Han pasado los años y muchas horas de audición de música bruckneriana. Ahora pienso que el crítico de Ritmo tenía razón. También que Mayo, como cualquier hijo de vecino, caía en los mismos prejuicios en los que caemos todos; en este caso, una muy considerable sobrevaloración de Hans el Rubio como director sinfónico. ¿Es mala esta Octava? Ciertamente no, y de hecho tiene virtudes importantes: un fraseo muy natural, ese sonido aterciopelado característico en el maestro –y eso que la orquesta no es precisamente la Filarmónica de Viena– y una espiritualidad muy hermosa y en absoluto meliflua. El problema es que Kna no solo se desinteresa por la vertiente dramática y visionaria de la obra (¡fundamental!), sino que se muestra incapaz de adecuar la adecuada tensión sonora a la complicada arquitectura de la página. Como consecuencia, pese a que aquí y allá realiza aportaciones personales de relativo interés –hermosos reguladores, ritenutos y ralentizaciones algo efectistas–, demasiados pasajes resultan flácidos, mortecinos, escasos de garra, y la interpretación termina siendo deslavazada e incluso aburrida.
Ya pueden ustedes imaginar las Octavas que a mí más me gustan: la “cañera” de Jochum de Hamburgo –lejos del ideal, pero absolutamente a conocer–, las de Giulini, las de Celibidache, las de Barenboim y, por encima de todas, la mítica filmación de Karajan en San Florián. A ver si pronto puedo presentar una discografía comparada.
6 comentarios:
A propósito de Kna, debo confesar con cierta pena que no he escuchado su tan elogiado Wagner (su anillo, su Parsifal, etc.), pues también admito que no confío de un artista al que sólo se le suele asociar con un solo compositor. Esto me lleva a preguntarle, ¿es Kna un director sobre valorado, sobre todo por aquellos wagnerianos chauvinistas? ¿O verdaderamente tiene su lugar bien ganado como digno representante de Wagner?
Y estaría de lujo la comparativa, pues es posiblemente mi sinfonía favorita de Bruckner. Saludos.
Yo creo que Kna era muy grande en Wagner, sobre todo en Parsifal: no descubro nada nuevo, hay absoluta unanimidad en ello. Ahora bien, en cuanto al repertorio sinfónico "puro y duro" tengo mis dudas, pese a que algunas de las cosas que grabó ya en estéreo para Decca (valses y polcas, por ejemplo) sean magistrales. Saludos.
Muchas gracias por su artículo, siempre es un placer leerle. Coincido con lo que dice sobre el repertorio ligero y Wagner a cargo de Kna. Aunque desconozco muchas de sus grabaciones, le he escuchado unas cuantas obras fundamentales del repertorio sinfónico, que me llevan a sostener que hacia el final de su vida decayó un poco en este ámbito. Las grabaciones en directo de la década de los cincuenta creo que suelen ser mejores que las más postreras, aunque seguro que hay excepciones. En ellas las insuficiencias en la planificación pueden llegar al extremo, como es el caso de este Bruckner. Para mí fue un gran director sinfónico, aunque sin llegar a la altura de los más grandes de su tiempo, como Furtwängler, Klemperer o Böhm.
Por cierto, Böhm ofreció una octava extraordinaria con la Tonhalle de Zurich en 1978.
Por si interesa a alguien, esta toma de la solemnis de Muti es mejor que la del canal arte:
https://radiothek.orf.at/oe1/20210815/648386?origin=oe1.orf.at
Saludos!
Decca tenía razón cuando descartó a Knappertsbusch como artista que capitaneara sus grabaciones. Le descartaron para el Anillo, prefiriendo a Solti. Había buenas razones.
Es muy buena su Quinta de Bruckner en estéreo grabada para Decca, así como su primer acto de la Valquiria o sus Parsifal, siempre en vivo (Telefunken, Philips). También sus valses y polkas (Decca). Pero es floja su Octava de Bruckner o sus Maestros cantores. Magnífico el Don Juan de Strauss (Testament). Grabó muy poco después de la guerra, como se ve. No funcionaba en el estudio, no funcionaba fuera de Alemania, no funcionaba fuera del repertorio tardorromántico, etc.
En vivo se dejaba llevar por el momento, como Furtwängler, y tiene cosas muy interesantes y otras muy flojas. Hay un paquete de grabaciones radiofónicas con un repertorio limitado que resulta interesante conocer. Como su amigo Strauss, era indolente y poco sistemático, y además del “momento” dejaba el trabajo de concertación a una tradición compartida (con público y orquestas).
En suma, podía resultar interesante en la sala de conciertos, sobre todo en cierto repertorio, siempre en Alemania y para alemanes, pero totalmente inútil para comunicar con cierta fiabilidad fuera de esos parámetros. Esa es la cruda realidad. Debieron grabarle en estéreo sus Anillos de Bayreuth, es verdad, como hicieron con su Parsifal, pero un programa de grabaciones amplio y sistemático habría sido un fracaso.
Mucho me teno que tiene usted razón. ¡Gracias por la aportación!
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