En septiembre de 1987, un joven Rattle accedía por primera
vez al podio de la Filarmónica de Berlín –todavía la de Karajan– con la Sexta sinfonía
de Gustav Mahler (en mi reciente visita a la capital de Alemania pude comprar la limitadísima edición en compacto lanzada
por la propia orquesta, pero aún no la he escuchado). Casi treinta y un años después de aquella ocasión, concretamente el pasado junio, Sir Simon se
despedía oficialmente de la titularidad de la mítica formación recreando
la misma partitura. Y esta la pude ver ayer mismo, a través de la Digital Concert Hall. El resultado no es ni más ni menos que el esperado: una notable interpretación, pero solo eso.
Por descontado, la orquesta toca de manera superlativa y el
maestro la maneja con una extraordinaria plasticidad, especialmente en lo
que al tratamiento de las texturas se refiere. También sabe levantar la
arquitectura con suficiente unidad y sin que haya caídas de tensión –cosa bien
difícil en una partitura como esta–, y ciertamente frasea la obra con riqueza
de matices y atención al detalle, sin espacio para la rutina. Mis reparos
llegan más bien desde el punto de vista expresivo.
Porque esta Trágica
mahleriana no es, precisamente, del todo trágica. Además, Rattle parece mirar antes
al pasado romántico que a la Segunda Escuela de Viena, opción esta última que
es la que a mí más me gusta y me parece que subraya de manera más adecuada sus valores visionarios. Las secuencias dramáticas del primer
movimiento están bien planteadas, mientras que los pasajes líricos entre ellas resultan algo
más suaves de la cuenta: al maestro le gusta recrearse en la belleza sonora.
El Andante Moderato –ubicado el segundo lugar– se encuentra cantado con amplitud, calidez y emotivo humanismo, pero la visión de la batuta resulta mucho antes consoladora que doliente. El Scherzo no me convence: en lugar de optar por la virulencia expresionista, Sir Simon busca una tímbrica más bien sensual –así lo hace a lo largo de toda la interpretación– y se recrea sin complejos en los aires de Lander. Que en el tratamiento de las maderas plantee un humor socarrón, que no ambiguo ni siniestro, sirve de poco.
El Andante Moderato –ubicado el segundo lugar– se encuentra cantado con amplitud, calidez y emotivo humanismo, pero la visión de la batuta resulta mucho antes consoladora que doliente. El Scherzo no me convence: en lugar de optar por la virulencia expresionista, Sir Simon busca una tímbrica más bien sensual –así lo hace a lo largo de toda la interpretación– y se recrea sin complejos en los aires de Lander. Que en el tratamiento de las maderas plantee un humor socarrón, que no ambiguo ni siniestro, sirve de poco.
El Finale es quizá lo más
logrado, porque aquí no hay problema conceptual alguno y la conjunción de la enorme
técnica del maestro con la excelsitud de la orquesta hace milagros. Ahora bien, que nadie espere el nivel de tensión
dramática de Barbirolli/New Philharmonia, Bernstein/Filarmónica de Viena o
Maazel/Concertgebouw, interpretaciones globalmente muy superiores a esta de
Rattle. Aunque tampoco hace falta irse tan lejos: hace tres años, Daniel
Harding ofrecía con la misma orquesta una interpretación que, aun adoleciendo
de ciertas irregularidades, quizá resultaba más interesante.
2 comentarios:
Lo más habitual en esa sinfonía son duraciones en torno a los 82-84 minutos.
Maazel/Concertgebouw/2010 la lleva hasta los 97 minutos. Y a mi se me hace excesivamente premiosa.
Claro que hay otros (Kubelik/Audite o Mitropoulos/NewYork) que se quedan en los 72. E incluso Kondrashin /SWR Baden-Baden no llega ni a los 70 minutos.
Hola Fernando
viendo este post me animo a decir que los resultados discográficos del período Rattle/Berlin son bastante flojos. y pensándolo bien podría ampliar diciendo que la batuta de la Filarmónica de Berlin históricamente fue, partiendo del gran Furt, de mas a menos. Sin duda que Heriberto fue muy superior a Don Claudio y este a Sir Simon ¿qué se puede esperar del director en funciones hoy? soy bastante pesimista al respecto.
volviendo a los resultados del ciclo Rattle, el otro dia escuché algo tardíamente los "cuadros" de Mussorgsky/Ravel: pésimo, Abbado/Berlin le pasa el trapo. la fantástica de Berlioz: un bodrio que no puede medirse con tantas buenas interpretaciones existentes. de Debussy el mar y preludio: un clavo para el olvido. Las sinfonias de Brahms: mediocres, tiene demasiados competidores mucho mejores empezando por las del mismo Abbado en Berlin! Las sinfonías de Beethoven lujosamente presentadas: gran destreza de la orquesta tempos enérgicos pero...no tienen alma; parecen hechas para cumplir el trámite. De Strauss "vida de heroe", una bonita interpretación pero muy livianita (ligth dicen ahora) comparada con las de Karajanis Maazel Reiner Barenboim etc. Inclusive creo que el Mahler de Abbado es mejor. (excepto la décima que Rattle hizo muy bien y habría que ver cómo la hubiera hecho Abbado) y podría seguir! pero lo que me parece evidente es que de casi todos los discos que dejó grabados (por no decir todos) ninguno representa la primera opcion (muchas veces ni la segunda o tercera) para armar la discoteca ideal.
Cada dia lamento mas que no haya sido Daniel Barenboim el conductor de la de Berlin. pero bueno, así es la historia.
En cuanto a la sexta de Mahler tal como dices mucho mejor Barbirolli o Maazel. y como dice un comentarista precedente son geniales las de Mitropoulos. Otras que me han gustado bastante son la de Farberman, Neumann, la "monstruosa" (oido fino) de Scherchen, la clásica Szell, y hoy un poco menos la muy buena pero algo mecánica de Solti.
Te mando un Cordial Saludo
Julián
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