lunes, 26 de diciembre de 2016

Ravel por Ozawa: refinamiento extremo

Entre las grabaciones realizadas originalmente en toma cuadrafónica nunca editadas como tales por el sello Deutsche Grammophon en los años setenta y ahora recuperadas con la imagen sonora original por Pentatone en SACD, se encuentra esta selección de la completa serie de registros con música de Maurice Ravel que en 1974 realizaron Seiji Ozawa y la Sinfónica de Boston. Hay que descubrirse, porque el sonido es de una naturalidad, de una pureza tímbrica y de un sentido espacial dignos de admiración. Por no hablar de la gama dinámica, aunque esta no sea aquí muy espectacular por la naturaleza de las obras seleccionadas, entre las más digamos "íntimas" de las escritas para orquesta por el autor: Le tombeau de Couperin, Menuet Antique, Ma Mère l'Oye versión ballet, Valses nobles et sentimentales y Une barque sur l'ocean.


Frente a los muy irregulares resultados del Daphnis del mismo año comentado en este blog, las interpretaciones son todas de gran altura: aquí el maestro de origen oriental no se deja llevar por el exceso de nerviosismo ni desatiende las texturas. Ahora bien, se pueden no compartir las premisas en las que se basa el Ravel de Ozawa. Y es que éste es ante todo elegante, delicado, sensual y refinado en extremo.

No me vayan a malinterpretar: uno se queda fascinado por el fraseo curvilíneo, diríase que Art Nouveau, del que hace gala la batuta. Por su desarrolladísimo sentido del color, suave y difuminado, nunca incisivo, y por ende perfecto para el impresionismo. Y por las enormes dosis de belleza sonora que sabe extraer de su maravillosa orquesta, que suena aérea sin perder plasticidad ni opulencia cuando la necesita. Pero al final uno puede acabar un poco harto de tanta suavidad y de tan escasos contrastes, y echar de menos lo que exactamente por las mismas fechas hacía Jean Martinon con la Orquesta de París en grabaciones para EMI que todo buen melómano debe tener en su discoteca. Por no hablar de las interpretaciones muy distintas a éstas que en ese mismo año (menuda cosecha la del 74!) registraba Pierre Boulez, por cierto con una toma cuadrafónica bastante más espectacular pero mucho menos limpia que la que ahora recupera Pentatone.

Dicho todo esto, podemos descender un poco al detalle. Le tombeau de Couperin recibe una interpretación fluida y elegante, de enorme depuración sonora, en la que la orquesta suena con un punto de agilidad y ligereza muy adecuado para la obra. Esta además necesita ese toque de coquetería digamos que “rococó” que para un maestro como Ozawa es muy fácil de obtener, aunque uno pueda preferir un punto extra de incisividad. Muy francesa la lectura del Menuet Antique con riqueza de acentos, pero también con su punto de distanciamiento; otra cosa es que Ozawa no se muestre del todo valiente ante las texturas algo socarronas propuestas por el compositor y ofrezca un humor más sutil y bienhumorado que otra cosa.


Ma Mère l'Oye es en manos de Ozawa pura filigrana, destilando además una buena dosis de ternura, encanto y poesía, aunque siempre desde un punto de vista más contemplativo que narrativo y con una expresividad algo más naif de lo acostumbrado. En Valses nobles et sentimentales la óptica vuelve a ser distinguida y algo distanciada, y por ende no hay particular chispa ni arrebato, pero en cualquier caso el idioma es perfecto y la obra se encuentra soberbiamente planificada y ejecutada. ¡Qué maravilla era ya por esa época la Boston Symphony, y qué bien acostumbrada al idioma raveliano la había tenido Charles Munch! Para terminar, Une barque sur l'ocean en interpretación lenta, estática, de una belleza incomparable, pero en exceso contemplativa y sin ese carácter tempestuoso que la obra necesita.

A la postre, recomendaría este disco muy especialmente a los amantes de la alta fidelidad, porque el trabajo de los ingenieros de sonido de la Deutsche Grammophon de aquella época y el de los de Pentatone en fechas mucho más recientes es de quitarse el sombrero. Pero que conste que el contenido musical, con todos los reparos expuestos, es de enorme calidad. Merece la pena la compra.

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