Grabación de los conciertos para violín nº 3 y 5 de Wolfgang Amadeus Mozart. Increíble que a los
catorce años se pueda exhibir un sonido violinístico tan hermoso, tan homogéneo,
tan lleno de carne, tan perfectamente afinado; un fraseo tan ágil, tan
desenvuelto en el virtuosismo –espléndidas las cadenzas de Sam Franko y Joseph Joachim– y tan
lleno de cantabilidad. Pero asombra aún más la sensibilidad asombrosa de esta
niña, la capacidad para desplegar poesía de altísimos vuelos atendiendo al mismo
tiempo a lo que de coqueto y galante tiene esta música, sin confundir en
absoluto estos conceptos con ingravidez, trivialidad y cursilería.
Es probable que muchos lectores lo hayan adivinado sin necesidad de mirar la carátula: estoy hablando de los registros que de las obras citadas realizó Anne-Sophie Mutter en febrero de 1978 en la Philharmonie de Berlín junto a su mentor Herbert von Karajan y la orquesta de la que era titular para Deutsche Grammophon. Con resultados excelsos no solo por parte de ella: cierto es que la sonoridad
de la Berliner Philharmoniker resulta en exceso musculada para este repertorio, pero
por fortuna la dirección del salzburgués es de trazo fino, ofrece mucha convicción en
los movimientos extremos y despliega la más conmovedora concentración los adagios, particularmente en el sublime del Concierto nº 3.
Mutter decide grabar los cinco conciertos, más la Sinfonía concertante, en julio de 2005, de nuevo para el sello amarillo. Han pasado veintisiete
años desde su grabación con Karajan. Nuestra artista cuenta ahora cuarenta y dos recién
cumplidos, y decide ponerse al frente de la Filarmónica de Londres para tocar y
dirigir al mismo tiempo. La increíble hermosura de su sonido sigue ahí, como
también su espectacular dominio técnico del instrumento. Y su capacidad para
frasear las melodías con una cantabilidad asombrosa. Sin embargo, su violín no
vuela ahora a la misma altura poética, porque la asombrosa frescura de antaño,
la sinceridad, la inocencia digamos que adolescente que desprendía en aquella
ocasión, se ve sustituida por una cierta dosis de autocomplacencia, sin llegar
quizá a las dosis de inaguantable narcicismo que la violinista alemana ha hecho
gala en su madurez en otros repertorios (Beethoven, Tchaikovsky), pero
recreándose sin tapujos en la belleza más superficial en lugar de profundizar en
la intensidad de las emociones, y adornando la partitura aquí y allá con algunos
detalles no solo innecesarios, sino también un poco preciosistas, poco
naturales, producto más del deseo de decir cosas nuevas que de acudir a la
esencia de la música.
Como directora debemos reconocer que no lo hace nada mal, aportando un fraseo
que, aun muy lejos del historicismo –en las notas confiesa no tener ningún interés por las cuerdas de tripa–, resulta más ágil y menos masivo que el de Karajan, por ello mismo más adecuado para obras como esta, pero sin la
fuerza expresiva que conseguía aquél y con detalles, nuevamente, un poco más
coquetos de la cuenta.
Así las cosas, lo mejor de las nuevas grabaciones –no he escuchado el ciclo completo, solo los dos conciertos grabados con anterioridad– es el movimiento conclusivo del KV 216, donde tanto con el
instrumento como dirigiendo a la orquesta alcanza el adecuado punto de
equilibrio entre elegancia y picardía. Lo peor, la dulzonería de la aparición del violín primer movimiento del KV 219 –llevado ahora con mayor rapidez– y algunos pasajes de su Adagio; las célebres "turquerías" suenan más rígidas y con mucho menos empuje que con Karajan en lo que a la
orquesta se refiere
La toma sonora del disco de 1978 es espléndida en su última remasterización. La del de 2005 no es mucho mejor, ni siquiera teniendo la oportunidad de disfrutar de la versión en HD. En cualquier caso, recomiendo escuchar las dos grabaciones: sacarán ustedes una idea muy clara de cómo ha evolucionado esta prestigiosísima violista. A peor.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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1 comentario:
No deja de sorprenderme su virtuosismo y técnica, pero efectivamente, siento que ha caído en la vulgaridad de apantallar con esos mismos recursos y nada más, no ahondar en el la obra más allá de las notas en el pentagrama. Basta escucharle su reciente Vivaldi para mostrar su velocidad y precisión, pero nada más. Me sorprende por que no ha grabado los 24 caprichos de Paganini con esa presuntuosidad. Aún así, sigue dentro de mis favoritas al violín.
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