domingo, 15 de febrero de 2015

La culpa no es de lo público

En el preciso momento en el que se tiene que publicar esta entrada, 19:30 horas del domingo 15 de febrero, tenía previsto estar en el Auditorio Nacional para escuchar a la Orquesta del Concertgebouw dentro de los conciertos de Ibermúsica, ciclo cuya continuidad –como ustedes saben– se encuentra seriamente amenazada. Suspendí el viaje a última hora, este mismo viernes: las cuentas no me salían. Pocos minutos después de tomar la decisión, tuve la oportunidad de leer en El País las enésimas declaraciones de Alfonso Aijón responsabilizando parcialmente de la situación de su empresa a la “competencia desleal” (sic) de los ciclos subvencionados por el estado.

Yo lamentaría mucho que Ibermúsica desapareciese, incluso aunque no pueda acudir a sus eventos; me parecería justo y necesario que de manera inmediata se eliminasen las cuantiosas tasas de alquiler del Auditorio Nacional de las que Aijón, con toda la razón del mundo, se queja en el citado artículo; tampoco quiero dejar de admirar profundamente el enorme esfuerzo personal de este señor, a lo largo de muchos años, para traer a España la mejor música sinfónica posible.

Ahora bien, quiero dejar claro que si no voy a Madrid no se debe a que a lo largo de mi vida de melómano haya tenido la enorme suerte de escuchar conciertos de extraordinaria calidad que, de no haber estado total o parcialmente financiados con dinero público, jamás me hubiera podido permitir. No se debe a estar mal acostumbrado. Se debe a que tras la sensible merma de poder adquisitivo que hemos sufrido los funcionarios públicos (el de los profesores ha retrocedido un 30% en solo tres años), y con nosotros la inmensa mayoría de los españoles, ya no es posible acudir más que de manera muy puntual a eventos para los que las entradas con acústica decente cuestan entre 110 y 168 euros (en las más baratas, a 60 euros, el sonido deja bastante que desear).

Con semejantes cifras, es comprensible que para el concierto de hoy, que incluye obras tan populares como El sombrero de tres picos y Los pinos de Roma, queden muchas entradas libres. No puede ser de otra forma en un país cuya clase media va de mal en peor. Y el futuro no parece precisamente halagüeño: con los sueldos con los que tras estos exitosos ajustes económicos que están creando empleo van a tener que conformarse nuestros jóvenes, las nuevas generaciones –los viejos, de vez en cuando, podremos echar alguna canilla musical al aire– no van a tener ni para ir a los conciertos más baratos de la OCNE. En cualquier caso, insisto: la culpa de que en Ibermúsica queden entradas vacías no es de "lo público", que me parece ahora más imprescindible que nunca.

11 comentarios:

Bruno dijo...

Eso que plantea si que tiene aspectos distintos. Pero, si la demanda de clásica en vivo persiste, lo que habrá que ver, lo normal es que los precios de las entradas se acompasen a ese 30. Por lo menos en España. A no ser que los músicos españoles tengan prebendas extraordinarias como subvenciones. Otra cosa en que los holandeses se hagan más caros relativamente, que sería otra cosa para meditar.
¡Pero se ha perdido la 4 de Chostakovich! La oí por la radio. Muy melodiosa y acompasada. Nada de brusquedades. No la había nunca escuchado tan clásica. ¡Un muchacho de 28 años!

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Sí, también me perdí el Shostakovich de Afkham, aunque ahí los precios sí que eran decentes.

Comprendo a Aijón: a Afkam lo trajo él en su ciclo no hace mucho a un precio mucho más car por butaca. La "competencia" (desleal o no) de la que él habla, existe. Ahora bien, ¿no tenemos derecho a tener en nuestra Nacional a un director de los que él trae? ¿O es que, al tratarse de una orquesta subvencionada, debemos conformarnos con maestros de inferior categoría, para que de esta forma los abonados de Ibermúsica no tengan la sensación de haberse gastado una pasta en escuchar a un señor que sale bastante más barato con la "orquesta pública"?

Comprendo a Aijón, pero él también debería comprender que a los muchos aficionados que no podemos permitirnos acudir a sus conciertos, también nos gusta escuchar a grandes artistas de la música.

Otra cosa, dicho sea de paso, es que Afkham lo sea. Yo tengo mis dudas de momento. En la transmisión Arteaga dijo que el concierto del domingo se estaba filmando y que se pondría en La 2 a principios de marzo. Estaré atento.

Bruno dijo...

Su segundo párrafo no lo entiendo bien. Las subvenciones tienen esos efectos. Para bien y para mal. Pero cuando alguien organiza conciertos similares por lo privado lo normal es que salgan más caros. Se supone que atienden a una demanda complementaria con más recursos económicos y más ambiciosa en cuanto a escuchar lo mejor. Si esa demanda flojea, por cara, por crisis, por menos melómanos, pues pasa que ese ciclo peligra. Otra cosa es que el estado repartiera las subvenciones entre todos. Pero sería un cambio tremendo. La ONE pasaría a buscarse el 100% de las habichuelas.
Ya recuerdo que tuvimos un debate sobre todo esto hace años. Todo es relativo. Cuando era joven y escuchaba a la OV, y era un privilegiado, ¡Valencia tenía Orquesta! y no iba casi nadie, estuve en Madrid y escuché a la de RTV ¡con Rozdhesvensky! ¡Menudo cambio! Luego escuché a la Nacional y era mejor. Y luego vino la de Leningrado a Valencia. (Con el padre de Mariss, Arvid) Le cuento todo esto para subrayar lo relativo de todo esto. Siempre deseamos lo mejor pero también hay mucha gente que no llega a nuestra rutina. Yo particularmente estoy convencido que muchísima gente gasta más en fútbol que otros en conciertos de categoría. Así funciona esto. Si viviera en Madrid tendría la mitad de los problemas...o se arruinaría definitivamente.
Bueno, todo esto para decirle que siento que no pudiera ir. (Pero el programa de la ONE era mucho más interesante. Llegará el día que será tan escuchada como una de Mahler).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Lamento no haberme explicado bien, Bruno.

David Afkham visitó hace menos de un año el ciclo de Ibermúsica Gustav Mahler Jugendorchester. Las entradas, obviamente, eran mucho más caras que las de una OCNE de la que este maestro ya estaba nombrado titular. Es posible que algunos abonados de Ibermúsica se sintieran molestos por el hecho de que ellos tuvieran que pagar mucho más por un artista al que podían ver por una cantidad mucho más reducida en los conciertos de la Nacional. En este sentido, la competencia es obvia, lo mismo que lo es traer para esta orquesta, por ejemplo, a la Pires que ha actuado junto con el citado maestro este fin de semana.

La competencia existe, insisto, independientemente de que se la considere leal o desleal. Ahora bien, y ese es mi argumento, creo que el hecho de que exista una iniciativa privada que atiende la demanda del público más acomodado en lo económico no debería ser óbice para que desde las diferentes instituciones del estado se haga un esfuerzo para que la oferta musical subvencionada, léase "asequible por un público mucho más amplio", sea cada vez mejor. Una vez discutí con un crítico famoso sobre la cuestión: él decía, más o menos, que no había derecho de que la OCNE trajera a estos artistas, que se estaba boicoteando a Aijón.

Seguramente esto es verdad, insisto, pero mi planteamiento es otro. Si se eliminasen las grandes estrellas dentro de la programación de esos conciertos subvencionados que nos han permitido aficionarnos a muchos, ¿nos rascaríamos el bolsillo para acudir a Ibermúsica? A lo mejor sí: en vez de escuchar diez o veinte conciertos sinfónicos en un año, acudiríamos a uno o dos de los que organiza Aijón. ¿Salvaría eso sus dos ciclos de abono? Lo dudo muchísimo.

No, no creo que se trate de "músicos de primera" para quienes puedan pagarlo y "músicos de segunda" para el resto, aunque comprendo que hayan quienes piensen así.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Bruno, se me olvidaba decirle que tengo ya escuchadas y comentadas 23 grabaciones de la Cuarta sinfonía de Shostakovich, una obra que me fascina. Cuando tome notas sobre dos o tres más, publicaré una comparativa. Saludos.

Anónimo dijo...

Tuve suerte de escuchar a la Pires/Beethoven/4º y la monumental cuarta de Shostakovich por este jovenzuelo, que acabó físicamente exhausto. Fue algo inolvidable. Pagué 14 euros por banco del coro.
Gonzalo

Anónimo dijo...

Creo que la cultura deberia estar subvencionada porque si no no llega a grandes capas de la poblacion que actualmente no podemos afrontar el gasto de una entrada por los insufribles recortes y mermas de sueldo que estamos sufriendo. Y con la globalizacion hoy dia sale mas barato cogerse un hotel en Londres y pegarse 4 dias de conciertos con los precios de alli salen los numeros.

Bruno dijo...

Cuando hablé del muchacho me refería a Chostakovich. ¡Escribir eso a los 28 años!
Luego comento todo el asunto económico.

Bruno dijo...

No quiero convertir esto en una tertulia económica y ya me pronuncié sobre la necesidad de que el estado subvencione los conciertos. Debería no cobrar esos impuestos y dejar que la gente eligiera. Ya he escrito varias veces que lo que el estado tiene que hacer es educar adecuadamente a la infancia y a la juventud y abrirle las puertas. Pero creo que las ofertas de la ONE, y similares orquestas estatales o autonómicas, y las de Ibermúsica cubren dos demandas complementarias. No son totalmente disjuntas y una persona puede apuntarse indistintamente a una u otra o a las dos. Aquí en Valencia se integra en la misma temporada y abonos a la OV y a las invitadas. El abono sale caro y lo compran los que pueden. Quedan entradas para la OV y las compra el segundo escalón. La única discrepancia a lo que dice es que los ciclos de orquestas extranjeras y nacionales son distintos. Porque son normalmente de categoría y porque hay que pagarles el viaje. Normalmente esas orquestas traen a sus propios artistas, que pertenecen a ese nivel "superior". No es lo mismo Afkham con una orquesta buena extranjera que con la ONE. Sigue habiendo una diferenciación en la oferta. Tampoco le interesa a Aijón parecerse a los ciclos de la ONE.
Todo esto ponderado con que creo que la ONE es una orquesta suficientemente buena como para disfrutar plenamente si toca musicalmente. Como la OV. A este fenómeno me quiero referir. Hay mujeres muy guapas al alcance de muy pocos. Pero hay muchas muy interesantes a nuestro alcance. Los músicos jóvenes tocan muy bien.
Publique esas reseñas cuanto antes.

Bruno dijo...

Le releo y veo que no he comentado bien lo que Ud. dice. Creo que los melómanos pasarían al ciclo de Ibermúsica aunque sólo pudieran escuchar de base a la banda torera. Los discos le descubrirían que hay otro nivel superior y lo inducirían a acudir a esos conciertazos. Y de ahí al vicio.
Y la elección tiene un fondo económico aunque no nos guste confesarlo. Si costaran lo mismo todos se apuntarían a Ibermúsica. Justamente los diversos costes de oportunidad hacen que la balanza está entre los dos ciclos. En épocas de depresión, hacia la ONE; en épocas de vacas locas, hacia Ibermúsica.

Anónimo dijo...

Hay otro dato, además de lo que usted dice, y es que en España, para determinados espectáculos, las entradas son carísimas. Hace algo más de un año fui a ve a la filarmónica de Berlín, pues bien, el precio de la mejor localidad en el Auditorio Nacional era más de el doble del precio equivalente en otras ciudades donde fue la filarmónica en esa jira. También es fácil comprobar en internet, como n ocasiones es más cara una butaca en el Teatro Real , que en el Covent Garden.

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