sábado, 22 de junio de 2019

Algo del Haydn de Karajan

La Sinfonía nº 95 de Haydn que ha ofrecido Barenboim al frente de la Filarmónica de Berlín en el concierto que conmemoraba sus cincuenta años al frente de la formación alemana –todavía no quiero comentarlo– me ha llevado a acercarme a lo que con este compositor hacía Herbert von Karajan con esta misma orquesta: sinceramente, no conocía los resultados. Me he decidido, como no podía ser menos, por la misma partitura, y he completado la audición con la Sinfonía nº 96 que venía en el vinilo original de Deutsche Grammophon, en ambos casos tomas de 1982 realizadas con admirable calidad técnica.


Ya desde los primeros compases de la Sinfonía nº 95 queda claro que este es Haydn “grande”, musculado, oscuro en el color –aunque transparente en las texturas– y amplio en el fraseo. Un Haydn muy atento al pathos y al sentido dramático que esconde esta página escrita en tono menor: no resulta ningún disparate que el de Salzburgo la interprete desde un prisma "protobeethoveniano". Ahora bien, es cierto que en lo que a la articulación se refiere se echan de menos agilidad e incisividad –no necesariamente historicistas–, que el gusto del maestro por los grandes contrastes dinámicos y de masas sonoras se hace muy evidente, que el Menuetto defrauda de manera considerable por resultar en exceso masivo y serio, incluso pesado, y que –ya en líneas generales– se necesita una mayor dosis de sal y pimienta, de chispa, vitalidad –finale risueño pero sin toda la electricidad posible–; también de inmediatez expresiva en una lectura que, a la postre, tiene como principal virtud la increíble perfección técnica y la incomparable belleza sonora que Karajan y sus músicos eran capaces de destilar.

Si en la Hob I:95 he podido realizar comparaciones con maestros como Adam Fischer, Harnoncourt o Brüggen, además de Barenboim, en la Sinfonía nº 96 he querido tomar como referencia el registro de Bernstein y la Filarmónica de Nueva York de 1973 para CBS. La experiencia ha resultado de lo más interesante. La versión de Karajan está más lograda en lo puramente formal. La depuración sonora es mayor, el trazo más fino y la ejecución más perfecta. Es más bella, se encuentra hermosísimamente cantada y el trazo ofrece enorme solidez gracias a una planificación estudiada al milímetro. Y, sin embargo, se echan de menos la inmediatez, la frescura y la sinceridad de Lenny: si con el norteamericano el músculo equivalía a pathos y la energía a potencia expresiva, con el de Salzburgo todo resulta un punto más estudiado de la cuenta. Más pose que sinceridad. Y la sal y pimienta que necesita el cuarto movimiento se ven aquí sustituida por un humor suave diríamos que “burgués”, lo que sin ser censurable no parece lo ideal en el rústico autor de Las estaciones. En cualquier caso, se trata de una más que notable interpretación que solo flaquea –como la de Bernstein– en un Menuetto más masivo de la cuenta, aunque bastante menos pesado que el que le salió en la otra sinfonía. Del uno al diez, le pondría un 7,5 a la lectura de aquella y un 8,5 a la de esta.

2 comentarios:

Observador dijo...

Estimado Fernando:

Ayer le pregunté a vuestro amigo Ángel Carrascosa Almazán cuál era su versión favorita, sólo en audio CD, de la sinfonía 88 de Haydn. Él me respondió: "Posiblemente la grabación de Klemperer. Pero tanto la de Böhm como la de Végh están para mi gusto muy, muy cerca."

Fernando, ¿usted también tiene como favorita a la de versión Klemperer o tiene otra en mente? Muchas gracias.

Saludos desde Argentina,
Mario

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Le agradezco el interés, pero domino a Haydn mucho menos de lo que me gustaría. He mirado en mi bloc de anotaciones y veo que conozco ocho versiones de esta maravillosa sinfonía. Las que mas alto tengo puntuadas son la de Bernstein/Viena y la de Klemperer, radicalmente distintas entre sí. Fürtwangler, Böhm y Colin Davis se llevan una puntuación un poco menos alta, pero también tengo sus versiones entre las grandes. ¡Saludos!

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