martes, 5 de mayo de 2020

La Pastoral de Klemperer: filosófica y acongojante

La única Pastoral estereofónica que Klemperer grabó en estudio fue la de 1957 con la Philharmonia Orchestra. Sonaba regular. He comprado la descarga en HD y no ha merecido la pena: los problemas de la cinta original siguen ahí. En cualquir caso, ha sido un placer volver a este disco viejo conocido de cualquier admirador de la música de Beethoven, pero que un servidor no escuchaba desde hace ya muchos años.


Esta es, a todas luces, una enorme recreación. Y quizá lo fue todavía más en su momento, porque el de Breslau demostró que la obra más abiertamente romántica de Beethoven puede y debe hacerse evitando conceptos trasnochados que, aunque haya quienes hablen por ahí de “polución wagneriana”, no son sino una herencia tardía de la estética rococó. Pero los paisajes beethovenianos no son una contemplación bucólica, dulce y ensoñada, como tampoco la tormenta es un teatro epatante a la manera de las tempestades barrocas. Lo que aquí tenemos no es sino un autorretrato del alma en toda regla. Klemperer lo sabe y lo expone paladeando la música hasta el límite sin dejarse llevar por el menor sentimentalismo, delineando la arquitectura con una claridad insuperable y alcanzando el punto justo de equilibrio entre tensión y reflexión.


Lo que ocurre es que él mismo, trece años más tarde, llegará aún más lejos en poesía y hondura en la inenarrable filmación en el Royal Festival Hall con una lectura grandiosa y olímpica, de dimensiones absolutamente filosóficas, en la que a pesar del extremo rigor de la arquitectura, el absoluto control de los medios y el rechazo de todo lo temperamental, se ponen de relieve los aspectos más atormentados de la música beethoveniana. Más que contemplación panteísta de la naturaleza, lo que hay aquí es un conflicto entre el ser humano y su existencia en el que la belleza y el dolor se funden como dos caras de la misma moneda. La escena junto al arroyo, paladeadísima y beneficiadas de unas maderas tan sublimes en su canto como alejadas de la dulzura superficial, alcanza en este sentido dimensiones acongojantes: del mejor Beethoven jamás escuchado. Y la danza campesina, por descontado, puro sarcasmo marca de la casa.

La toma sonora –monofónica– presenta aquí todavía más deficiencias que el registro en estudio, a pesar de lo mucho que ha mejorado en Blu-ray frente a lo que todavía circula en YouTube. Pero poder ver a Klemperer, con medio cuerpo paralizado, legándonos un testamento de semejante calibre, supone un verdadero impacto para cualquier melómano con sensibilidad. No se lo pierdan.

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