Sigo empeñado en el libro de directores de orquesta, del que llevo escritas sesenta y seis páginas a espacio y medio. La idea consiste en seleccionar veinticinco directores y dedicarles a cada uno varias páginas, más luego una larga lista de maestros con tan solo un párrafo por cabeza. En todos los casos se selecciona un disco para comentarlo brevemente. El problema es que cuantos más escucho, más necesito escuchar, porque uno se va dando cuenta de hasta qué punto hay lagunas en el conocimiento. De esta forma la finalización del trabajo se me aleja más y más cada día, por mucho que la redacción vaya avanzando. Tampoco anima demasiado la perfecta consciencia de que, si algún día se publica, va a ser brutalmente apaleado por nombres y por medios que, por mucho que sepamos quiénes y cuáles son, pueden hacer muchísimo daño a la difusión del trabajo.
En fin, así las cosas he llegado a un disco registrado por Leonard Bernstein y la Filarmónica de Nueva York en 1960 dedicado a Claude Debussy. Me ha interesado no solo por ser buen reflejo de las maneras tan inmaduras como apasionantes de Lenny por aquellos años, sino también por ofrecernos un Debussy distinto del acostumbrado, mucho menos misterioso pero más vital. Quizá donde menos se nota este planteamiento sea en el magnífico Preludio a la siesta de un fauno que abre el programa: aquí el maestro sí que sabe ofrecer ese fraseo curvilíneo y esa sensualidad propias del impresionismo, si bien es precisamente el apasionamiento con que aborda el gran clímax lo mejor de su recreación.
Nuages sí que ofrece una novedosa recreación, bien alejada del estatismo habitual pero no por ello con menor riqueza de sugerencias. En Fêtes Bernstein se descontrola: el nervio deviene en precipitación y toda la sección central cae en una abierta vulgaridad.
Para terminar, el norteamericano nos recuerda que Jeux no tiene por qué ser visto como un precede de Boulez -lógico, estamos en 1960-, sino que nos habla de unos jóvenes jugando al tenis primero, a otras cosas después. Se pierde en abstracción lo que se gana en carácter narrativo, vitalidad y sentido teatral. La nota sonora no es gran cosa, a pesar de que la he podido escuchar en streaming a 192 kHz.
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