viernes, 12 de mayo de 2017

El Romeo y Julieta de Prokofiev por Maazel

Con una toma sonora portentosa incluso para los estándares de hoy día, el sello Decca registró en junio de 1973 la primera grabación completa realizada en Occidente del Romeo y Julieta de Prokofiev, a mi entender no solo el mejor ballet de la historia sino también una de las músicas más inspiradas compuestas durante el pasado siglo. Contó para ello con el concurso de la Orquesta de Cleveland y de quien acababa de ser nombrado su titular en sustitución de George Szell, un Lorin Maazel de cuarenta y tres años de edad que ya llevaba un tiempo comiéndose el mundo. Confieso que hasta ahora no he escuchado esta interpretación. ¿Qué me ha parecido? Todo lo irregular que se podía esperar del maestro franco-norteamericano.


Las virtudes están clarísimas. En primer lugar, un soberbio trabajo técnico al frente de una orquesta de enorme nivel, tratada con absoluta claridad, trazo muy fino –sin rastro de preciosismo– y un rico sentido del color. En segundo lugar, altísimo sentido teatral –las escenas de acción resultan arrolladoras–, mucha animación, brillantez bien entendida y un acertado contraste entre los distintos ambientes sonoros y expresivos, siendo Maazel capaz de oscilar sin problemas entre entre el vuelo lírico y el desgarro dramático, entre la sensualidad y la aspereza, entre la ingenuidad y la ironía. Hasta ahí, fantástico.

El problema es que el maestro se deja llevar con cierta frecuencia por el exceso de nervio y la precipitación, a veces en momentos tan fundamentales como la Danza de los caballeros o las respectivas introducciones a la escena del balcón y a la despedida de los amantes tras el amanecer. La verdad es que, en general, los tempi son bastante premiosos, solo que en unas ocasiones funcionan y en otras no: lo que falla aquí es la concentración, porque Riccardo Muti no va precisamente lento en su portentoso disco en Philadelphia –selección de las dos suites– y consigue unos resultados muy superiores a estos. Por otra parte, creo que Maazel también hubiera necesitado una dosis más de imaginación, de inspiración creativa, e incluso de idioma: no es que no le suene a Prokofiev, pero aún se pueden trabajar con más acierto las sonoridades de las maderas, o ese peculiar sentido del humor sarcástico propio del autor.

Dicho esto, me lo he pasado muy bien escuchando el doble compacto. No dudo en recomendarlo, aunque Previn y Ozawa siguen siendo mis versiones favoritas para el ballet completo.

1 comentario:

agustin dijo...

¿Superior este ballet al Lago de los Cisnes?
Tendré que escucharlo detenidamente.
De Prokofiev me encanta su Sinfonía Clásica y no conozco casi nada más, salvo la famosa Danza de los Caballeros de este ballet.
Gracias por la reseña, un saludo.

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