Dos
Cuartas de Brahms que acaban de salir al mercado y quiero comentar brevemente. La primera de ellas es la registrada en vivo el pasado mes de noviembre por
Andris Nelsons y la
Sinfónica de Boston, editada por la propia orquesta dentro de la integral de las sinfonías del hamburgués. Integral magnífica, me apresuro a señalar, en la que solo me han decepcionado el movimiento inicial de la
Primera y el arranque de la
Tercera, sorprendiéndome asimismo el tratamiento con escaso legato del tema "de la canción de cuna" en la
Segunda. El resto es magnífico, tanto por la suntuosidad de la formación norteamericana –con razón dicen que la más europeas de entre las estadounidenses– como por el perfecto dominio del lenguaje brahmsiano por parte de Nelsons, con su sonoridad oscura y
aterciopelada, su fraseo sutilmente flexible, su nobleza y su difícil equilibrio entre ternura, reflexión y garra dramática.
Los picos más alto de la integral se encuentran, a mi entender, en el Andante de la
Tercera y en la
Cuarta que quiero ahora reseñar, probablemente una de las mejores de toda la discografía. De hecho, de las cuarenta y ocho que tengo comentadas en mi cuaderno de notas, creo que solo me gustan más las dos últimas de Carlo María Giulini, las de Chicago y Viena, a cuyo enfoque humanístico y otoñal –esto último sobre todo la más reciente, la grabada para DG– Nelsons se acerca un tanto. Emotiva a más no poder, dicha con una infinita cantidad de matices –asombra el
dominio de la agógica del aún joven director– sin que haya el menor espacio para el
amaneramiento ni se pierda de vista el trazo global del conjunto, es difícil
en ella destacar un movimiento en concreto. Quizá en el Allegro non troppo se pueda
echar de menos la desesperación que el inolvidable maestro italiano conseguía
acumulando tensiones hacia toda la sección final de la página, pero el Andante
moderato es un verdadero prodigio de poesía y de lenguaje brahmsiano. ¡Qué
enternecedoras suenan las melodías! ¡Qué bellísimos contrapuntos entre maderas y cuerda! ¡Qué sutilísimas gradaciones dinámicas! Creo no exagerar si afirmo que es, en este movimiento, la versión que más me gusta de todas las que he escuchado, Giulini incluido.
El
Allegro giocoso, que tantos directores hacen funcionar con enorme vitalidad pero
cayendo a veces en lo mecánico y lo cuadriculado, suena bajo la batuta de
Nelsons con una flexibilidad y una frescura insólitas. La tremenda passacaglia
final es nuevamente un prodigio por su manera de diferenciar en lo expresivo
cada una de las variaciones sin perder lo más mínimo de unidad, desembocando en
una coda llena de fuerza y rabia –nada aquí de la solemnidad de otros grandes
directores– pero sin la necesidad de soltar las riendas. Insisto: una de las mejores
Cuartas de la historia del disco, que ya es decir.
La otra grabación la he terminado de escuchar hace un rato:
Philippe Herreweghe con su
Orquesta de los Campos Elíseos. Instrumentos originales, claro está. ¿Suena diferente esta obra así interpretada? En lo puramente sonoro, desde luego que sí. ¿El concepto es distinto a los más o menos tradicionales? No: el maestro belga está más cerca del carácter escarpado y dramático de un Markevitch, un Reiner –más bien decepcionante el húngaro, dicho sea de paso– o un Mravinski que de la elegancia y el equilibrio un punto distanciados de un Böhm o del humanismo de Giulini o Nelsons, pero ninguna novedad hay en este sentido. ¿Y plasma dicho concepto con una adecuada administración de las tensiones, pulso firme, claridad y un grado razonable de belleza y depuración sonora? A mi entender, no. Su interpretación resulta vistosa y enérgica, pero más bien lineal, muy plana y, sobre todo, considerablemente tosca. Pocos matices, escasísima cantabilidad, limitado vuelo poético. Molestos excesos de la percusión que emborronan la sonoridad global. Mucho ruido y pocas nueces, en definitiva. Algunos hablarán de renovación de la praxis interpretativa, pero a mí esto me ha recordado
a James Levine
Se me olvidaba decirles que tienen estas
Cuartas en Spotify. ¡No dejen de escucharlas! Las dos: comprenderán muchas cosas.
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