengo de escuchar al canadiense Jaeden Izik-Dzurko (n. 1991) en el Teatro Villamarta. Como “concierto de piano” lo anunciaba la programación oficial, no como “recital de piano”: como tantas veces, en el departamento de comunicación del teatro jerezano no saben qué se traen entre manos. Dicho esto, hay que agradecer el precio extraordinariamente bajo de la entrada (15 euros la butaca) y la abundante presencia de público muy joven.

Programa coherente, exquisito y sin la más mínima concesión. En la primera parte, El Albaicín de Albéniz, Image de Elisendra Fábregas, Menuet Spectral a la memoria de Maurice Ravel de Ricardo Viñes, Oiseaux Tristes y una Barque sur L’océan de Ravel y la Sonata nº 4 de Scriabin. En la segunda, la Sonata nº 1 de Robert Schumann.

¿Las interpretaciones? De alto nivel, sin que me llegaran a emocionar del todo: a las piezas más o menos impresionistas le faltaron sensualidad y efusividad poética, también un poco de valentía a la hora de marcar picos de tensión. A la de Schumann, espontaneidad y sentido comunicativo. Quizá las relativas insuficiencias radiquen en el deseo del flamante ganador del XX Concurso Internacional de Piano Paloma O’Shea de tenerlo todo bajo control.

Ahora bien, ¡menudo control! Porque este señor tiene todos, absolutamente todos los recursos del piano a su disposición. Sonido hermoso sin el menor rastro de melifluidad. Digitación agilísima y transparencia total, increíble en el caso de la Barca raveliana: pocas veces la he escuchado tan bien desgranada. Toque natural, flexible y matizado, muy alejado de lo mecanográfico. Gama dinámica amplia, capaz de descender tanto a las filigranas más exquisitas como los acordes más poderosos. Y sobre todo, una concentración interior formidable que permite desgranar la música con holgura, sin caer ni en pérdidas de pulso ni en el nerviosismo (grave peligro en Scriabin y en Schumann), al tiempo que consigue atender al peso expresivo de los silencios.

Lo diré de otra manera: este señor es ya un formidable pianista, pleno de técnica y maduro en la expresión, al que hay que darle tiempo para profundizar todavía más en la música. Ya nos gustaría escuchar todos los meses un recital de semejante altura. De momento, la web del pianista anuncia su presencia la próxima temporada en Sevilla para hacer el Schumann bajo la batuta de Marc Soustrot.

Una cosilla más: Elisendra Fábregas (Terrassa, 1955) estaba en la sala, pero recibió menos aplausos de lo merecido. Sencillamente, el público no sabía que quien se levantó a saludar era la compositora: “E. Fábregas”, rezaba el escuetísimo programa de mano. Tampoco se advertía (lo he encontrado en la web) que estábamos ante un estreno mundial. ¡Ay, qué cutres estos del Villamarta! A mí la pieza me ha parecido sencillamente maravillosa.

1 comentario:

Mireia P.B. dijo...

Vaya! A los pianistas también les llamo "mecanografos". Con cariño, eso si.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...