Venga, un repasito a las Variaciones Goldberg de J. S. Bach registradas por Glenn Gould para CBS. Ya saben, la de 1955 y la de 1981, esta última grabada al mismo tiempo en analógico, en digital y con imágenes. Interpretaciones míticas y controvertidas donde las haya.
Creo que tenía razón el pianista en las autocríticas que realizó a su primera grabación –también su debut discográfico–, pionera en más de un sentido. Los tempi son por lo general demasiado rápidos, cuando no precipitados. Hay cierto exhibicionismo. La variación XXV, lentísima, suena un tanto a Chopin, o al menos anda fuera de estilo. Debemos reprochar asimismo una muy escasa flexibilidad, y el parco interés por los matices expresivos. Pero también es cierto que en esta clavecística aproximación, de articulación muy marcada y escaso pedal, mucho antes atenta a los valores contrapuntísticos de la partitura que a los melódicos, hay empuje, carácter bullicioso y brillantez, sentido de los contrastes y una admirable claridad, como también una apreciable voluntad por aproximarse al espíritu del barroco en unos tiempos en los que pocos pensaban en ello. Espléndida la toma para la época tras la remasterización en HD, disponible en streaming.
Veintiséis años después, Gould madura sustancialmente su visión de la obra y aporta esa riqueza en los matices, esa flexibilidad en el fraseo y esa atención a los valores melódicos que antes se echaba en falta. Para ello ralentiza de manera considerable los tempi de algunas de las variaciones –empezando por el aria, libérrima en el fraseo–, aunque otras siguen siendo rápidas o incluso extraordinariamente veloces, en una clara búsqueda de los contrastes. Por ventura, el canadiense no permite que se pierda claridad y hace gala de una enorme efervescencia. La sublime variación XV suena ahora menos chopiniana y “romántica”, al tiempo que más esencial y espiritual. Por lo demás, el toque sigue siendo voluntariamente seco y muy parco en el uso del pedal, consiguiendo una articulación igual de nítida. El canturrero de Gould es esta vez continuo y muy sonoro. La toma analógica ha ganado en presencia en la reciente remasterización HD: me parece más recomendable que la DDD.
Yo creo que la cosa está clara: gusten más o gusten menos, las dos grabaciones hay que conocerlas. ¿Mi favorita al piano? La última de las tres de András Schiff (ECM, 2001).
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