jueves, 9 de enero de 2020

La cima beethoveniana de Bernstein

Comenzamos el año Beethoven con un disco portentoso. Ustedes posiblemente ya lo saben: la cima beethoveniana de Leonard Bernstein fue la versión para orquesta de cuerdas del Cuarteto nº 14 op. 131 que registró –al mismo tiempo para audio y para vídeo– al frente de la Filarmónica de Viena entre el 8 y el 10 de septiembre de 1977. El testimonio estaba editado en DVD por Deutsche Grammophon, pero aún no ha pasado a Blu-ray. El CD sonaba muy bien, y ahora he tenido la oportunidad de escuchar un reprocesado en HD a la más alta calidad posible que me ha permitido recordar cuántas maravillas se encierran aquí.


Y es que Lenny, siguiendo las indicaciones para doblar los violonchelos con contrabajos que había aprendido de joven con Mitropoulos, se zambulle en la música mezclando, como solo él sabía hacerlo, jovialidad, frescura, chispa, lirismo, conflicto y (¡qué adagio!) hondura humanista. Técnicamente el maestro también da la lección: el legato es para derretirse, los reguladores de infarto, el equilibrio de planos inmejorable, la plasticidad con que está tratada la orquesta –como siempre, con Bernstein más “Filarmónica de Viena” que nunca– algo fuera de lo común, y la tímbrica sencillamente inigualable, pero sin que en ningún momento se acerque al mero hedonismo. En el fondo, esto último es la gran lección que de aquí se desprende: toda esa dosis de virtuosismo y de belleza en ningún momento es un fin en sí misma, sino que está al servicio de la más elevada poesía. La poesía de un universo de experiencias humanas –diferentes e incluso contradictorias entre sí, pero todas ellas ineludibles– que el de Bonn plasmó magistralmente sobre el pentagrama y que Bernstein logra comunicar mezclando seducción, emoción y reflexión. Lo dicho: su mejor Beethoven, y una de las cimas de su carrera como director.


Quienes en su momento tuvieran el compacto –yo en su momento lo pude comprar en Carrefour, qué cosas– saben que hubo secuela: el Cuarteto nº 16 op. 135, registro de septiembre de 1989 realizado ya en digital. Este sí que está en Blu-ray, concretamente en C Major, con calidad de imagen y sonido extraordinarias. En él podemos contemplar a Bernstein, una vez más, derrochando belleza sonora de una orquesta de la que él simpre extrajo lo mejor de ella misma, pero siempre evidenciando que detrás de semejante exhibición se encuentra la más absoluta sinceridad de las emociones. En este sentido sobresale un tercer movimiento lentísimo, fraseado con una cantabilidad, morbidez y humanismo incomparables (¡qué manera de modelar a la excelsa cuerda vienesa!) y profundizando en cada rincón de la música con una sensibilidad beethoveniana cien por cien. En el resto, es difícil resistirse a la mezcla de frescura, elegancia, chispa y sentido dramático –tremendo el arranque del cuarto movimiento, lleno de interrogantes, así como los incisos dolientes dentro del mismo– que propone el anciano maestro. Dos hitos en la historia de la interpretación musical, así de claro.

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