domingo, 29 de marzo de 2015

La Pasión como historia humana: Bach traducido por Sellars y Rattle

El otro día publicaba Diario de Sevilla una entrevista a Philippe Herreweghe preparando la Johannes Passion que debió de tener lugar anoche (estas líneas que ustedes leen ahora están precocinadas). En ella el maestro belga venía a decir que “la historia de la Pasión no es una historia religiosa, es una historia humana, comprensible y conmovedora para todos: la historia de una ejecución, como pudo serlo la del Che Guevara, donde un inocente debe morir”. Pues bien, parece que el fundador del Collegium Vocale de Gante estuviera pensando justamente en lo que con las dos Pasiones bachianas ha hecho Peter Sellars con la complicidad de nada menos que Sir Simon Rattle y la mismísima Filarmónica de Berlín, primero con la de Mateo (por partida doble: abril de 2014 y octubre de 2013) y luego con la de San Juan (febrero de 2014). Vi en su momento esta última a través de la Digital Concert Hall, y he vuelto a ella ahora que he pillado el blu-ray editado por la propia orquesta, por cierto con calidad audiovisual mejorada –cálido sonido surround– y subtítulos en castellano. Merece bastante la pena.


Lo de Sellars probablemente irritará a quienes se sienten incómodos ante las propuestas escénicas de claro contenido progre. Esta lo es, y en la línea citada por Herreweghe: lo que aquí se nos presenta es una historia profundamente humana, y profundamente conmovedora, de un hombre justo perseguido por un estado represor. Probablemente lo que ocurrió en la realidad histórica con Jesús de Nazaret, claro, lo que supone meter el dedo en el ojo de algunos: precisamente lo que intenta un Sellars que entiende que la música y la escena no están para entretener, sino para denunciar, emocionar y hacer pensar. Lo pone en práctica, por descontado, con enorme inteligencia teatral, rompiendo la rigidez litúrgica original y haciendo que coro y solistas se muevan constantemente recurriendo a una mímica –muy propia del regista americano– que tiene muy en cuenta tanto el texto como la partitura; de este modo, y aportando igualmente una iluminación de estudiados efectos dramáticos, consigue establecer complejas relaciones entre los personajes y una plena identificación del oyente con el Evangelista.

Este corre a cargo de un absolutamente descomunal Mark Padmore, ya mayorcete –tiene problemas con los melismas– pero artista que acumula la enorme sabiduría de muchísimas Pasiones a sus espaldas, aquí aportando un plus de teatralidad y emotividad tanto musical como escénica que seguramente tienen que ver con la recreación diseñada por Sellars. Su presencia no es el único acierto: Christian Gerhaher se encarga de Pedro, de Pilatos y de las arias de barítono con apreciable comunicatividad y enorme sinceridad expresiva, a despecho de algunas insuficiencias en la franja más grave de su tesitura.

Los demás no llegan a semejante altura. Roderick Williams se limita a cumplir en el breve rol de Jesús, si bien resulta muy adecuadamente agónico en los momentos más dolientes del drama. Camilla Tilling, estridente en el agudo, se muestra discreta en su primera aria para mejorar en la segunda. En exceso lírico el instrumento de una embarazadísima Magdalena Kozená; en cualquier caso, la señora Rattle es experta bachiana y una artista sensible que logra en su última intervención ser muy emotiva. Topi Lehtipuu canta con sensibilidad las arias de tenor pero evidencia serios problemas técnicos.


¿Y Rattle? Su planteamiento, tradicional ma non troppo, disgustará a los talibanes de los instrumentos originales pero a mí me parece bastante sensato. Mis reparos vienen más bien en el plano expresivo: su dirección es muy fluida, muy elegante y de extraordinaria belleza, pero de articulación un punto más suave de la cuenta, incluso algo blanda. Creo que las pasiones bachianas no deben sonar tan suaves, que además de lirismo y espíritu contemplativo deben ofrecer claroscuros, asperezas y tensiones internas. Con mucha lucidez, Rattle habla en los bonus de la modernidad de la pieza y de su enorme carga trágica, pero a la hora de traducir eso en sonidos no termina de conseguirlo: anda en exceso preocupado por la belleza sonora.

La orquesta, por descontado, está gloriosa, lo mismo que el Coro de la Radio de Berlín. Este se encuentra muy nutrido, pero su director Simon Halsey logra enorme claridad polifónica al tiempo que modera el vibrato; todo un mérito, además, cantar sin partitura y desplegando una amplia panoplia gestual respondiendo a las demandas escénicas de Sellars, quien no duda en hacerles cantar tirados en el suelo. Lo cierto es que debieron de trabajar con muchísimo agrado, porque son los coristas quienes con mayor entusiasmo aplauden al norteamericano.

El blu-ray incluye dos extras de enorme interés. En el primero, Halsey ofrece a lo largo de veinte minutos una magistral explicación sobre la obra bachiana y las peculiaridades de esta interpretación tanto en su vertiente musical –rico continuo, afinación moderna– como en la escénica, poniendo especial atención a cómo los dos directores pusieron al coro en el mismo plano de importancia que la orquesta.

En el segundo, también disponible de manera gratuita en la Digital Concert Hall, unos extremadamente cálidos y comunicativos Rattle y Sellars se explayan durante más de media hora con unas reflexiones apasionantes. De paso, el norteamericano encuentra similitudes entre Cristo y la persecución a Nelson Mandela, denuncia la política belicista de la Casa Blanca –las turbas son para él el pueblo norteamericano pidiendo más agresividad contra el supuesto enemigo– y da un capón a algunos intérpretes historicistas, a los que acusa de caer en velocidades propias de la dance music. Permítanme que esté plenamente de acuerdo con él en esta y en otras muchas cosas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Che Guevara ¿ inocente?AMCSánchez.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Lo del Che Guevara lo dice Herreweghe, y no Sellars. A mí la figura del Che nunca me ha hecho mucha gracia.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...