La nómina de grandes pianistas congregados para la actual edición del Festival de Granada es impresionante, de Sokolov a Barenboim pasando por Perianes, Zimerman, Leonskaja y Levit, pero creo que se está relegando una de las citas más atractivas: la de Bertrand Chamayou el sábado 25 en el Hospital Real. Que se ponga al mismo tiempo un concierto de la Sinfónica de Galicia en el Carlos V me parece incomprensible, porque el programa seleccionado por el pianista francés es una verdadera maravilla. Y también porque la manera en que este lo aborda llega con garantías: se lo conocemos en disco.
Bueno, a decir verdad no ha grabado los tres preludios de Debussy con que ha de comenzar. Pero sí Miroirs de Maurice Ravel, que registró para Erato en 2015. Haciendo gala de un toque ágil, sensible y variado, leve en su punto justo y sutil en las gradaciones dinámicas, aunque no tanta imaginación a la hora de frasear, el Chamayou ofrece recreaciones de irreprochable idioma que saben alcanzar un interesante punto de encuentro entre estatismo y vitalidad, entre magia poética y tensión dramática. De esta manera, recrea Noctuelles con vivacidad e incluso agitación, ya que no especial poesía: arriba tienen el vídeo para comprobarlo. Algo parecido a lo que ocurre con los Oiseaux. Lo mejor llega con Une barque sur l'océan, una recreación intensa y bien coloreada, agitada sin caer en el nerviosismo y evitando todo amaneramiento contemplativo.
Mucho menos me interesa la Alborada del gracioso, como ya expliqué por aquí: ante todo festiva e impetuosa, por momentos precipitada, desinteresándose el artista por los aspectos más sensuales y misteriosos de esta música, y no siempre dejándola respirar como es debido. La vallée des cloches conoce una lectura hermosa y sentida, aunque sin nada en particular que la haga sobresalir.
Los prodigios llegarán seguramente en la segunda parte, dedicada toda ella a Franz Liszt y sus Años de peregrinaje. Aquí mismo dije que su grabación de los diferentes cuadernos iba de menos a más. Pues bien, en Granada va a hacer algunas de las páginas que mejor le salen. Es el caso de los Juegos de agua en Villa d'Este: Chamayou se muestra sutilísimo en el toque, ligero en su punto justo,
capaz de ofrecer maravillosas veladuras y cuidadoso en extremo a la hora de planificar las dinámicas. Algo parecido ocurre con Venecia y Nápoles. La primera gondolera está maravillosamente recreada, puro balanceo. La segunda ofrece apasionamiento “romántico” muy bien controlado y valientes acordes en la mano izquierda, mientras que en la tarantela alcanza el perfecto equilibrio entre la ligereza más bulliciosa, por momentos adecuadamente frenética, y el más apasionado canto italiano.
Aún quedan entradas. Si usted está en Granada y no le tiene especial miedo al coronavirus (¡qué mal se está poniendo la cosa!), no se lo piense dos veces. Yo espero estar allí.
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