Así las cosas, acudí el pasado domingo con enorme expectación a escuchar por fin al joven artista en directo, concretamente dentro de la XXVIII edición del Festival Internacional de Música y Danza de Úbeda. Programa de altísima calidad musical y sin concesiones: transcripción realizada por Liszt de A la amada lejana, Sonata nº 18 "La caza" del propio Beethoven y la tremenda Fantasía en do mayor de Schumann. Y me gustó mucho lo que escuché, aunque reconozco que el Rachmaninov me hizo forjar en mi mente una imagen del intérprete bien distinta a la que me encontré. Esperaba un ciclón del piano, una exhibición de temperamento, de fuerza expresiva y de sentido dramático, y lo que me encontré fue un pianista mayormente apolíneo, altamente interesado en la belleza sonora, en la elegancia y, sobre todo, en la cantabilidad.
De hecho, si tuviera que resaltar una virtud de Pérez Floristán por encima de otras sería la de su capacidad para hacer cantar a piano: con su legato extraordinario, con su fraseo sutilmente flexible, con su sonido cálido pero no excesivamente delicado, pareciera que en la transcripción del ciclo de lieder beethoveniano estuviéramos escuchando la voz humana que en ella falta. Su lectura de A la amada lejana fue, además, muy recogida y serena, platónica si se quiere, aunque por eso mismo se pueden preferir enfoques que pongan de relieve los aspectos más punzantes de la escritura del autor.
Esta última circunstancia se hizo más patente en la Sonata nº 18 del sordo genial. Interpretación hermosísima, dicha con elegancia y nobleza en el fraseo, sensualidad muy desarrollada y, de nuevo, enorme cantabilidad, como también con la agilidad y el entusiasmo que necesita esa especia de tarantella del movimiento final. Pero interpretación realizada desde una óptica que quien firma estas líneas, como mero aficionado, no termina de compartir. A mí me parece que, aun escribiendo aquí una obra más clásica que algunas de las sonatas que la preceden, Beethoven en esta época –1802, con la Heróica a punto de llegar– se encuentra ya en su primera madurez, y que por ello necesita una sonoridad más musculada, contrastes más marcados y picos de tensión más valientes. Cuestión de gustos, claro: igual que hay melómanos que toman como modelo el Beethoven de Backhaus o de Kempff, hay quienes preferimos -con mucho- el de Gilels y, sobre todo, el de Barenboim.
Pensé que el pianista digamos demoníaco, o al menos tempestuoso, que escuché en Rachmaninov, iba a aparecer en la Fantasía schumanniana de la segunda parte. Pues no: fue de nuevo una interpretación apolínea, lo que quiere decir que eché de menos tensión interna, fuego y carácter visionario en una obra que demanda en buena medida estos componentes. Lo que ocurre es que aquí, a cambio, el artista alcanzó una inspiración poética excelsa, rozando la genialidad, en los momentos más introspectivos de la partitura, que también son muchos. ¡Qué manera de frasear, tan lírica y natural! ¡Qué derroche de belleza en el sonido pianístico! ¡Qué manera de otorgar peso expresivo a los silencios! ¡Y qué embriagadora mezcla de sensualidad y elevación espiritual! Estuve escuchando en los días previos lo que con esta partitura hacen gente como Barenboim, Achúcarro y Kissin –este último en una de las más descomunales creaciones de su carrera, dicho sea de paso–, y puedo asegurar que Pérez Floristán logró descubrirme cosas nuevas en muchos pasajes. Además su Schumann sonó a eso, a Schumann, aunque más a Eusebio que a Florestán.
Como primera primera propina ofreció una transcripción propia de una bulería de Ricardo Núñez. Demostró con ella andar sobrado de dedos, cosa que después de tocar lo que había tocado no necesitaba en absoluto; pero también que posee esa cosa extraña llamada duende que todos sabemos lo que es y nadie logra definir. La segunda no fue menos interesante: un Gershwin sensual y curvilíneo que dejó bien claro que sus afinidades interpretativas no se limitan al repertorio más tradicional. Estoy deseando escucharle otros autores para confirmar mis primeras impresiones: nos hallamos ante un artista que va a dar muchísimo que hablar.
2 comentarios:
El sábado 4 toca en Badajoz en el XXXIII Festival Ibérico de Música. Y hace la sonata de Liszt!. Gracias por sus interesantísimos posts y un saludo!!
Gracias mil por la información. La tremenda Sonata de Liszt también la hará en enero en el Maestranza. Creo que podré ir. ¿Alguien tiene información sobre cómo ha ido en Badajoz?
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