domingo, 7 de julio de 2019

De orgullos, lobbies e inquisidores

Suele suceder en épocas de crisis (“cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación”, según la RAE). La sociedad busca, necesita culpables. Los ojos se ponen en un colectivo diferenciado y con personalidad propia, tradicionalmente marginado, aunque al mismo tiempo ese colectivo pueda querer mostrarse –como manera de hacer frente al rechazo– “orgulloso” de la diferencia. Se le acusa de formar un lobby para acercarse al poder y aprovecharse del mismo. También de corromper al resto de la sociedad con sus diferencias. De querer acabar con los buenos usos y costumbre de nuestra tradición para imponer los suyos propios. La mayoría de la población, tantas veces gregaria y antes dispuesta a seguir las simplificadoras soflamas de quienes se han convertido en sus guías morales que a atender a las complejas razones que existen detrás de todo gran proceso de cambio, logrará exorcizar sus miedos y hasta desahogar sus iras envalentonándose frente a ese enemigo artificialmente creado.


Habrá ciertas personas dentro de ese colectivo demasiado bien situadas cerca del poder, esas sí, como para perder sus privilegiadas posiciones. Percibiendo los nuevos e inquietantes aires que llegan desde las altas esferas, decidirán darle la vuelta a la situación y convertirse ellos mismos en los más crueles acusadores, dejando bien claro ante los biempensantes que “no son como esos” a los que se ha demonizado. De este modo, realizarán una distinción entre los “buenos” y los “malos” del colectivo –los que están dispuestos a ser sumisos ante las convenciones y los que se han atrevido a enfrentarse a ellas–, tomarán la parte por el todo y mezclarán los datos de manera tan simplificadora como indecente, señalarán ellos mismos con el dedo acusatorio a cuantos les parezca oportuno, incluso a quienes no pertenecen al colectivo –aunque supuestamente estén contagiados por sus “vicios”– y, a la postre, se convertirán ellos mismos en los peores inquisidores. ¡Fíjense en que Torquemada tenía orígenes hebreos!

Pues sí, queridos lectores, esto es lo que pasó con los judíos en España y en otros lugares del mundo. ¿De qué creían ustedes que estaba yo hablando?

3 comentarios:

Jorge Luis Argüero dijo...

Periódico La Nación de Buenos Aires, 02 - Mayo - 2019
Catherine Fulop comparó la situación en Venezuela con el Holocausto
y dijo que los judíos eran los peores dentro de los campos de concentración,
según recoge La Nación y ella misma, le pregunta al periodista:
¿Por qué crees que Hitler sobrevivió.? - ¿Porque solito, lo hizo todo.?
No, porque dentro de los judíos eran los peores, los más torturadores
dentro de los campos de concentración.
Los sapos eran los propios judíos que torturaban a su propia gente.
Esto mismo está pasando en Venezuela.

Ahora una Jueza Argentina, le negó la Ciudadanía Argentina. . .
(hace más de 20 años que vive en nuestros país)

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No sé hasta qué punto los propios judíos fueron los peores torturadores en la época hotleriana. Tengo mis dudas de que en Venezuela ahora mismo haya colectivos minoritarios pisoteados por una mayoría que los usa como cabezas de turco.

Lo que sí sé es que en ese país, Venezuela, hay muchas personas pasándolo muy mal. Que aquí en mi ciudad, Jerez de la Frontera, tenemos uno de los núcleos de refugiados venezolanos más políticamente activos que hay en España. Y que yo me siento muy solidarizado con ellos.

Jorge Luis Argüero dijo...

Está muy bien: pero una cosa es el Holocausto
y que aún, muchos esperamos que se designe con
la misma denominación, el Holocausto que se llevó
a cabo en el Continente Americano.
Otra cosa es el Colectivo Venezolano.
En Argentina -que siempre fue de brazos abiertos-
también hay muchos.
En mi edificio hay tres familias venezolanas,
todas muy buenas personas.
Y obviamente, yo también me siento muy solarizado
con todos ellos y muy solidario, también.



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