martes, 8 de diciembre de 2015

El Sibelius de Bernstein en Blu-ray: edición irritante pero imprescindible

Se cumplen hoy ciento cincuenta años del nacimiento de Jean Sibelius (1865-1957), así que nada mejor que traer aquí la edición en Blu-ray de las filmaciones que Leonard Bernstein realizó para Unitel en los años ochenta con vistas a completar –el maldito tabaco acabó con su vida antes de tiempo– la integral sinfónica: Segunda sinfonía en octubre de 1986, Quinta en septiembre de 1987, Séptima en octubre de 1988 y Primera en Febrero de 1990. Edición realizada por CMajor que irrita de manera considerable, pues los responsables han decidido mutilar la imagen por arriba y por abajo para que en una pantalla 19:9 no se vean bandas negras en los márgenes laterales. Sólo la Sinfonía nº 2, ignoro por qué ella se ha salvado de la quema, ha conservado el formato original televisivo 4:3. ¿Mejor quedarse entonces con la antigua edición en DVD? He hecho la comparación y aquella se ve considerablemente peor, así que me temo que hay que pasar por el aro.

Bernstein Sibelius CMajor

Las interpretaciones, que como ustedes ya saben tienen su paralelo en los CDs editados por Deutsche Grammophom, son el polo opuesto a las geniales e imprescindibles de Sir John Barbirolli: si el maestro londinense ofrecía lecturas de marcado carácter expresionista en la que incluso las sinfonías tempranas miraban hacia el Sibelius más maduro, el norteamericano apuesta claramente por el subrayar los vínculos con el pasado, siempre con la complicidad de una Filarmónica de Viena que rinde maravillosamente, con una transparencia y tersura sonoras de enorme belleza. Hagamos un repaso.

De la Primera sinfonía, Bernstein ofrece una interpretación descomunal en la que, mostrándose romántico sin tapujos –el Andante mira directamente a Tchaikovsky– y haciendo gala de una técnica de batuta soberbia con la que saca el mayor provecho posible de una orquesta bella como ninguna otra, pero también robusta, poderosa e incluso incisiva cuando debe, construye una arquitectura de tensiones extremas y distensiones sin espacio para el desmayo, canta las melodías con una efusividad incomparable y despliega una fuerza dramática realmente abrumadora, implicándose a fondo en todos los aspectos emocionales de la partitura y transmitiéndolos con una comunicatividad y convicción a las que resulta imposible resistirse.

De la Segunda Lenny ofrece una versión tan hermosa como llena de pasión y sinceridad, contemplativa y poética al tiempo que brillante, pero también de un terrorífico dramatismo en el segundo movimiento, lentísimo y muy gótico. Está además llena de creatividad sin personalismos, matizada minuciosamente en cada compás, quizá sin alcanzar la electricidad de Barbirolli pero superándole en temperatura emocional, elocuencia y brillantez, por no hablar de la extrema cantabilidad del fraseo. Asombran el poder de los silencios y la excepcional técnica de batuta en las transiciones, así como la fuerza abrumadora alcanzada en los clímax. Por si fuera poco, la toma sonora recoge una gama dinámica amplísima. ¡Cuidado con los vecinos!

La Quinta conoce una recreación lentísima pero de incuestionable tensión interna, suntuosa y bellísima en la sonoridad pero nada narcisista, siempre dotada de una convicción apabullante y de una emotividad conmovedora. La arquitectura está perfectamente estudiada, pero no hay sensación de artificio ni se pierde la naturalidad en el fraseo, siempre sutil y flexible, lleno de cantabilidad y de humanismo. De nuevo increíble la técnica de batuta a la hora de planificar tensiones, culminando en un final grandioso a más no poder pero en absoluto hinchado. Eso sí, la toma sonora no posee una gama dinámica tan amplia como la de la Segunda, y de hecho da la impresión de que el final del primer movimiento sufre un poco de compresión.

Sin ser la más genial recreación de las cuatro, la Séptima es también un prodigio de belleza sonora, calidez humanística y fuerza expresiva, gracias a una orquesta maravillosa y a una colosal batuta que es capa de modelar el sonido con la mayor plasticidad y de ofrecer los mas sutiles matices sin perder de vista la arquitectura global, dicha con increíble dominio de las tensiones y distensiones hasta culminar en un final absolutamente visionario. Todo ello, hay que insistir nuevamente, desde una visión más romántica que expresionista, pero con una sinceridad y emoción irresistibles. La imagen, por cierto, parece un poco saturada de color. Da igual: estas filmaciones hay que tenerlas en la estantería. Y los CDs no bastan, porque ver a Bernstein en acción es un placer adicional que nadie debe perderse.

3 comentarios:

Julio Salvador Belda Vaguer dijo...

Coincido contigo querido amigo. Es un tesoro.
Un fuerte abrazo.

Nemo dijo...

Tengo las grabaciones, en CD, de Bernstein, y siempre las he apreciado muchísimo.

En mi discoteca tengo además las 7 por Barbirolli, más una Segunda del mismo director con la Royal Philharmonic, de gran fama. Me encantan, pero en efecto, el enfoque es muy distinto al de Bernstein.

Después tengo cosas sueltas: una Segunda con Szell y la Concertgebouw, magnífica; una Primera con Stokowski y la National Philharmonic (muy buena); la Segunda y la Quinta por Celibidache, dos veces, la primera tanda con la Swedish Radio Symphony Orchestra (la Primera, monoaural) y la segunda tanda con la Filarmónica de Munich (grabaciones radiofónicas, ambas sinfonías en estéreo).

Stokowski es muy colorista y apasionado, como Bernstein. Szell puede parecerse más a Barbirolli, pero con un sonido distinto. Celibidache es algo distinto a todos, pero analítico y desapasionado combinado con una atención al detalle única.

Creo que son versiones magníficas todas, y entre ellas Bernstein está al máximo nivel, en su estilo.
El video en alta resolución es algo nuevo.

En cine no es extraño rodar con varios formatos en mente, a la vez: el formato cuatro tercios típico de las teles antiguas, pero también del fotograma de cine (Academy Aperture), y máscaras con distintos recortes rectangulares. Quiero decir que a veces los directores tienen (o tenían) en cuenta, a la vez, varios encuadres. De ser esto así, una presentación en panorámico te lleva a perder algo abajo y arriba, pero deberías ganar algo a los lados. El objetivo proyecta un círculo y dentro del círculo puedes encerrar rectángulos con distintas proporciones. Eso sí, cuanto más cuadrado, más área; cuanta más área, más calidad (detalle, definición) al proyectar. Por eso se usan a veces objetivos anamórficos, que proyectan sobre la película (o sensor) una imagen comprimida lateralmente ("alargada"), que se "descomprime" al proyectar. De esa forma "metes" una imagen muy rectangular en un rectángulo casi cuadrado, aprovechando más el área del círculo de luz.

A lo que voy: si pudieras comprobar, comparando el DVD con el Blue-Ray, si hay alguna -pequeña- ganancia lateral, estaríamos ante un encuadre natural (en el rodaje) y no un recorte de un 4/3 original. Si solo hay pérdidas arriba y abajo sin ganancia lateral alguna, es un recorte sobre un encuadre 4/3.

Si se rodó con película de cine, me extraña que rodaran pensando solo en la TV de entonces, aunque puede ser.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Otro abrazo para ti, Julio Salvador.

Nemo, tus puntualizaciones sobre las cuestiones técnicas me parecen interesantísimas. Llevo tiempo preguntándome si estas filmaciones se hicieron en celuloide o ya en vídeo. Por su calidad, diría que lo primero. Desdichadamente no puedo hacer la comprobación que me pides, porque en mi último viaje a Jerez me llevé la edición en DVD. Desde luego, cuando compré el Blu-ray hice la comprobación y no había color, pero no reparé en ese detalle de los laterales. Cuando vuelva a casa por Navidad me llevaré allí el Blu-ray y lo comprobaré. De lo que sí estoy seguro es de que aquí el recorte se nota mucho menos que en otros casos, como el infame de la Séptima de Bruckner por Celibidache. Un saludo y muchas gracias.

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